A última hora de ayer, las autoridades marítimas italianas ofrecieron Messina como lugar de desembarco seguro para las 182 personas rescatadas que permanecen a bordo del Ocean Viking. El hecho de que Italia haya decidido abrir de nuevo sus puertos el día antes de la cumbre que tiene lugar en La Valeta nos hace concebir esperanzas de que las inhumanas políticas migratorias que llevamos viendo desde hace años puedan llegar a revertirse.
La reunión de La Valeta es una oportunidad única para que los líderes europeos comiencen a poner punto y final a las letales políticas de migración que han costado la pérdida de un innumerable número de vidas a lo largo de los últimos años.
Resulta vergonzoso que los líderes europeos hayan permitido que los desembarcos ad hoc se hayan convertido en algo normal. Sin embargo, durante más de un año, miles de hombres, mujeres y niños vulnerables que huían de los horrores de Libia han quedado varados en el mar durante días y semanas.
Se ha establecido un precedente peligroso: en los 15 meses transcurridos desde que se denegara la posibilidad de desembarcar al Aquarius, el primer barco de rescate en sufrir la política de puertos cerrados, ha habido otros 30 barcos en el Mediterráneo Central que se han tenido que enfrentar a situaciones de bloqueo similares. Sumados, todos estos barcos han estado un total de 261 días, casi nueve meses, en situación de bloqueo, sin poder acceder a un lugar seguro de desembarque y con personas rescatadas a bordo. Casi 4.000 hombres, mujeres y niños vulnerables han quedado varados en el mar durante largos periodos de tiempo mientras los líderes de la UE jugaban con su destino.
En MSF sabemos que los días e incluso las horas son importantes. En lo que va de año, 658 personas han perdido la vida en el Mediterráneo central. Y solo la semana pasada, otras 14 se ahogaron en un naufragio en la costa de Túnez. Cada día, cada hora, cada minuto que uno de los pocos barcos de búsqueda y rescate que quedan en el Mediterráneo central se ve obligado a perder para hacer un trayecto más largo de lo estrictamente necesario, o que estos barcos se quedan varados en el mar esperando autorización para poder dirigirse a un lugar seguro, se traduce en que hay un barco menos en la zona donde se producen los rescates, lo que incrementa enormemente el riesgo de perder más vidas.
Independientemente de lo que los Estados acuerden en La Valeta, e independientemente de lo importante que pueda ser el establecer un mecanismo de desembarco, cualquier conclusión que salga de la reunión de hoy seguirá siendo, al menos en gran medida, puramente simbólica. Hasta que los líderes europeos se comprometan seriamente a anteponer la vida de miles de personas a sus intereses políticos, el problema seguirá estando ahí. Es necesario que se vuelvan a poner en marcha las operaciones de búsqueda y rescate europeas y que estas sean proactivas y dedicadas, que se establezca un mecanismo permanente de desembarco que salvaguarde los derechos de los supervivientes y que se ponga fin al sistema de retornos forzados a Libia que Europa habilitó.
De lo contrario, el resultado de la reunión de hoy seguirá siendo, simplemente, un pequeño gesto simbólico que los Estados utilizarán para darse palmaditas en la espalda. Y seguirán haciendo caso omiso del verdadero coste humano que tienen las políticas migratorias que están vigentes a día de hoy en todo el continente europeo.
Hassiba Hadj-Sahraoui,
responsable de Asuntos Humanitarios de Médicos Sin Fronteras
para Libia y el Mediterráneo central.