Con esta exposición el Museo Arqueológico Regional abre un nuevo espacio donde mostrará de forma periódica sus fondos
Se trata de una especie de hace casi 100.000 años, ya extinguida, de la que apenas hay rastro en Europa
El Haploidoceros mediterraneus, hallado en Getafe, se ha restaurado íntegramente en este museo. Son los restos mejor conservados de este cérvido hasta el momento
La Comunidad de Madrid presentó en el Museo Arqueológico Regional, por primera vez, el esqueleto completo de un ciervo que vivió hace 84.000 años en Madrid, hallados en Getafe en 2004 y que han sido restaurados íntegramente en este museo. El Haploidoceros mediterraneus es una especie ya extinguida, y de la que apenas hay rastro en Europa.
Con esta muestra, que permite contemplar el esqueleto mejor conservado de este cérvido hasta el momento, el Museo inaugura El presente de la arqueología madrileña, un nuevo espacio donde se expondrán al público, de forma periódica, los diferentes fondos del museo y piezas de especial relevancia científica. Así lo explicó el director general de Patrimonio Histórico, Fernando Carrión, durante su visita al MAR, en la que estuvo acompañado del director del Museo, Enrique Baquedano.
Este nuevo proyecto expositivo permitirá al público saber más acerca del Haploidoceros mediterraneus, del que prácticamente no se tenía noticia hasta ahora.
La especie de cérvido menos conocida
El Haploidoceros mediterraneus es, probablemente, la especie de cérvido europeo menos conocida. En el sur de Francia ha sido identificado únicamente en dos yacimientos de finales del Pleistoceno Medio y comienzos del Pleistoceno Superior (hace entre 350.000 y 90.000 años). En la Península Ibérica sólo ha sido reconocida en la Cova del Rinoceront (Castelldefels), en niveles de hace 90.000 años.
Se recuperaron en 2004, en la excavación del yacimiento de Preresa (Getafe), bajo la dirección de Joaquín Panera y Susana Rubio, arqueólogos colaboradores del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, no ha sido hasta su paso por el taller de restauración cuando se han podido asignar a esta nueva especie.
Su distribución, presente únicamente en yacimientos del suroeste de Europa, sugiere que se trataba de una animal adaptado a sobrevivir en climas cálidos. Su extinción estuvo probablemente relacionada con el cambio climático hacia condiciones más frías que experimentó el continente europeo con la llegada de la última glaciación.
El estudio, realizado por Jan van der Made, paleontólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y profesor de investigación del CSIC, ha permitido apreciar su similitud con otros restos procedentes de yacimientos del sur de Francia, donde esta especie fue definida.
Toros salvajes o mamuts
Los estudios sobre la fauna del yacimiento, realizados por el zooarqueólogo y profesor de Prehistoria de la Universidad Complutense José Yravedra, indican que esta especie se encontraba acompañada por otros mamíferos de tamaño grande como el uro (toro salvaje gigante), el corzo, la cabra montés, el zorro, el lince y el lobo, además de un proboscídeo (mamut o elefante de defensas rectas).
En Preresa se han encontrado también útiles líticos y marcas de corte y percusión en la superficie de los huesos, evidencias del consumo de los animales por parte de los neandertales. Esta es la especie de homínido que vivió hace 84.000 años en el valle del Manzanares y que, probablemente, cazó y consumió los ejemplares de este cérvido tan peculiar presentes en Preresa.
Estas primeras ocupaciones documentadas se produjeron cuando diferentes grupos de cazadores recolectores del Paleolítico antiguo y medio establecieron sus campamentos en las riberas de los ríos. Con especial incidencia en los tramos inferiores de los valles del Jarama y Manzanares, donde se conocen numerosos yacimientos que ilustran las distintas actividades realizadas por estos homínidos: la captación de sílex (Ahijones y
Cañaveral, en Vicálvaro), la caza de grandes mamíferos (elefantes, uros, ciervos) para el aprovisionamiento de carne (Áridos, Arriaga, Preresa), o pequeños campamentos estacionales en un meandro del río (Valdocarros).
En este contexto es donde hay que situar este excepcional hallazgo que el museo da a conocer, contando con el privilegio de exponer los restos mejor conservados de entre las escasísimas muestras de esta especie.