Francisco ha encontrado, el pasado 15 de diciembre, a los directivos y trabajadores de la cadena de televisión de la Iglesia italiana TV2000, con los que ha querido compartir tres tareas sobre el papel del comunicador recordando que »los medios de comunicación católicos tienen una misión muy difícil: preservar la comunicación social de todo lo que la deforma y la doblega a otros fines… A menudo la comunicación ha sido sometida a la propaganda, a las ideologías, a los fines políticos o de control de la economía y la técnica. En cambio, lo que sienta bien a la comunicación es, en primer lugar, la parresia, es decir el valor de hablar a la cara, con franqueza y libertad. Si en cambio nos preocupamos por los aspectos tácticos, nuestro hablar será artefacto…. Y así no se comunica nada. La libertad es también la que se tiene respecto a las modas, a los lugares comunes, a las fórmulas confeccionadas…. Hay que despertar la palabra, porque cada palabra tiene dentro de sí una chispa de vida..Y este es el primer deber del comunicador: despertar la palabra».
En segundo lugar, la comunicación debe evitar siempre tanto el »llenar» como el »cerrar». »Se llena -dijo Francisco- cuando se satura la percepción con un exceso de eslogan, que en vez de activar el pensamiento lo anula. Se cierra, cuando en lugar de recorrer el camino largo de la comprensión, se elige el atajo de presentar a un individuo como si pudiera resolver todos los problemas, o, por el contrario, como chivos expiatorios sobre los que descargar todas las responsabilidades. Correr inmediatamente hacia la solución, sin tomarse la fatiga de presentar la complejidad de la vida».
Francisco mencionó como tercera tarea el »hablar a la persona toda entera». Para ello es necesario »evitar los pecados de los medios de comunicación, la desinformación, la calumnia y la difamación» ya que »una comunicación autentica no se preocupa de llamar la atención… Hay que hablar a las personas enteras, dirigiéndonos a su mente y a su corazón, para poder ver más allá del inmediato, de un presente que se arriesga a ser olvidadizo y temeroso del futuro…De estos tres pecados… en la comunicación el peor es la desinformación porque te lleva a equivocarte, al error a creer solo una palabra de la verdad».
Esas tres tareas hacen concreta »la cultura del encuentro, tan necesaria en un contexto cada vez más plural. Con el enfrentamiento -concluyó- no se llega a ninguna parte. Crear una cultura del encuentro: es un buen trabajo para vosotros».