«¡A ver cómo me inculturo!». El navarro Jesús María López Mauleón es el nuevo prelado apostólico en Alto Xingu, un territorio eclesial recientemente desgajado de otro. Cree que la reestructuración de toda la provincia eclesiástica se repetirá como consecuencia del Sínodo, para intentar atender mejor estas zonas con los pocos sacerdotes disponibles. Agustino recoleto, lamenta que «los diocesanos no quieren ir a la Amazonía».
«Cuando sonó el teléfono, estaba en el aeropuerto y estaban dando un aviso por megafonía. No oía nada, y repetía “¿Quién es?”». Cuál no sería la sorpresa del agustino recoleto Jesús María López Mauleón cuando por fin pudo escuchar: «¡Que soy el nuncio!». El motivo de esta llamada era proponer al religioso, misionero desde 1999 en Brasil, ser el obispo de una prelatura apostólica de nueva creación en pleno Amazonas.
Al día siguiente «le respondí que aceptaba desde mis limitaciones». Era el 11 de octubre, menos de una semana después del comienzo del Sínodo sobre la Amazonía. Desde ese día, López Mauleón lo siguió con mucho más interés, en contacto con compañeros frailes de su congregación, obispos en otras diócesis de este inmenso territorio.
«Quien vive en España no se puede hacer una idea de las distancias aquí», explica en entrevista con Alfa y Omega. Por ejemplo, Alto Xingu-Tucumã, su nuevo destino, «es una prelatura pequeña: solo un tercio de España. En ese territorio hay unas 250.000 personas, según el censo de 2010», un dato de una fiabilidad limitada. «Hay cuatro o cinco asentamientos de indígenas, unas 5.000 personas en total; y también seis municipios grandes».
Su nombramiento se enmarca dentro de una reestructuración mucho más amplia de la Iglesia en esa zona. La hasta ahora prelatura de Xingu, sufragánea de Belém do Pará, se ha dividido en dos nuevas circunscripciones: la diócesis de Xingu-Altamira, y la prelatura de Alto Xingu-Tucumã, de la que se hará cargo el agustino recoleto. Al mismo tiempo, se ha elevado a Iglesia metropolitana la diócesis de Santarém, de la que pasan a ser sufragáneas las dos nuevas iglesias locales y otras dos ya existentes.
Una zona con más autonomía y vitalidad
En el momento de la entrevista, el nuevo obispo no conoce aún la Iglesia local que se le encomienda. Pero ya sabe que tiene, «sobre todo, limitaciones». Es un territorio totalmente de misión, con muy pocos sacerdotes: la mayoría javerianos, y alguno diocesano. «Las prelaturas tenemos que pedir ayuda a otras diócesis para que presten temporalmente algunos».
Con todo, la reestructuración es una buena noticia, porque la elevación de Xingu a diócesis significa que esa otra zona «ya tiene una cierta autonomía y vitalidad. Se puede sustentar económicamente y también por el número de sacerdotes. En los casi 50 años que han pasado desde que se creó ha tenido tiempo de crecer poco a poco», explica López Mauleón.
El misionero, natural de Navarra, cree que el suyo no va a ser el único caso de una restauración. «Me parece que ha sido consecuencia del Sínodo sobre el Amazonas», o al menos del proceso de reflexión sobre esta región puesto en marcha por su convocatoria. «Y creo que se crearán otras. No es suficiente convocar un sínodo y que siga todo igual. Ahora hay que dar soluciones prácticas para que la situación mejore. Se dividen los territorios para poder atenderlos mejor, porque en esa región faltan sacerdotes y obispos».
La región donde los sacerdotes no quieren ir
Sobre esta cuestión, que ha jugado un papel clave en el desarrollo del Sínodo sobre la Amazonía, López Mauleón apunta que no es casualidad que en los tres nombramientos que ha implicado la reestructuración de las provincias eclesiásticas de Belém do Pará y de Santarém se haya contado con obispos o sacerdotes religiosos: un miembro de la Congregación de San José, un franciscano y él, agustino recoleto.
«Son territorios difíciles –explica–, y a veces el clero diocesano, inclusive el propio de Brasil, no tiene disponibilidad para ir a estos lugares. En la diócesis de Fortaleza, por ejemplo, hay más de 300 sacerdotes. Pero cuando un obispo de mi congregación pidió algunos para su diócesis, en Río Branco, no se encontraron voluntarios».
Por lo general «los religiosos estamos más disponibles, siempre estamos en la punta de lanza para abrir caminos de evangelización». En el Amazonas va a haber tres obispos de su congregación, y los tres son españoles: uno de Granada y dos navarros.
El agustino recoleto no quiere juzgar, y matiza que ocurre lo mismo en otros ámbitos: «En el Amazonas, los médicos son peruanos, cubanos… casi siempre extranjeros. Los brasileños no quieren ir, a pesar de que cobrarían el triple que en un lugar como Fortaleza, porque tienen que trabajar con mucha precariedad».
«¡A ver cómo me inculturizo!»
Mientras se prepara para su ordenación, prevista para el 29 de diciembre, y para su toma de posesión, el 9 de febrero de 2020, está estudiando en profundidad el documento final. De él destaca sobre todo la llamada a una conversión integral. «No se puede estar en Misa y quemar el bosque, o dar catequesis y aprovecharte de quien no tiene tierra».
También prepara su primera toma de contacto con Alto Xingu, en una visita que realizará en breve. A lo largo de sus 20 años de presencia en Brasil, en los que ha pasado por Ceará, Guaraciaba, Franca, Lábrea y Fortaleza, nunca ha tenido un destino permanente en el Amazonas. Solo estuvo «unos cien días en una prelatura amazónica nuestra, sustituyendo al párroco, que se puso enfermo. Viví en el río ayudando a los pueblos ribereños».
Su destino actual en Fortaleza es una favela. «La pobreza la hay en todas partes, la desigualdad también. Pero no conozco aún la idiosincrasia ni la realidad social de Alto Xingu. Ni los idiomas. «Por supuesto, si hace falta estudiarlos lo haré. Espero que sea solo uno… ¡A ver cómo me inculturizo!».
María Martínez López
(Foto: Agustinos Recoletos)