En la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa
(ZENIT).- El Arzobispo Paul R. Gallagher, Secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados, pronunció un discurso en el 25º Consejo Ministerial de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en curso en Milán del 6 al 7 de diciembre de 2018.
La Santa Sede participó activamente en las negociaciones que llevaron al Acta Final de Helsinki y a la sucesiva CSCE y se involucra con la OSCE de hoy por una razón fundamental. Mons. Gallagher subrayó el compromiso de la Santa Sede con la OSCE, en este proceso que cumple 46 años, en la búsqueda “de paz, seguridad y justicia y el desarrollo continuo de relaciones y cooperación entre los estados participantes”.
Paz y diálogo
El Representante de la Santa Sede sostuvo que el papel vital de la OSCE es el de reunir a los estados participantes para hacer mantener las “relaciones amistosas y cooperación en condiciones de plena igualdad”. Al hacerlo, la OSCE es única y complementaria a otras organizaciones internacionales en su forma de mantener la paz y fomentar el diálogo.
El Arzobispo Gallagher continuó citando la facilidad del diálogo entre los países participantes de la OSCE como su herramienta esencial para promover la paz mundial. Como dijo el prelado, el “diálogo abierto y honesto” que facilita la OSCE “está diseñado para solucionar conflictos y restablecer un clima de confianza entre los estados participantes”.
Retos contemporáneos
Si bien la OSCE ha tenido muchos éxitos en la promoción de la paz, los desafíos actuales para la paz presentan nuevas oportunidades para fomentar el diálogo. Entre los retos, Mons. Gallagher señaló “el terrorismo, el extremismo violento, y la radicalización… así como la migración y el tráfico de seres humanos”. Resolver estas crisis requiere “la cooperación y el diálogo”, precisamente las herramientas que ofrece la OSCE.
Sin embargo –indicó el Arzobispo Gallagher– debajo de estos problemas se encuentra una amenaza ideológica a la paz abordada repetidamente por el Papa Francisco, “un enfoque reduccionista” o comprensión minimalista de la libertad religiosa. Al hacerlo, el mundo moderno corre el riesgo de marginar la voz de la fe, que es necesaria para promover plenamente la dignidad de la persona humana y la paz.
La paz significa promover los derechos humanos
Mons. Gallagher concluyó postulando la relación integral entre la paz y los derechos humanos. Al citar la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Acta Final de Helsinki, el Arzobispo recordó al consejo que “la universalidad de los derechos humanos se basa en la idea de que todos los derechos humanos universales y las libertades fundamentales deben ser protegidos y promovidos”.
El prelado también advirtió al consejo que volviera a los principios de sus documentos fundadores, rechazando “la interpretación radicalmente individualista de ciertos derechos y la afirmación de los ‘nuevos derechos’… que hacen que el consenso universal sea mucho más difícil”. De hecho, la paz y la seguridad auténtica solo se producirán cuando la comunidad global “reconozca que el único enfoque significativo es buscar un entendimiento común de los derechos humanos universales”.
RICHARD MAHER
Imagen: © Organización para la Seguridad
y la Cooperación en Europa