El presidente descubrió una placa en agradecimiento al relojero que donó el Reloj al pueblo de Madrid en 1866
El reloj de la Puerta del Sol conserva al 98% su maquinaria original, tan precisa que sólo se retrasa cuatro segundos al mes
Los artesanos de Casa Losada lo revisan semanalmente y en los días previos a Nochevieja, todos los días
La Comunidad de Madrid ultima los preparativos para dar la bienvenida al nuevo año, de manera que el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, supervisó los ajustes y preparativos que se realizan al Reloj de la Puerta del Sol para que el día 31 esté en perfectas condiciones para dar las últimas doce campanadas que dirán adiós al año 2014.
Acompañado del consejero de Presidencia, Justicia y portavoz del Gobierno regional, Salvador Victoria, del delegado de las Artes del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Corral, y de Jesús López-Terrados, maestro Relojero de Casa Losada y responsable actual del mantenimiento del Reloj, González subió los 43 peldaños que dan acceso a la parte trasera de la esfera para comprobar la puesta a punto de la precisa maquinaria que da la hora a los madrileños y turistas que pasean por la las inmediaciones de la Puerta del Sol.
Previamente, el líder regional descubrió una placa conmemorativa en recuerdo y reconocimiento de José Rodríguez Losada, el Relojero que en el siglo XIX regaló a Madrid una de sus señas de identidad internacionales, el Reloj de la Puerta del Sol, que, además de servir de punto referencia para madrileños y visitantes, cada Nochevieja se convierte en protagonista absoluto en todo el territorio nacional cuando en la medianoche marca las tradicionales doce campanadas que dan paso a un nuevo año.
Con este gesto, el Gobierno regional quiere homenajear a este prestigioso relojero leonés, quien en 1860, estando afincado en Londres, construyó desde la capital británica un mecanismo que decidió donar al pueblo de Madrid. Más de un siglo y medio después, la maquinaria se convertiría en el Reloj más famoso de España, símbolo y emblema del pueblo de Madrid.
“La ciudad de Madrid y, por ende, el Gobierno regional, estábamos en deuda con este artesano, y es de justicia reconocer no sólo el gran trabajo que realizó este artesano, sino también su gesto al regalar esta joya al pueblo de Madrid y la labor que han desarrollado todos los artesanos que desde su construcción han cuidado y velado por el Reloj”, explicó el presidente, quien, en nombre de todos los madrileños, aseguró sentirse enormemente agradecido a todos estos artesanos Relojeros.
Conserva el 98 por ciento de su maquinaria
El Reloj de la Puerta del Sol, el más famoso y popular de España, fue construido en Londres a finales del siglo XIX por el español, afincado en la ciudad inglesa, José Rodriguez Losada (Iruela, León 1797–Londres 1870), quien lo donó a la Villa de Madrid. Fue en 1866 cuando se inauguró en lo alto de la Real Casa de Correos.
El histórico Reloj actual conserva en un 98% su maquinaria original y desde 1996 es revisado cada semana por los Relojeros de Casa Losada, encargados de su cuidado; en los días previos a las campanadas comprueban a diario su estado y precisión. En la media noche del 31, serán tres maestros de esta prestigiosa Casa (Pedro y Santiago Ortiz y el propio López-Terrados) los que permanecerán en la torre del edificio velando por que todo esté en orden.
El Reloj, que está sincronizado con el Observatorio Astronómico Nacional, cuenta con una maquinaria fácilmente desmontable -ya que cualquiera de sus piezas se pude desarmar por separado sin necesidad de tener que desmontar el Reloj– y especialmente precisa que posibilita que sólo se retrase cuatro segundos al mes. Esa precisión es en parte debida a la presencia de un gran péndulo de tres metros de longitud que tarda dos segundos en realizar su recorrido.
Entre las curiosidades del funcionamiento del Reloj durante las campanadas destaca que 28 segundos antes de la media noche se produce el descenso de la gran bola que indica que el año está a punto de terminar y que da paso a “los cuartos” que preceden a las doce campanadas. Éstas repicarán a las doce en punto de la noche con un intervalo de tres segundos para finalmente dar la bienvenida al año nuevo.
La tradición de las doce uvas
La tradición de las doce uvas que se toman al ritmo de las campanadas tiene un origen confuso. La explicación más extendida es la que afirma que en el otoño de 1909 hubo una gran cosecha de uva y que se decidió repartir ese excedente entre las personas congregadas en la Puerta del Sol para celebrar el fin de año. Parece ser que algunos de los que allí estaban decidieron comer una uva por cada campanada, siendo imitados por el resto, y a partir de entonces se convirtió en una costumbre que hoy es una tradición arraigada en nuestra cultura.