«No solo la caridad que no llega al bolsillo es una falsa caridad, sino que la caridad que no implica el corazón, el alma y todo nuestro ser es una idea de caridad que aún no se ha realizado». Así lo aseguró el Papa la mañana del lunes 27, durante su encuentro con los participantes en la XXI Asamblea General de Cáritas Internationalis, reunidos en Roma desde el 23 hasta el martes 28 de mayo. Francisco recordó a las 400 personas presentes en la Sala Clementina la importancia de «no caer en la tentación de vivir una caridad hipócrita o engañosa, una caridad identificada con la limosna, con la beneficencia, o como una píldora calmante para nuestras conciencias inquietas».
El Papa aseguró a los miembros de Cáritas Internationalis, reunidos en Roma para su XXI Asamblea General, que «si considerásemos la caridad como un servicio, la Iglesia se convertiría en una agencia humanitaria y el servicio de la caridad en su departamento de logística». Además, recordó que no se puede vivir la caridad «sin tener relaciones interpersonales con los pobres», que «no son números, sino personas». Con ellos se aprende a «practicar la caridad en el espíritu de la pobreza, aprendemos que la caridad es compartir».
Francisco advirtió que «no solo la caridad que no llega al bolsillo es una falsa caridad, sino que la caridad que no implica el corazón, el alma y todo nuestro ser es una idea de caridad que aún no se ha realizado». Y pidió tener cuidado de «no caer en la tentación de vivir una caridad hipócrita o engañosa, una caridad identificada con la limosna, con la beneficencia, o como una píldora calmante para nuestras conciencias inquietas». De ahí la invitación a «evitar asimilar el trabajo de la caridad con la eficacia filantrópica, o con la eficiencia de la planificación, o con una organización exagerada y efervescente».
«Es escandaloso ver a los operadores de la caridad que la convierten en negocio», añadió a continuación. Y se refirió a aquellos que hablan de caridad «pero viven en el lujo u organizan foros sobre caridad desperdiciando tanto dinero innecesariamente. Duele mucho ver que algunos operadores de caridad se convierten en funcionarios y burócratas» aseveró. Por ello, el Papa reiteró una vez más que caridad es «el deseo de vivir con el corazón de Dios que no nos pide tener un amor genérico, afecto, solidaridad, etcétera… hacia los pobres, sino de encontrar a Él mismo en ellos con el estilo de la pobreza».
Desarrollo integral como antídoto a la indiferencia
Francisco aludió en su discurso a otra palabra clave en el ámbito humanitario: desarrollo integral. A este respecto, el Pontífice explicó que «en el servicio de la caridad está en juego la visión del hombre, que no puede reducirse a un solo aspecto, sino que implica a todo el ser humano como hijo de Dios, creado a su imagen». Los pobres, puntualizó, «son sobre todo personas, y sus rostros ocultan el de Cristo mismo. Y como signos de su cuerpo crucificado tenemos el deber de alcanzarlos incluso en los suburbios más extremos y en los sótanos de la historia con la delicadeza y la ternura de la Madre Iglesia. Debemos aspirar a la promoción de toda la persona y de todos los hombres para que sean autores y protagonistas de su propio progreso». Por tanto, «el servicio de la caridad debe elegir la lógica del desarrollo integral como antídoto a la cultura del descarte y de la indiferencia».
Atención espiritual a los pobres
El Papa quiso también recordar a los miembros de Cáritas que «la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual» porque, precisó, «la gran mayoría de los pobres tienen una apertura especial a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad». Por eso , «la opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria».
Finalmente, el Santo Padre se refirió a una tercera palabra: comunión. Una palabra «central en la Iglesia» porque «define su esencia». Es la comunión en Cristo y en la Iglesia «la que anima, acompaña y sostiene el servicio de la caridad, tanto en las propias comunidades como en las situaciones de emergencia en todo el mundo». De este modo, «la diaconía de la caridad se convierte en un instrumento visible de comunión en la Iglesia» y por eso Cáritas, como confederación, está acompañada por el Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral.
Alfa y Omega