En la entraña del Informe Foessa hay una llamada clara a no caer en el desaliento y a superar una cierta fatiga de la compasión. Hay una propuesta urgente para que construyamos la conversación cívica y podamos definir qué clase de sociedad queremos cimentar.
Se ha presentado el VIII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España, de la Fundación Foessa, cumpliendo su compromiso iniciado hace más de 50 años. Con la publicación en 1965 del Plan Nacional de Promoción, Asistencia Social y Beneficencia de la Iglesia (conocido como Plan CCB) y, especialmente, un año más tarde con la publicación del I Informe Foessa se comenzó con una fecunda tradición, impulsada por Cáritas, que llega hasta nuestros días. La historia de la sociología empírica en España no es comprensible sin el impulso modernizador que supusieron aquellos primeros informes.
Desde el inicio, los informes Foessa nacieron con una intencionalidad práctica. No se trataba de comprender la realidad, como mero ejercicio teórico, sino de comprenderla para transformarla. Foessa, en el horizonte que planteaba la Doctrina Social de la Iglesia con el clásico dinamismo de ver-juzgar-actuar, no propone un mero acercamiento teórico al mundo, sino que nos plantea un itinerario vital para transformarlo desde los valores del Evangelio. Por ello la aproximación interpretativa, como elemento clave y específico, brota desde la opción preferencial por los pobres. Desde su nacimiento, Foessa entendió que ponderar, analizar y estimar la realidad exige un esfuerzo ingente desde las ciencias sociales para no caer en un mero asistencialismo sentimental. Esta es la tarea que sigue viva en este informe. Comprender la realidad para transformarla desde el lugar social de los olvidados y descartados.
Estamos hablando de un estudio riguroso y consistente metodológicamente. Más de 125 investigadores pertenecientes a 30 universidades e instituciones de investigación han participado en la elaboración del informe. Al mismo tiempo, estos análisis están amasados y contrastados desde la experiencia de la acción sociocaritativa de Cáritas. Por ello, no es solo un estudio riguroso y consistente, sino que también es coherente con la práctica que desarrolla Cáritas desde miles de parroquias y personas comprometidas en lo social. Es un acercamiento teórico a la realidad desde la realidad de la práctica.
Las cuatro D
Son muchísimos los datos, las reflexiones y las interrogantes que atesoran este VIII Informe Foessa. En realidad, nos propone una narrativa que intercala la explotación exhaustiva de datos, los análisis de valores y las propuestas de horizontes de acción. Un relato que delinea un modelo social en transición que está construyendo, en muchas facetas, una sociedad fragilizada y vulnerable. En un ejercicio osado podemos sintetizar el contenido del informe desde cuatro D: desigualdad, desvinculación, demografía y democracia.
La desigualdad es una realidad profundamente asentada en nuestra sociedad y especialmente agravada en la última crisis. El ascensor social que posibilitó crear una cierta movilidad parece haberse averiado consolidando un espacio ancho y profundo en la exclusión social. El empleo mecanismo clásico de movilidad, aunque ha tenido una evolución positiva en cuanto a las tasas de desempleo, se ha precarizado tanto (14 % son trabajadores pobres en nuestro país) que está consolidando la exclusión social.
Esta desigualdad, en un contexto ético individualista y utilitario, está conformando una sociedad desvinculada. Una realidad en la que algunos defienden su posición social integrada frente a otros que sufren la exclusión social. Un dato esclarecedor es observar cómo en el espacio de integración social plena hemos llegado a situaciones precrisis. Sin embargo, el espacio de la exclusión se ha consolidado (18,4 %). Es más, la exclusión severa se ha profundizado, llegando al 8,8 % frente al 6,3 % en el 2007.
La tendencia demográfica al envejecimiento nos plantea retos enormes en una sociedad de los cuidados. Si hoy cuatro abuelos cuidan de un nieto, mañana un nieto cuidará de cuatro abuelos. Repensar los cuidados, la procura y la atención a las personas es una urgente necesidad que nos propone el informe. Por último, podemos observar que no solo está creciendo un precariado social, sino que las personas excluidas forman parte de un precariado político (democracia precaria). Su voz no es tenida en cuenta, su participación política es débil (hay barrios periféricos con una abstención del 75 %) y sus demandas no se articulan en el espacio público ahondando en su desvinculación social.
En la entraña del Informe Foessa hay una llamada clara a no caer en el desaliento y a superar una cierta fatiga de la compasión. Hay una propuesta urgente para que construyamos conversación cívica y podamos definir qué clase de sociedad queremos cimentar. Y para ello deberemos transitar de la realidad que vemos a la realidad que es.
Sebastián Mora
Universidad Pontificia Comillas.
Patrono de la Fundación Foessa