Cuando el hombre de la foto –de 47 años, natural de Montilla (Córdoba) y con parálisis cerebral– entregó al prefecto de la Congregación para el Clero, Beniamino Stella, una carta para el Papa en la apertura del año jubilar de San Juan de Ávila no se imaginaba que la Pascua le traería un regalo. El pasado lunes por la tarde sonó el teléfono en su casa. Descolgó su madre. Era el Papa. El hombre no puede hablar por su enfermedad, pero pudo escuchar al Papa Francisco con el modo manos libres. Celebró con gestos la llamada. El Papa les dijo que rezaba por ellos y por su familia y les pidió también que oraran por su pontificado. Un bonito gesto del Papa con un hombre que ahora sueña con «poder ser abrazado por el Papa».
Todo comenzó durante el acto inaugural del Año Jubilar de San Juan de Ávila, cuando este montillano saludó al Prefecto de la Congregación para el Clero en presencia del obispo de Córdoba y pidió al cardenal que hiciera llegar al Papa su misiva. En la carta explicaba su voluntad de llegar a conocerlo y relataba cómo es su vida cristiana. A pesar de tener una parálisis cerebral, sus limitaciones no le impiden ser conocido en su entorno como un hombre entusiasta y comprometido con la Iglesia católica.
La llamada se produjo a las 16:45 horas del lunes y fue su madre quién la atendió. Al escuchar la voz del Papa Francisco, la mujer corrió hacia su hijo y activó la función manos libres del teléfono. Él, que no puede hablar, si pudo celebrar con gestos la llamada.
El Papa Francisco le transmitió vía telefónica que rezaba por él y su familia, mientras pidió a madre e hijo que también rezaran por su pontificado. Durante la conversación, la mujer pudo hablarle al Papa de la relación que une a la familia con la madre Adriana, de las Hermanas Carmelitas de Lucena, a las que llegó a telefonear durante la Navidad de 2016. Para ellas, el Pontífice tuvo recuerdos.
Alfa y Omega