El auge del fútbol femenino ha traído aire fresco a un deporte excesivamente marcado por los fichajes millonarios y salpicado por los escándalos de corrupción en su vertiente masculina. Recién llegada del Mundial de Francia, Irene Paredes, capitana de la selección española y una de las mejores futbolistas del mundo, habla con Alfa y Omega.
Uno de los mayores reproches que se suele hacer al fútbol –al masculino, el mayoritario– es que ha perdido su esencia, que se ha alejado de los aficionados para echarse en manos del negocio, del dinero. Fichajes millonarios, evasión de impuestos, irregularidades en la elección de las sedes de los torneos –Catar, por ejemplo– o la imagen de los máximos mandatarios del fútbol mundial arrestados mancillan un deporte que, sin embargo, se resiste a perder sus valores. Porque, como suele repetir el Papa Francisco cuando habla sobre el tema, el deporte puede transformar la sociedad si promueve «una cultura de diálogo y de encuentro respetuoso».
Es en este contexto en el que ha explotado el fútbol femenino, arropado por las corrientes sociales que luchan contra la discriminación por sexo, la desigualdad y la falta de oportunidades. En nuestro país, el fútbol practicado por mujeres ha batido récords de asistencia hasta los 60.000 espectadores –la primera vez que se alcanza esta cifra a nivel mundial– que se congregaron en el Metropolitano de Madrid para presenciar en marzo un enfrentamiento entre el Atlético de Madrid y el Fútbol Club Barcelona. El colofón ha sido el Mundial Femenino de Francia, que concluye este domingo y en el que la selección española ha alcanzado nuevas cotas: primera victoria en un partido de un Mundial y primera participación en octavos de final.
Esta corriente femenina ha venido acompañada de importantes reivindicaciones como que se dote de más recursos al fútbol formativo femenino, que se retribuyan de la misma manera los premios masculinos y los femeninos o que se proteja a las futbolistas cuando deciden ser madres, de modo que no tengan que abandonar su carrera.
Irene Paredes (Legazpi, Guipúzcoa, 1991) es una de las capitanas de la selección española de fútbol y juega en el Paris Saint Germain. Ha participado en dos mundiales –los únicos en los que estuvo presente España– jugando todos los minutos. En 2018 fue elegida –la primera española en alcanzarlo– en el once ideal de FIFPro, una organización internacional de futbolistas. Es una de las mejores centrales del mundo y una de las mejores futbolistas españolas de la historia. A pesar de este currículum tan completo, destaca por su humildad, el valor que cree que las futbolistas están recuperando para el fútbol.
Pocos días después de caer eliminadas injustamente ante Estados Unidos, el mejor equipo del mundo, Irene Paredes vuelve a entrar en contacto con el balón en su primer campus de fútbol para niños y niñas en su pueblo, donde ella dio sus primeros toques siendo muy pequeña y donde tuvo que esperar hasta los 14 años para jugar con un equipo femenino sénior pues no había categorías inferiores. «Hoy hay una escuela y las chicas tienen la opción de elegir si quieren jugar al fútbol», explica en entrevista con Alfa y Omega.
Un camino lento
Hoy varias niñas lucen camisetas de fútbol en el pueblo, algunas con su nombre, pero cuando ella empezaba era la única. Y tuvo que escuchar «comentarios machistas o desproporcionados, algunos queriendo y otros sin querer». Todo eso ha cambiado bastante, pero también es cierto que queda mucho camino por recorrer: «Me siento afortunada porque ahora puedo vivir del fútbol, pero esto no era así hace poco. Aunque también tengo que decir que va más lento de lo que nos gustaría. Con respecto al masculino, las diferencias son abismales tanto en el mundo profesional como el amateur. Por ejemplo, un caso muy concreto, a veces, a los equipos femeninos se les suelen dar los peores horarios de entrenamiento y se les asigna el peor entrenador», añade.
Si bien es cierto que hay muchas cosas que mejorar en igualdad de derechos y oportunidades, la capitana de la selección española reconoce que hay valores que mantener y que el fútbol masculino ha perdido. Habla de la «humildad», del ambiente sano que se respira en las competiciones de chicas o de la importancia que las futbolistas dan a los estudios y a su formación. Muchas de las jugadoras españolas que participaron en el Mundial se llevaron los apuntes y los libros a la concentración previa e incluso hicieron algún examen. Irene Paredes se libró, pues ella ya es licenciada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, tiene un máster en Formación de Profesorado y este año ha hecho un curso de inteligencia emocional en la UNED. «Esto se debería mantener, pues no solo somos referentes como futbolistas sino también como personas. Cuando te formas eres más completa. Nosotras lo hemos hecho muchas veces por necesidad, porque hasta hace poco no podíamos vivir del fútbol o porque no sabemos qué va a pasar cuando lo dejemos. Las jóvenes, que son ya profesionales, aunque no necesitan estudiar lo siguen haciendo. Dice mucho de estas mujeres. En el fútbol masculino no es tan habitual, pues si un hombre consigue ser profesional probablemente puede vivir de lo que ha ganado», apunta.
En otro de los aspectos en los que las chicas han metido un gol a los chicos es en el campo de la solidaridad. Por ejemplo, de todos los futbolistas enrolados en la iniciativa Common Goal –que dona el 1 % del salario para proyectos de desarrollo– liderada por Juan Mata, la mitad son mujeres futbolistas, un porcentaje que, si lo comparamos con el número de profesionales mujeres en el mundo del fútbol, las deja en muy buen lugar. Según Paredes, es para estar orgullosas, aunque «la cantidad que aportemos [por los sueldos] sea menor que la de los hombres. Y añade: «Quizá seamos más solidarias porque nos ha costado más llegar a donde estamos y porque somos conscientes de que somos afortunadas. Con poco se puede cambiar el mundo». Ella colabora, en concreto, con un proyecto de emancipación de la mujer en India.
Aunque se resista a reconocerlo, la futbolista del PSG es un referente hoy del fútbol femenino, referente para niñas y niños, como su buena amiga Vero Boquete –la futbolista gallega pone el nombre al estadio de Santiago de Compostela–, Jenni Hermoso, Vicky Losada o Sandra Paños. Nombres que han hecho historia y que quedarán sellados en el imaginario colectivo del fútbol. «Pero hay muchas mujeres que estuvieron antes, cuyos nombres no conocemos ni hemos visto sus fotos. Esas son las verdaderas pioneras, las que han hecho posible que hoy nosotras estemos luchando por mejores condiciones, por ser más visibles. Nos hemos aprovechado de la ola e intentamos hacerla más grande», concluye Paredes.
Fran Otero
Imagen: La capitana de la selección española de fútbol femenino,
Irene Paredes, durante el partido que enfrentó a España
con Estados Unidos, en el Mundial de Francia. (Foto: AFP/Franck Fife)