Cáritas Española ha presentado un adelanto del Informe FOESSA junto con su informe de Economía Solidaria. En 2018, 13.545 personas encontraron un trabajo digno gracias a la entidad, y se crearon diez nuevas empresas de economía social.
Las mayores tasas de pobreza y exclusión se siguen concentrando entre las personas desempleadas: un 46 % de ellas se encuentran en el espacio de la exclusión (el 25,9 % en situación de exclusión severa) y el 17,2 % en pobreza severa.
Es uno de los datos del dossier La vulneración del derecho a un trabajo decente: Empleo y exclusión social, presentado este miércoles por Cáritas Española. Este informe, realizado mediante encuestas a 11.655 hogares, es un adelanto del VIII Informe FOESSA, que se presentará el próximo mes de junio.
Este dato es particularmente relevante puesto que, como ha explicado Francisco Lorenzo, director del área de Acción Social de Cáritas, la economía española es un sistema con una presencia elevada de desempleo estructural: si a las tasas de paro se les suman las personas afectadas por EREs, que han dejado de buscar trabajo o que realizan una jornada parcial en contra de su voluntad, se alcanza el 24,6 %. Para una cantidad significativa de personas –añadió–, «el desempleo es una trampa de la que es difícil escapar».
Sin embargo, la falta de empleo ya no es el único factor de riesgo para la vulnerabilidad social. Lorenzo ha recordado que tener un empleo ya «no garantiza el tener una seguridad». Según el dossier, el 12,3 % de la población que vive en un hogar en el que hay un empleo está en exclusión, y un 2,1 % en pobreza severa. Es más, solo un 48 % de los hogares con un sustentador con empleo están plenamente integrados socialmente.
En el 52 % restante se dan al menos algunos de los indicadores que pueden acabar llevando a una situación de exclusión; por lo que, aunque no todos estos casos son de exclusión, sí se puede hablar de «integración precaria». Por ejemplo, el 36,2 % se han visto obligados a reducir gastos en vestido, alimentación o suministros del hogar. En estos casos, si de repente «surge alguna otra problemática, pueden dar el paso a la exclusión. No queremos perder de vista esto, porque los ciclos económicos se suceden con mucha rapidez», ha advertido Lorenzo.
13.545 personas con trabajo digno
Frente a este panorama, Cáritas Española quiere demostrar que es posible que las personas en una situación más vulnerable encuentren un trabajo en condiciones dignas que les permita reconstruir su autonomía personal. Por eso, el dossier adelanto del Informe FOESSA se ha presentado junto con el informe de Economía Solidaria 2018, que tiene como título Economía y personas. Con valores, hay derechos.
De él, se desprende que el año pasado 13.545 de las 72.169 personas que participaron en los programas de empleo de Cáritas (es decir, el 18 %) lograron acceder a un puesto de trabajo digno.
Esto ha sido posible, entre otras cosas, gracias a las 939 acciones formativas para 14.627 personas y a los servicios de intermediación laboral, que atendieron a 24.823 personas. Una de las beneficiadas por estos servicios es Marieta Elisabeth Guerrero, mujer ecuatoriana de 49 años y con tres hijos a su cargo, que ofreció su testimonio durante la presentación. Después de perder su empleo y su vivienda, Guerrero accedió a una vivienda de Cáritas y, tras realizar un curso de capacitación laboral en el Centro de Formación San Felipe Neri, hace un mes encontró trabajo como limpiadora en un gimnasio a través de la agencia de colocación de Cáritas Madrid.
Además, Cáritas sigue impulsando con fuerza por las iniciativas de economía social. En 2018, sus empresas y cooperativas de inserción crecieron hasta ser 67, diez más que el año anterior. Estas empresas suponen 1.538 puestos de trabajo, de los cuales 773 son empleos de inserción de los que se han beneficiado 1.315 personas antes de dar el salto al mercado laboral normalizado. Por último, Cáritas ha ayudado a emprender a 399 personas.
Por último, como parte de su apuesta por el consumo responsable, Cáritas cuenta con 31 tiendas y 78 puntos de venta de comercio justo y colabora activamente con la Banca Ética Fiare.
Una inversión que, a largo plazo, favorece la economía
En términos económicos, entre los recursos destinados a estos proyectos y la facturación de las empresas de economía social y las tiendas de comercio justo, el volumen total de la actividad económica de esta entidad de la Iglesia es cercano a los 74 millones de euros.
«Es una inversión, y no un gasto –aclaró Lorenzo– porque hemos constatado que cada recurso invertido devuelve un beneficio casi de manera inmediata. Además de lo personal (mejora de la autoestima, cuidado de la dignidad de las personas y acceso a sus derechos), hay un retorno en términos económicos. Si nos cuesta 1.833 euros que una persona encuentre trabajo, ¿cuánto recuperamos en las ayudas que se ahorra la Administración, y en lo que esa persona va a empezar a pagar» en consumo e impuestos?
Estos datos permiten al responsable de Acción Social pedir, tanto a la Administración como a las empresas privadas, «una implicación mucho más contundente» a favor de la creación de empleo digno. «A largo plazo, eso va a generar un gran ahorro». Y ha recordado que en los períodos de recuperación económica como el actual, «debemos prestar más atención a la calidad del empleo y a la capacidad del mismo de proteger» a las personas frente a la exclusión.
«La apuesta por el empleo digno y de calidad por parte de todos los poderes públicos –ha insistido Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas Española– es, para Cáritas, una de las claves de la lucha contra la precariedad que afecta a muchas personas».
María Martínez López
(Foto: Rober Solsona)