MSF considera clave ampliar el acceso a antídotos seguros y mejorar las herramientas de control frente a una crisis que afecta, sobre todo, a la población rural pobre.
MSF celebra la estrategia de la OMS pide a Gobiernos y donantes que intensifiquen y apoyen el plan de acción con urgencia.
5,4 millones de personas son mordidas por serpientes cada año, 2,7 millones resultan envenenadas, 100.000 fallecen y 400.000 quedan desfiguradas o discapacitadas de por vida.
La ofidiasis mata a más personas que cualquier otra enfermedad de la lista de Enfermedades Tropicales Desatendidas de la OMS.
Médicos Sin Fronteras (MSF) acoge con satisfacción la publicación de la tan esperada estrategia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre prevención y control del envenenamiento por mordedura de serpiente (ofidiasis). El plan de acción de la OMS contiene objetivos ambiciosos como reducir a la mitad el número de fallecimientos y de casos de discapacidad por mordedura de serpientes para 2030. Para ello, Gobiernos e instituciones donantes deben incrementar su respuesta y reaccionar a las mordeduras de serpiente con la urgencia y la atención que exige esta crisis olvidada de salud pública.
«Somos cautelosamente optimistas respecto a que la estrategia de la OMS podría constituir un punto de inflexión para abordar esta afección. Gobiernos, donantes y otros actores interesados no deben desperdiciar esta oportunidad. Es el momento para que brinden un apoyo político y financiero concreto para garantizar su éxito», afirma Julien Potet, asesor de Políticas sobre enfermedades tropicales desatendidas de la Campaña de Acceso de MSF. «Es hora, de una vez por todas, de que todos aprovechen este impulso y eviten las muertes y discapacidades evitables que las mordeduras de serpientes causan», añade Potet.
MSF considera muy positivo que la estrategia multifacética incluya una recomendación clara para que los sueros antiofídicos actuales y futuros sean seguros y asequibles, así como planes ambiciosos para aumentar las tasas de tratamiento y el acceso a antídotos en las regiones afectadas. La estrategia también enfatiza la necesidad de concienciar sobre prevención, primeros auxilios y dónde buscar el tratamiento adecuado a través de la educación y formación a nivel comunitario del personal médico, especialmente de aquellos involucrados en servicios médicos de urgencia y en atención primaria de salud. Las directrices clínicas asegurarán aún más el uso adecuado de contravenenos caros y reducirá las pérdidas por parte del personal médico.
Los más pobres, los más afectados
Se estima que, cada año, 5,4 millones de personas son mordidas por serpientes. Hasta 2,7 millones resultan envenenadas, 100.000 fallecen por ello y 400.000 quedan desfiguradas o discapacitadas de por vida. El envenenamiento por mordedura de serpiente afecta principalmente a la población rural pobre, incluidos trabajadores migrantes, agricultores y personas desplazadas que huyen de los conflictos o la violencia. Las toxinas matan a más personas que cualquier otra enfermedad en la lista de Enfermedades Tropicales Desatendidas de la OMS.
MSF ha sido testigo del impacto devastador de las mordeduras de serpientes en las víctimas, sus familias y comunidades en muchos de los lugares donde trabaja. Aparte de las víctimas mortales y las discapacidades graves, los supervivientes de mordeduras de serpientes suelen padecer estigma y discriminación, y muchas familias se ven obligadas a endeudarse en sus intentos de conseguir tratamiento.
Sin embargo, la respuesta global a esta trágica situación ha sido, hasta fechas recientes, decepcionante. Los intentos de abordar esta crisis en las últimas tres décadas han fracasado, y los fondos nacionales e internacionales actualmente asignados por Gobiernos y donantes para acabar con esta lacra siguen siendo del todo insuficientes. Como resultado, la financiación de la atención y del tratamiento de la mordedura de serpiente recae, principalmente, en unas víctimas que poseen recursos limitados y escasa voz política. El lanzamiento de la estrategia de la OMS, con requisitos claros de financiación constituye, por tanto, un gran paso adelante. Un paso que MSF espera que conduzca a acciones exitosas y rápidas.
«El impacto que el envenenamiento por mordedura de serpiente produce en personas de todo el mundo supone una epidemia oculta», afirma el Dr. Gabriel Alcoba, asesor de Medicina Tropical de MSF. «Nos anima ver que la estrategia de la OMS hace hincapié en el empoderamiento de las comunidades y el fortalecimiento de los sistemas de salud para reducir la carga mundial que genera. La ofidiasis debe enfrentarse de manera integral y centrada en el paciente, incluso a través de programas de salud preventivos a nivel comunitario que pueden reducir de manera considerable el riesgo de sufrir mordeduras de serpiente», agrega Alcoba.
La mordedura de serpiente es curable. Sin embargo, la gran mayoría de las víctimas de no pueden acceder a un tratamiento efectivo. El coste de las dosis de suero antiofídico necesarias puede ascender a cientos de dólares y es habitual que, especialmente en zonas rurales, no haya antídotos disponibles y falten ambulancias y personal sanitario capacitado.
Debido a los precios relativamente altos de los antisueros, los pacientes suelen tener que recurrir a terapias tradicionales no probadas o productos contravenenos más baratos y de una calidad cuestionable, lo que se traduce incluso en un incremento de la tasa de letalidad y discapacidad causada por la mordedura de serpiente. Varias empresas farmacéuticas detuvieron la producción de antídotos destinados a su uso en África, porque los productos no eran lo suficientemente lucrativos. Esta suspensión aumenta el riesgo de una gran crisis de suministro de antisueros.
A medida que los gobiernos implementan la estrategia de la OMS, se deben tomar medidas concretas para ampliar el acceso a los antídotos seguros que ya existen en el mercado y priorizar el desarrollo de nuevas y mejores herramientas contra el envenenamiento por mordedura de serpiente.
«Se podrían salvar muchas más vidas si todas las víctimas tuvieran acceso a una atención oportuna y adecuada, incluidos los antídotos», recalca Potet. “Para garantizar el acceso a antisueros asequibles y de calidad garantizada, debe evaluarse con urgencia la efectividad de los productos existentes y comprometer fondos adicionales para desarrollar un mecanismo internacional que subvencione y garantice un suministro estable de suero antiofídicos. Los contravenenos deben estar disponibles de forma gratuita para los pacientes intoxicados por mordedura de serpiente venenosa para quienes el acceso a tratamiento es una cuestión de vida o muerte», concluye el experto de MSF.
Implicación de MSF
En 2017, MSF ingresó en sus hospitales a más de 3.000 pacientes en sus clínicas por mordedura de serpientes, la mayoría de ellos en África subsahariana y Oriente Próximo. La mitad de ellos requirieron tratamiento antiofídico que MSF ofrece de forma gratuita. Los países en los que MSF trató a más pacientes fueron República Centroafricana, Sudán del Sur, Etiopía y Yemen. La organización médico-humanitaria también trató a un número importante de personas en Tanzania, Kenia, Camerún, Sudán y Sierra Leona.
Testimonios de pacientes por morededura de serpientes
Athian Akol Madut, 39 años. Tío de Awien Maguor, diez años. Originarios de Agache, a 3 horas a pie del hospital de Agok.
Mi sobrina fue mordida por una serpiente en el brazo en la noche mientras dormía. La tratamos como nos decían los miembros de la comunidad. Capturamos una rana, la cortamos en dos y la colocamos en la herida para evitar que el veneno se propagara. Le dimos huevo crudo para hacer que vomitara, pero no funcionó. Así que también le hicimos una poción hecha de semillas y hojas molidas, pero no vomitó. No mejoraba y la hinchazón seguía así que decidimos ir al hospital. Estaba mareada y no podía caminar, así que la traje sobre mi espalda. Tuve que parar para descansar porque Awien pesa, no es una niña pequeña. Tardamos cinco horas en llegar al hospital.
El médico me preguntó por qué nos demoramos tanto y le expliqué que vivíamos muy lejos y que no tenemos a nadie que nos pudiera ayudar. Le dieron el antídoto y marcaron la parte del cuerpo donde sufría la inflamación. Esta siguió propagándose hasta llegar al pecho. El médico me propuso operarla y firmé un documento para dar mi consentimiento. Gracias a esta operación, Awien está viva. Los primeros cinco días en el hospital los pasó inconsciente. Los médicos no se dieron nunca por vencidos. Awien ha sufrido muchas operaciones. Incluso entré en el quirófano varias veces para ver las heridas y acepté que la siguieran operando. Awien estaría muerta si no estuviera aquí.
Teresa Aluoc Majok, madre de Aluk Manut 6 años. Originarias de Gogrial (a 150 kilómetros de Agok)
Mi hija estaba sentada jugando en el suelo fuera de nuestra casa. Comenzaba a oscurecer cuando una serpiente se acercó y le mordió en el pie. Maté a la serpiente con un palo. No sé qué especie era, pero era marrón. Pudimos ver las dos marcas de los colmillos en el pie, la herida sangraba y las piernas empezaron a hinchársele hasta la cadera. Le dolía mucho y lloraba sin consuelo. Le dimos alcohol para el dolor. No hay un hospital en Gogrial donde podamos recibir tratamiento para esto, pero vecinos de la aldea nos informaron que podíamos ir a Agok. Tardamos una noche en llegar hasta aquí. En el hospital, mi hija recibió el antídoto y fue intervenido en la pierna. Dejé al resto de mis hijos en casa para venir hasta aquí con mi hija y mi bebé. Llevamos 20 días en el hospital. Hay muchas serpientes donde vivimos y este año han resultado heridas muchas personas.
Arop Magut, 49 años, de Abathok
Estaba fuera cosechando el sorgo. Las lluvias habían inundado los campos y cuando estaba trabajando en el cultivo, sentí un dolor fuerte en la pierna: era una serpiente, estaba en el agua pero no la vi. Comenzó a dolerme mucho así que me fui a casa. Me acosté, tuve fiebre y me tomé paracetamol. La fiebre bajó pero el dolor continuó. Estaba preocupado porque la pierna seguía inflamándose y tenía miedo por mi vida. Era muy doloroso y no podía moverme. Mi casa está lejos de las demás y no podía ir a pedir ayuda. Después de cuatro días, mi madre fue a pedir ayuda y unos vecinos me llevaron en mi cama hasta la misma carretera. Un coche me llevó al hospital en Agok. Tardó dos horas y media en llegar hasta aquí. Ya he sufrido cinco operaciones y dicen que tendré más. Hay muchas serpientes donde vivo y hay muchos casos de mordeduras.
Nyandeng Goch, 60 años. De Wungdeng, a 4 horas de Agok.
Estaba durmiendo y me desperté cuando oí a las cabras. Eran en torno a medianoche. Acudí a ver por qué – balaban y cuando abrí la puerta me mordió una serpiente. Fue una víbora bufadora. No la quería matar porque la tradición dice que nuestros antepasados viven en ellas. Si la matamos, moriré. Así que simplemente llevamos la serpiente fuera del corral usando un palo. Mi pie sangraba por las heridas que habían dejado los colmillos y me dolía. Cavamos un agujero en el suelo, metí el pie y estuve así dos horas. Dicen que esto ayuda. Finalmente decidí ir al hospital. Caminé ayudándome con un palo. Salimos a las 4 de la madrugada y llegamos a la salida del sol, a las 6:30. No me quedó otra que venir caminando. No tenemos medios de transporte. Durante la temporada de lluvias, muchas serpientes entran las casas. Había una cobra que solía entrar en casa y la maté antes de que me acabara mordiendo.
Alitt Kur Agoth, 50 años, de Mading, a 5 horas de Agok.
Estaba trabajando en los cultivos cuando me mordió una serpiente. No la vi porque el pasto estaba alto. Sentí mucho dolor pero regresé a la casa. Allí cortamos el lugar donde estaba la mordedura de serpiente con una cuchilla de afeitar y colocamos una piedra negra para sacar el veneno. Tomé una poción a base de semillas trituradas para vomitar el veneno, pero no funcionó, así que también traté de comer huevo crudo para provocarme el vómito. Entonces decidimos venir al hospital. Tardamos cinco horas en llegar allí.
Paulino Deng, cuñado de Arna Lual, 13 años.
Mi joven cuñada estaba jugando afuera de la casa de la vecina por la noche y pisó una serpiente en la oscuridad. Era una víbora bufadora. Le mordió y se escapó. Dos personas trajeron a Arna a casa y luego fuimos al cuartel militar donde nos subieron a un coche para traernos al hospital. Sin embargo, el vehículo se atascó en el barro en la carretera durante una hora y media. Sangraba y lloraba mucho y la pierna estaba muy hinchada. Tardamos otras dos horas en llegar al hospital. Donde vivimos hay muchas serpientes. Algunas entran en las casas porque hay mucha agua.
Medicos sin Fronteras (MSF)
(Fotos: Fanny Hostettler)