España ha dado «grandes operadores misioneros en el pasado» que «han dejado el mundo lleno de frutos», dice a Alfa y Omega el prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Filoni. Pero ahora en muchos países de misión «los misioneros son sus propios habitantes», añade. «La Iglesia es univesal y hay que abandonar la visión eurocentrista».
Son las luces de la entrega, de la ternura, de la valentía y de la caridad infinita. Si algo aúna a los misioneros es la felicidad y la dedicación con las que recorren un camino de amor sin medida, lejos de los suyos, en zonas remotas del mundo y sin reparar demasiado en los riesgos. En 2018, 40 misioneros fueron asesinados: una cifra que casi duplica a los 23 del año anterior. La mayoría de ellos eran sacerdotes y perecieron en África, según datos de la agencia Fides.
Sus historias están llenas de compromiso con los más débiles, sobre todo, en situaciones de peligro extremo. Como la de Antonio César Fernández, el misionero salesiano asesinado en un ataque yihadista en Burkina Faso (África). O la de la religiosa de Burgos Inés Nieves Sancho, decapitada en mayo de este año en la República Centroafricana, donde había pasado los últimos 23 años de su vida.
Los misioneros no buscan medallas. Son símbolos de paz y esperanza discretos que solo alzan la voz ante las injusticias. Y este es su mes. El Papa inauguró el 1 octubre el Mes Misionero Extraordinario con una celebración en la que pidió de nuevo una Iglesia en salida que no pierda el tiempo «en llorar por las cosas que no funcionan, por los fieles que ya no tiene o por los valores de antaño que ya no están». Se trata de una iniciativa inédita con la que busca renovar el compromiso de los cristianos con las misiones. Francisco tiene claro lo que quiere: «Una Iglesia que no busca oasis protegidos para estar tranquila, sino que solo desea ser sal de la tierra y fermento para el mundo».
La fecha no es casual. Coincide con el aniversario de la promulgación de la carta apostólica Maximum Illud en la que Benedicto XV, testigo de la primera Guerra Mundial a la que calificó como «matanza inútil», advierte de que la propagación de la fe católica debe alejarse de los nacionalismos. El prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, cardenal Fernando Filoni, ahonda en esta idea y pone en guardia ante los que desde la política instrumentalizan la religión. «Es un peligro que no existe solo en el cristianismo sino también en otras religiones, pero hay que estar atentos a no evangelizar desde una visión ideologizada y a no imponer a los demás el propio pensamiento», señala en conversación con Alfa y Omega. Para Filoni el diálogo intercultural es una «riqueza» que lejos de reducir «permite conocer a los demás y darse conocer». «Hay que salirse de ese concepto rígido de que yo soy la verdad», sintetiza en línea con el reclamo del Papa de una evangelización sin proselitismo.
España, potencia misionera
España es toda una potencia en términos de misión. Es uno de los países que más dinero aporta gracias a iniciativas como el Domund. Los enviados han sido históricamente auténticos pioneros que con escasos medios, y en muchas ocasiones en solitario, han asumido la obra misionera, no tanto con la herramienta de la palabra, sino con su propio testimonio y acción. Actualmente son más de 11.000, casi la mitad de los que había en la década de 1990, cuando ascendían a 20.000. Su edad media es unos 73 años, lo que convierte en un reto el cambio generacional. Desde el Vaticano, no obstante, el mensaje es positivo. «España ha respondido de forma extraordinaria a las preparaciones del Mes Extraordinario Misionero. Las Pontificias Obras Misioneras españolas están haciendo un óptimo trabajo, rico en iniciativas», apunta Filoni. A su juicio, decir que los misioneros españoles son viejos es solo «una valoración sociológica». «Desde un punto de vista eclesial estas personas han sido grandes operadores misioneros en el pasado y han dejado el mundo lleno de frutos. Lo vemos en la vitalidad de las Iglesias jóvenes. Hay que agradecerles que hayan plantado esa semilla», manifiesta.
Es cierto que la Iglesia católica pierde vocaciones en Occidente, pero África y Asia le están dando el relevo. En los últimos 30 años, el número de seminaristas se ha triplicado en el continente negro y, en Asia, ha experimentado un espectacular aumento, con un 125 % más. «Los primeros misioneros en estos países han sido en su mayoría españoles. Esta ha sido su contribución a la vida misionera. Pero ahora los misioneros en esos países son sus propios habitantes», destaca el purpurado italiano. «La Iglesia es universal y hay que abandonar esta visión eurocentrista. La riqueza de la juventud está en otras partes del mundo. Hoy nuestra función en Europa es distinta», añade.
Una de las claves del Mes Misionero es que se extiende a todos los miembros de la Iglesia por igual. «El Papa está invitándonos a la misión ad gentes (misión a la gente) y a no quedarnos encerrados en la sacristía. Todos los bautizados, aunque no tengamos vocación de misioneros, podemos y debemos, amando nuestra fe, traer la fe al mundo», recalca. «La misión debe convertirse en el paradigma de la vida ordinaria y de toda acción de la Iglesia; se pide a todos los cristianos de sus diócesis, parroquias, movimientos y grupos eclesiales que se constituyan en estado permanente de misión», agrega.
El propio Papa aspiró a la vida misionera cuando todavía era un sacerdote jesuita afincado en Buenos Aires. Pero su vocación se vio frustrada. El entonces prepósito de la Compañía de Jesús, Pedro Arrupe, le frenó ante su delicada situación ya que carece de la mitad de un pulmón.
Victoria Isabel Cardiel C. / Ciudad del Vaticano
Imagen: El cardenal Fernando Filoni,
durante su visita pastoral a Angola, en noviembre de 2018.
(Foto: Vatican News)
Una reparadora de las heridas de la trata
La comboniana italiana Gabriella Bottani estuvo durante diez años «con las manos en la pasta» –como ella dice– en una de las favelas más peligrosas de Fortaleza, al norte de Brasil. Allí comenzó su labor como reparadora de las heridas que deja la explotación sexual en la infancia: «Durante mi experiencia al lado de niñas y niños que han sufrido estas vejaciones siempre me preguntaba: ¿De dónde viene la disfuncionalidad en nuestra sociedad que lleva los adultos a abusar sexualmente de niñas y niños? En el camino me he encontrado con personas que justificaban su acción. Que decían: “Son ellos los que nos seducen”. Por eso creo que debemos trabajar para cambiar las conciencias».
Para ella, los misioneros tienen que trabajar en contacto con las periferias humanas. «Es ahí donde encontramos a Cristo», destaca. Hace cinco años dejó el campo de batalla para dedicarse a la coordinación a nivel internacional de Thalita Kum, la red de congregaciones religiosas femeninas que lucha en primera línea contra la lacra de la trata de personas. Su último logro ha sido la constitución de la primera red interreligiosa en Medio Oriente, en la que además de monjas hay mujeres de otras religiones. «Es un trabajo muy duro, pero a la vez es muy reconfortante ver como en algunos países hemos logrado una estructura organizativa potente», explica Bottani. Su labor le llevó a recibir el premio Tip Report Hero. Héroes contra la trata de personas el pasado 20 de junio en Washington de manos del secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo.
A finales de septiembre las representantes de Talitha Kum celebraron con el Papa su décimo aniversario. Bottani asegura que nunca se deja de aprender. «Hoy sirvo a los que hacen este trabajo directamente con las víctimas. Es importante superar los roles del que salva y del que es salvado, del que libera y del que es liberado, del que sabe cuál es el camino y se lo indica a los demás. Han sido los niños con los que he trabajado en Fortaleza los que me han educado y me han enseñado el camino. Las personas a las que ayudamos no nos pertenecen. La única certeza es que Dios está con nosotros», dice.
Los
expertos señalan que la trata es el tercer negocio ilícito más lucrativo del
mundo. Según estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo, las
Naciones Unidas (ONU) mueve unos 150.000 millones de dólares; de los cuales dos
tercios proceden de la explotación sexual comercial. Para Bottani la clave para
luchar contra el monstruo de las mafias es desmantelar las desigualdades en las
estructuras de poder entre hombres y mujeres. «Es una tradición atávica donde
las mujeres son consideradas un cuerpo listo para usarse. Es preciso tutelar a
la mujer más allá de actitudes patriarcales como figuras plenas de dignidad y
igualdad», detalla.
Más de 2.000 religiosas forman parte de Talitha Kum que está presente en más de
90 países. El proyecto surge de la Unión Internacional de Superioras Generales
(UISG) en colaboración con la Unión de Superiores Generales (USG).
V. I. C. / Ciudad del Vaticano