Soy médico, soy católico, soy padre, pero sobretodo soy un ser humano. Sin tener en cuenta mi fe, ni mi profesión científica, desde mi posición como persona, me niego a aceptar que nadie tenga menos dignidad que yo. El mas débil, el mas vulnerable o el más necesitado debe ser el receptor de toda nuestra humanidad. No podemos eliminar a una persona para aliviar las pensiones, la sobrecargada sanidad, la falta de cobertura en dependencia o la escasa dotación de unidades de cuidados paliativos, con la excusa de aliviar el sufrimiento. Sólo 5 países de los 194 que hay en todo el planeta creen que la Eutanasia aporta algo valioso a la sociedad y no debe estar prohibido en algunos supuestos.
¿Qué aporta la Eutanasia a la sanidad?
– Disminución en investigación en enfermedades raras, crónicas, invalidantes o incapacitantes. ¿Creen que después de aceptarse la eutanasia aumentará la financiación?
– Todo lleva a un deterioro de la relación sanitaria: medico-paciente-familia-sociedad.
– Conlleva a una consiguientedesconfianza en los médicos que realicen la eutanasia y en general en la medicina. ¿Si me ingresan saldré vivo del hospital? Es lo que muchos ancianos, que viven en los países se ha legalizado, piensan.
– Deterioro de la calidad de vida de los pacientes crónicos, ancianos, discapacitados, dado que tendrán miedo, presiones externas, se sentirán culpables por querer seguir viviendo, siendo una carga y un estorbo.
– Pérdida de valores como sociedad: humanidad, solidaridad, compromiso. Nos volveremos una sociedad individualista. Perderemos a los médicos que se dediquen a ello, dado que si faltan a su juramento, a su ética, a sus principios, a defender la vida de sus pacientes… ¿qué les queda?
Nosotros no decidimos cuando recibimos la vida y tampoco cuando se termina. Creer que sí podemos decidirlo es creernos dioses y con la capacidad de poder decidir sobre la vida de otros. Nosotros, los médicos, tenemos una vocación de salvar vidas. A veces tenemos que reprimir nuestros impulsos porque no todos quieren someterse a nuestros tratamientos. Que un paciente con cáncer decida libremente no someterse a un tratamiento después de entender la situación, es muy diferente a que un médico aplique una dosis letal de una droga con intención de acabar con la vida de un paciente, se lo haya o no pedido.
Cuando algunos afirman que nosotros no somos quién para obligar a vivir a nadie, se confunden desde el principio. Nosotros no le otorgamos la vida y por tanto no le obligo a vivir. Al igual que una madre embarazada que tiene un hijo, no puede decir que le obligamos a tener a su hijo, porque nos neguemos a eliminarlo. Su hijo ya lo tiene, su vida ya la tiene, nuestro deber en todo caso sería el de intentar curar y paliar cualquier dolencia o enfermedad. Jamás podremos aceptar que la muerte es un tratamiento y menos aún buscarla. Todos conocemos el camino fácil y a quién lo sigue, sabemos también a dónde lleva. Como diría mi hijo “al lado oscuro de la fuerza”.
Los médicos que se dedican a las personas más frágiles y que necesitan más protección saben perfectamente lo que necesitan y lo llevan años pidiendo.
– Un PINAME Plan Integral Nacional de Ayuda a la Mujer Embarazada que promueva la natalidad y ayude a las mujeres que tengan un embarazo no deseado y los prevenga.
– Un PINCUPA Plan Integral Nacional de Cuidados Paliativos, que es lo que necesitan los pacientes al final de su vida o con sufrimiento, necesitan acogimiento por equipos profesionales multidisciplinares que traten al paciente en todas sus dimensiones y a la familia.
Enrique Jaureguizar Cervera
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