Cuando ya se cuentan unos 70 manifestantes muertos por la represión de las protestas que buscan el restablecimiento del gobierno civil en Myanmar, el arzobispo de Yangon llama a los soldados a deponer las armas y a poner fin a la brutal dictadura, mientras se solidariza con quienes valientemente luchan por una auténtica democracia en Myanmar.
Vatican News, 15 de mazo 2021.- Un nuevo capítulo de oscuridad, un retorno a las balas, al derramamiento de sangre y a la represión militar, es el panorama que el arzobispo de Yangon, cardenal Charles Maung Bo, describe en un videomensaje por la Jornada Mundial de Oración por Myanmar, iniciativa online que tendrá lugar el 15 de marzo, organizada por la Christian Solidarity Worldwide (CSW). Nuevamente, el purpurado birmano lanza un llamado al diálogo y al respeto de los resultados de las elecciones, cuando ya son al menos 70 las víctimas de la represión militar en las protestas que, desde el golpe militar del pasado 1 de febrero, han protagonizado miles de personas en las calles de Myanmar para recuperar las pocas libertades democráticas que había conseguido bajo el gobierno civil a la líder y Nobel de la paz, Aung San Suu Kyi.
“Myanmar se encuentra hoy en otro capítulo de oscuridad, derramamiento de sangre y represión”, afirma el cardenal Bo al lamentar que “después de una década de reforma y apertura” que, no obstante los “desafíos y tormentas”, hacía vislumbrar “un nuevo amanecer de democracia, libertad, paz y justicia”, hoy el país ha “retrocedido más de una década, devueltos a la pesadilla de la represión militar, la brutalidad, la violencia y la dictadura”.
Asombrado por el coraje y compromiso del pueblo birmano determinado a defender “la democracia y las libertades que tanto les ha costado ganar”, el purpurado birmano condena que tal demostración de “sentido de unidad y solidaridad en la diversidad” de etnias y religiones haya tenido como respuesta “balas, golpizas, derramamiento de sangre y dolor”, de tantos birmanos “asesinados o heridos en nuestras calles” y de tantos miles de arrestados y desaparecidos. Un destino que ha tocado incluso en los estados étnicos, donde a pesar de los acuerdos de alto el fuego, “el ejército está atacando una vez más a civiles, desplazando a miles y exacerbando una crisis humanitaria que ya existía pero que ahora es aún más grave”.
“Ahora en esta oscuridad, en estos tiempos oscuros, escuchamos la voz del Señor llamando a la Iglesia a ser todavía un testigo, a ser un instrumento para la justicia, la paz y la reconciliación”, afirma el presidente del episcopado de Myanmar, que apoyado en las lecturas de la liturgia de este lunes, llama a aferrarse al mensaje de paz y esperanza y a rezar porque “nazca un nuevo Myanmar de esta tragedia actual”, donde se garantice el derecho a “las libertades básicas”, se celebre “la diversidad étnica y religiosa” y donde se pueda disfrutar de “la paz real”. Y en este contexto, el cardenal Bo hace un llamado concreto a los soldados para que “depongan sus armas, se alejen del poder y hagan lo que un ejército debe hacer; defender en lugar de atacar a la gente”.
Por último, el arzobispo de Yangón reitera su invitación a rezar por los que “ahora mismo están en peligro, escondidos, desplazados, encarcelados, heridos o en duelo»; por los líderes del movimiento democrático, de las nacionalidades étnicas y todos los líderes religiosos; a orar para que los militares retrocedan en su “camino de conflicto, represión y destrucción”; y para que se respeten los resultados de las elecciones, en las que el pueblo de Myanmar expresó “con tanta claridad” su voluntad de avanzar “por un camino de auténtica democracia, acompañada de diálogo, reconciliación, justicia y paz”.
Alina Tufani
Imagen: Manifestantes detrás de una barricada
durante una protesta antigolpe en Mandalay, Myanmar.
(15 de marzo de 2021 (REUTERS)