A pesar del calor, más de 12.000 personas se han reunido el domingo, 30 de junio, en el cerro de los Ángeles para renovar la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús. «Este Pueblo que camina en España quiere renovar y consagrarse y consagrar a España una vez más al Corazón de Jesús. Somos el Pueblo de Dios que vive entre el pueblo que camina en España, sentimos el gozo de sabernos hermanos de todos los hombres», ha señalado el cardenal Carlos Osoro a los presentes y a todos los que seguían la celebración por televisión.
El arzobispo de Madrid ha recordado en su homilía que el Señor dio la misión a los cristianos de «no desentendernos de nada que afecte al ser humano ni de nadie» y ha incidido en que un pueblo «crece si se preguntan todos los que pertenecen a él, aunque sea desde perspectivas distintas, pero con convicción profunda, ¿quién es mi prójimo?».
En este sentido, ha subrayado que «la única manera de construir lazos sociales entre los hombres, de vivir en amistad y paz, es comenzar reconociendo al otro como prójimo», entendiendo «al hombre como fin y nunca como un medio». «El otro, nos enseña Jesús, no es mi competidor, ni mi enemigo, es mi hermano sea quien sea –ha abundado–. El samaritano se pone al herido que encuentra en el camino sobre el hombro y asegura que reciba cuidado. Nos enseña lo que es el amor de Dios y el amor al prójimo».
El purpurado ha reconocido, asimismo, la labor de tantas instituciones volcadas en el trabajo con «pobres tirados», enfermos, menores o ancianos, que hacen «perdurable» este amor. «Hubo hombres y mujeres que amaron y cuando estaban dando de comer o visitando, amaban con el amor mismo de Dios. El amor de Dios es necesario para perdurar, si no estas instituciones desaparecen con el promotor», ha explicado.
Por último, ha animado a todos los presentes a renovar su encuentro personal con Jesús y a seguirlo para convertirse en «testigos del amor» en los caminos reales de los hombres. «Donde no hay amor no hay futuro –ha desgranado–, donde solamente se piden cuentas y no se da la mano, donde se abren muros y no se crean pistas para comunicarnos, donde no se hacen puentes sino que se derriban, no hay presente ni futuro».
Con el cardenal Osoro han concelebrado el obispo de Getafe, monseñor Ginés García Beltrán, y su auxiliar, monseñor José Rico Pavés, así como los cardenales Antonio María Rouco Varela, Carlos Amigo y Aquilino Bocos; el nuncio de Su Santidad, monseñor Renzo Fratini; el arzobispo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez Plaza; el arzobispo castrense, monseñor Juan del Río; el arzobispo de Burgos, monseñor Fidel Herráez; el arzobispo de la Seo de Urgel, monseñor Joan Enric Vives; el obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla; el obispo de Coria Cáceres, monseñor Francisco Cerro; el obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla; obispos auxiliares de Madrid; los eméritos monseñor Joaquín López de Andújar y monseñor Antonio Algora; vicarios generales de las tres diócesis de la provincia eclesiástica, y numerosos presbíteros.
«La humanidad herida por el mal y el pecado necesita siempre la misericordia divina»
Tras agradecer a todos los presentes haberse desplazado al cerro de los Ángeles y tener unas palabras para quienes en este momento combaten las llamas en Cenicientos y Cadalso, monseñor García Beltrán ha destacado que la imagen que preside el lugar «abre los brazos para acoger a todos». «Es el abrazo del amor de Dios a la humanidad, creada con bondad y belleza a imagen del Creador, pero herida por el mal y el pecado que necesita siempre la misericordia divina», ha aseverado.
Por su parte, monseñor Fratini ha leído la bendición apostólica del Papa Francisco, quien «los anima a que, contemplando a Cristo Nuestro Señor, entregado por amor para nuestra salvación, sean testigos de su presencia viva en medio nuestro, de modo que pueda ser conocido y amado y reinar en el corazón de los hombres, en los hogares y en los diferentes ámbitos de la sociedad».
Infomadrid/R. Pinedo
Fotos: Diócesis de Getafe