En los Países Bajos, más de una de cada cuatro muertes se produce a manos de los propios médicos, en eutanasias y sobre todo sedaciones terminales. «La mayoría de seguros cubren la eutanasia porque les ahorra gastos», afirma el activista Henk Reitsema.
Hasta el año pasado, el avance de la eutanasia en Holanda parecía imparable. Desde 2005, su número aumentaba. En 2017, las 6.585 eutanasias practicadas fueron el 4,4 % del total de fallecimientos. Sin embargo, en el último trimestre de 2018, hubo un descenso. Henk Reitsema, responsable en Holanda de la Coalición para la Prevención de la Eutanasia, lo atribuye a que, unos meses antes «por primera vez se llevó a los tribunales un caso de eutanasia, el de un paciente con demencia. El comité de evaluación consideró que no se habían cumplido los requisitos». Un toque de atención que –teme– quedará en nada si no hay un control judicial más intenso y constante.
Reitsema, que hace unas semanas participó en España en el congreso de la Federación Provida, conoce de cerca estos excesos. Su abuelo murió por una sedación terminal aplicada sin su consentimiento, y su abuela dejó su ciudad natal para ingresar en una residencia de una Iglesia evangélica muy conservadora, «porque tenía miedo a las instituciones de su región».
¿Se puede legislar sobre la eutanasia de forma tan estricta que se eviten abusos?
¡Imposible! Si una cosa se ha visto clara en Holanda es que no se puede negar que hay una pendiente deslizante. De hecho, descendemos por ella más rápido de lo que pensaban los más ardientes críticos.
En 2017, el 27 % de las 150.214 muertes que se produjeron en Holanda fueron causadas por un médico. Pero hay casi cinco veces más sedaciones terminales (32.000) que eutanasias (6.585). ¿Hay relación entre ambos datos?
El protocolo de sedación terminal (sedar al paciente y retirarle la hidratación) permite que el médico actúe sin cumplir el requisito de una segunda opinión médica y otras salvaguardas del protocolo de eutanasia. Cuando se implementó la ley en 2002, al principio el número de eutanasias cayó y el de sedaciones terminales subió drásticamente. Desde entonces, estas han aumentado de forma continua, superando el crecimiento de las eutanasias. Tiene toda la pinta de que se están aplicando bastantes eutanasias por la puerta de atrás, bajo guisa de sedaciones terminales. Los países que legislen sobre paliativos deberían incluir buenas salvaguardas frente a los tratamientos que acorten la vida. La sedación debería centrarse en la reducción de síntomas con la menor pérdida de consciencia posible, y no en alcanzar una sedación profunda continua. Y si esta es necesaria, un segundo médico debería confirmarlo.
¿Cree que hay intereses económicos detrás de esta normalización?
No tengo datos. Pero está claro que estamos en un rumbo de colisión en el que el coste médico cada vez mayor va a tentar a nuestra sociedad y en especial al sector de los seguros a estar a favor de la salida barata: acabar con la vida de los pacientes caros. Yo tengo un seguro médico que excluye tratamientos de final de la vida, porque la mayoría cubren la eutanasia. Tienen una motivación financiera para hacerlo, ya que les ahorra gastos.
También en 2017, se aplicó la eutanasia a 83 personas por sufrimiento psíquico. Se han alzado algunas voces de alarma, pero ¿la preocupación ha llegado a la población general?
Parece que los holandeses se están acostumbrando a esto como a todo lo demás. Sí hay más intelectuales protestando con vehemencia. Creo que es un inicio necesario para que la opinión pública cambie. En cuanto a los médicos, la eutanasia es una carga terrible para ellos. Tienen que lidiar con un sinnúmero de pacientes que actúan como si fuera un derecho que los maten a la carta. Con todo, el 80 % está dispuesto a practicar eutanasias, y más del 50 % lo ha hecho en los últimos diez años.
¿Cuál es la siguiente parada para los promotores de esta práctica?
Sobre lo que más se discute estos días es sobre el concepto de «vida consumada», que ampliaría la ley para permitir a personas sin sufrimiento físico ni psicológico acabar con su vida si están «existencialmente cansados» de ella, sea lo que sea eso. En este contexto, no deja de surgir el deseo de una píldora para acabar con la propia vida, que el paciente pueda tomar él mismo sin un médico presente. Me temo que se acabará legalizando.
Parece que el debate ha pasado de aliviar el sufrimiento en casos extremos a una exaltación total de la autonomía.
Tiene razón. Pero para ser justos creo que la cuestión principal siempre ha sido la autonomía, aunque el lenguaje sobre el dolor y el sufrimiento fue muy prominente durante la elaboración de las leyes. El núcleo duro del lobby proeutanasia en Holanda son personas motivadas por el anhelo de libertad y autonomía que se expresó en los años 1960.
¿Ve signos de esperanza?
La esperanza está en una gama de grises. No veo cercano el poder revertir nuestras políticas. Pero sí veo potencial para salvar a una cantidad significativa de gente a medida que la sociedad tome conciencia de estos excesos.
María Martínez López
Imagen: Henk Reitsema durante el XXII Congreso
de la Federación Española de Asociaciones Provida, en marzo.
(Foto: Federación Española de Asociaciones Pro Vida)