Denuncia «una anticultura de la indiferencia» mientras «los espíritus negativos fomentan la división y la hostilidad»
En una extensa carta titulada La comunidad humana, el Papa Francisco ha lanzado la «alarma por la falta de atención a la gran y decisiva cuestión de la unidad de la familia humana y su futuro», pues «la erosión de esta sensibilidad, por parte de las potencias mundanas de la división y la guerra» crece a gran velocidad.
En tono preocupado, el Santo Padre denuncia «una verdadera y propia cultura –es más, sería mejor decir anti-cultura– de indiferencia hacia la comunidad: hostil a los hombres y mujeres, y aliada con la prepotencia del dinero».
Francisco afirma que «el pueblo cristiano, haciendo suyo el grito de sufrimiento de los pueblos, debe reaccionar ante los espíritus negativos que fomentan la división, la indiferencia y la hostilidad. Y tiene que hacerlo de inmediato, antes de que sea demasiado tarde».
La carta del Papa, publicada con motivo del 25 aniversario de la Pontificia Academia de la Vida, constata que «los hombres y mujeres de nuestro tiempo están a menudo desmoralizados y desorientados, sin ver». Entre las causas figura que «el sistema económico y la ideología del consumo seleccionan nuestras necesidades y manipulan nuestros sueños, sin tener en cuenta la belleza de la vida compartida y la habitabilidad de la casa común».
En la presentación del documento, el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de Pontifica Academia de la Vita ha afirmado que «el título de la carta, ‘La comunidad humana’, indica exactamente el punto focal de nuestro esfuerzo». Paglia hizo notar que «está firmada en la fiesta de la Epifanía (Reyes Magos de Oriente) porque el Evangelio promueve la alianza de los pueblos, no el encerramiento en la propia comunidad».
Siguiendo la propuesta de su predecesor Benedicto XVI, Francisco asegura que «una nueva perspectiva ética universal, atenta a los temas de la creación y de la vida humana, es el objetivo que debemos perseguir a nivel cultural. No podemos continuar por el camino del error que se ha seguido en tantas décadas de deconstrucción del humanismo».
El Papa llama a la responsabilidad, pues «ser miembros del único género humano exige un enfoque global y nos pide a todos que abordemos las cuestiones que surgen en el diálogo entre las diferentes culturas y sociedades, que están cada vez más estrechamente relacionadas en el mundo de hoy».
En un momento en que «el umbral del respeto fundamental de la vida humana está siendo transgredido de manera brutal», Francisco propone que «la Pontificia Academia de la Vida sea un lugar lleno de valentía de esta interacción y este diálogo al servicio del bien de todos».
Concretamente, invita a los miembros a participar «en un diálogo intercultural e interreligioso, así como interdisciplinar», participando «en la reflexión sobre los derechos humanos, que son un punto central en la búsqueda de criterios universalmente compartidos», sin olvidar «su estrecha correlación con los deberes, a partir de la solidaridad con quien está más herido y sufre».
El Papa considera urgente «articular una síntesis antropológica que esté a la altura de los desafíos de esta época», marcada por las biotecnologías, la robótica, la inteligencia artificial, etc. E invita a hacerlo partiendo, naturalmente, de premisas religiosas y reconociendo «la familia humana como signo de vitalidad de Dios Padre y promesa de un destino común».
Según Francisco, «la fuerza de la fraternidad, que la adoración a Dios en espíritu y verdad genera entre los humanos, es la nueva frontera del cristianismo». En la línea marcada por san Juan Pablo II, el Papa afirma que «en nuestro tiempo, la Iglesia está llamada a relanzar vigorosamente el humanismo de la vida que surge de esta pasión de Dios por la criatura humana».
Juan Vicente Boo/ABC
(Foto: CNS)