El anuncio del viaje de Francisco, que recorrerá el país entre el 5 y el 8 de marzo, fue «muy bien acogido» y «muy comentado» incluso entre los militares no católicos del destacamento.
7 de Enero de 2021.- Cuando Francisco llegue a Irak el 5 de marzo se convertirá en el primer Papa en visitar un país que llegó a tener entre uno y 1,4 millones de cristianos, y que la guerra y el terrorismo entre 2014 y 2017 dejaron en 350.000.
El que será el primer viaje internacional de Bergoglio desde noviembre de 2019 se anunció el 7 de diciembre. La noticia, sin embargo, no llegó hasta un día después al destacamento de militares españoles desplegado en el país. «Nos enteramos el día que estábamos celebrando a la patrona de España y de la Infantería, la Inmaculada Concepción» y «fue muy bien acogido» por todos, «incluso muy comentado por los no católicos», asegura José Ramón Rapallo, sacerdote del Arzobispado Castrense destinado en Irak.
Para los militares «supone, entre otras cosas, un apoyo a la tarea de asesoramiento y reconstrucción que están realizando aquí», añade el páter de la misión. Por su parte habla de «alegría», porque fue ordenado hace tan solo seis meses –el 25 de julio de 2020– y, si no se cancela la visita y las condiciones de seguridad lo permiten, «será la primera vez que podré ver al Santo Padre como sacerdote». En cualquier caso, «lo importante es que la visita se pueda realizar y que esto lleve la esperanza a tantas familias y personas que han sufrido durante mucho tiempo la guerra, la violencia sectaria y los atentados terroristas».
—¿Cómo ha vivido la población local el anuncio de la visita papal?
—Como una ocasión para que la fe y la esperanza lleguen a los corazones y se supere el doloroso pasado. Es una oportunidad para la reconciliación que necesita mirar al futuro. Solo hay que ver, cuando salimos de la base, que la situación sigue siendo muy complicada. Hay incidentes a diario y las heridas son muy recientes; queda mucho por hacer y es necesario seguir rezando para que la situación se estabilice.
Ante tamaña expectación, el contingente español se está preparando espiritualmente a conciencia. «En la Santa Misa, además de rezar por las intenciones del Papa, como es preceptivo, hacemos una mención especial para que de verdad llegue el mensaje de este viaje y traiga la paz a esta tierra milenaria». La Eucaristía se celebra a diario, aunque ante las diferentes ocupaciones del destacamento son pocos los miembros del contingente que pueden asistir. La Misa dominical, sin embargo, «tenemos que hacerla varias veces, sábados por la tarde y domingos, porque no entran en la capilla todos los que quieren asistir», asegura.
Además, el destacamento de Bagdad cuenta desde hace un mes con un rato de adoración al Santísimo los jueves. Por último, los militares se entregarán al estudio. Profundizarán en «la historia de esta tierra milenaria y su relación con el Antiguo Testamento». De hecho, «Francisco va a visitar la llanura de Ur, donde según la tradición nació Abraham», apunta Rapallo. «Y cuando termine el tiempo de Navidad, como acto específico de preparación de la visita, tenemos previsto realizar una actividad para dar a conocer Fratelli tutti». Aprovecharemos «la oración que el Papa propone al final de la encíclica», concluye el páter, que habla del reencuentro, de la justicia y de la paz, y pide por el fin de la violencia y las guerras.
El sagrario del carpintero indio
En la base en la que actualmente se encuentran los militares españoles, compartida con ejércitos de otras 15 nacionalidades, «no había atención católica de continuo», explica el militar y sacerdote castrense José Ramón Rapallo. Esta circunstancia hacía que faltaran algunos ornamentos litúrgicos. Pero con la llegada en octubre del páter a la base, «hemos ido completándolos» progresivamente «para poder celebrar de una forma lo más digna posible», asegura. Lo último que ha llegado, por ejemplo, es una «casulla morada de la parroquia de San Fulgencio, en Madrid, gracias a don Pedro, para celebrar en Adviento».
Tampoco había sagrario y, «con el inicio de los ratos de oración ante el Santísimo [con motivo de la visita del Papa], tuvimos la posibilidad» de hacer uno y así «poder tener presente permanentemente al Señor en el destacamento». Su construcción es obra del «carpintero de la base, de origen indio, que viene a Misa con frecuencia» y se ofreció voluntario. «Es muy sencillo, pero todo el mundo sabe que ahí está el Señor, cuidando de nosotros y todos pueden acercarse a visitarlo, incluso con la mirada o el pensamiento cuando el trabajo les impide hacerlo físicamente».
José Calderero de Aldecoa
Imagen: La capilla es la sala más grande de toda la base.
Allí se celebra la Misa a diario amenizada, en ocasiones,
por un coro que acaba de formarse,
mayoritariamente, con personal del Tercio de Ceuta.
(Foto: José Ramón Rapallo)