La catedral de León fue atacada con piedras y la de Managua fue asediada por la Policía.
La Iglesia ha vuelto a convertirse en uno de los objetivos prioritarios de las turbas pro Gobierno en Nicaragua. Es lo que se deduce después de los últimos ataques contra templos católicos, que afectaron tanto a la catedral de Managua como la de León.
En la capital del país, la Policía de Nicaragua atacó la catedral metropolitana al acoger el domingo a cientos de manifestantes antigubernamentales en una Misa de acción de gracias por la libertad de los que la oposición considera «presos políticos».
También fue atacada la catedral de León el sábado por celebrar una Eucaristía con idénticas peticiones. Los seguidores de Ortega se apostaron ante el templo –incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad, a 90 kilómetros al noroeste de Managua– e irrumpieron con piedras cuando un grupo de manifestantes opositores demandaban justicia para las víctimas de las protestas, según los afectados.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció ambos ataques a través de Twitter: «La PN (Policía Nacional) disparó ayer balas de goma, bombas lacrimógenas y aturdidoras contra manifestantes, tras Misa por excarcelados políticos, 24 horas después del ataque de civiles a la Catedral de León».
El organismo interamericano de derechos humanos advirtió de que los ataques «a la actividad religiosa y a la protesta social vulneran la libertad de culto y de expresión».
Desde abril de 2018, Nicaragua vive una crisis sociopolítica que ha dejado al menos 325 muertos, según la CIDH, aunque organismos locales elevan la cifra a 594 y el Gobierno reconoce 199.
Alfa y Omega/EFE
Foto: EFE/Jorge Torres