Si hablamos de acoso escolar nos debemos referir a ello como actuaciones de violencia entre iguales que, a diferencia de una pelea propia de escolares, se produce de forma reiterada y con una situación de desigualdad entre acosador y acosado, en la que el segundo posee una mayor vulnerabilidad ocasionada por diferentes factores como pueden ser baja autoestima, inseguridad, tendencia a la culpabilización de los hechos que están ocurriendo, miedo a denunciarlo, etc.
En los últimos años se viene alertando de situaciones de acoso entre estudiantes que, de forma repetitiva, se producen en entornos escolares. Los datos resultan alarmantes tanto a nivel mundial como a nivel nacional. Así, según un estudio reciente de la OMS, se estima que alrededor de 246 millones de niños y adolescentes podrían ser víctimas de acoso escolar. Si nos limitamos a los estudios centrados en la población española, la situación no es menos alarmante. En la actualidad, en España, las últimas cifras que ha ofrecido el Ministerio del Interior revelan que el teléfono de atención al acoso en el ámbito escolar atendió en el último año más de 25 mil llamadas.
A la vista de los resultados, desde la comunidad educativa debemos proponer y desarrollar acciones en las que estén implicados todos los agentes que en ella intervienen, ¿cómo podemos hacerlo? Tendemos a pensar que son tres los actores participantes en estas situaciones: acosador, víctima y observadores; y habitualmente las acciones que se desarrollan en los centros educativos van dirigidas a éstos, con sanciones en el caso del primero, posible cambio de centro en el caso del segundo, y actividades de concienciación en el caso de los observadores. Sin embargo, sería necesario ampliar el arco de actuación si queremos que la acción sea global y los beneficios de ésta repercutan en la sociedad a corto, medio plazo, y largo plazo. Estamos hablando entonces de que es conveniente la implicación de una triada educativa, docentes, padres y alumnos. Las acciones preventivas- educativas- correctivas deben levantar conciencias en todos y cada uno de ellos si queremos que este tipo de hechos en el entorno educativo desaparezcan.
Si pensamos en las actuaciones con los docentes deberíamos centrar los esfuerzos en acciones de concienciación, de denuncia y de asunción de un rol proactivo por parte de todos los docentes. Entendemos acciones de concienciación aquellas en las que el grupo docente asume que las actuaciones que denominamos de acoso escolar pueden ocurrir de muy distinta manera y que ningún centro escolar está exento de sufrirlas, por lo que debemos estar vigilantes en todo momento. Dentro de las vías de actuación a desarrollar en el aula de forma preventiva deberíamos centrar los esfuerzos en aspectos tan fundamentales como:
a) Conocer la evolución personal y grupal de los alumnos, para lo que es necesario desarrollar dinámicas en las que se busque facilitar un clima de grupo positivo, en el que los alumnos se sientan en un entorno seguro, basado en el respeto y la tolerancia.
b) En cuanto a las acciones centralizadas en las familias como agente activo de la comunidad educativa se basarían fundamentalmente en la concienciación, la visión de que podemos estar en los dos lados, como padres de víctima y de acosador, y que debemos estar preparados para actuar con eficacia y rotundidad en ambos casos. Pero además de las acciones preventivas (formativas e informativas sobre este aspecto) debemos hacer hincapié en que las familias deben trabajar desde el hogar para fomentar la autoestima y el respeto en sus hijos e hijas, ya que solo de esta manera serán capaces de asumir los problemas que les puedan ir surgiendo y resolverlos con eficacia.
Por último, estarían las acciones que habría que desarrollar con el alumnado de manera global. Nos referimos a actuaciones como podrían ser:
-Asumir la diferencia como algo positivo, enriquecedor. Este aspecto es fundamental porque en la mayor parte de situaciones en las que podemos hablar de acoso escolar han comenzado por alguna diferencia respecto a sus iguales, como puede ser apariencia física, género, origen o nacionalidad.
-Realizar formaciones con los alumnos relacionadas con salud digital, ya que en la actualidad, gran parte de los casos de acoso se desarrollan usando como canal las redes sociales ya que éstas se han convertido en su medio de comunicación. Y en estos casos, al haber una interacción, aquellos que sufren situación de acoso se ven obligados a enfrentarse a ello de forma constante, no limitado a un entorno o momento del día.
-Desarrollar la empatía en los alumnos. Para ello es necesario facilitarles herramientas de gestión emocional (que les haga más eficaces en sus relaciones), y de gestión positiva de conflictos.
En conclusión, el acoso escolar nos implica a todos y cada uno de las personas que formamos parte de la comunidad educativa, por lo que todos somos los responsables de luchar y acabar con este tipo de violencia escolar.
Esmeralda Velasco
Profesora del Colegio Europeo de Madrid