Ciudad del Vaticano, (VIS).- »Desde vuestro observatorio profesional, os dais cuenta de la dramática realidad de tantas personas que tienen un empleo precario, o que lo han perdido, de tantas familias que pagan las consecuencias, de tantos jóvenes que buscan su primer empleo y un trabajo decente. Hay muchas personas, especialmente los inmigrantes, que se ven obligados a trabajar «en negro» y carecen de la garantías jurídicas y económicas más elementales». Con estas palabras se ha dirigido el Papa Francisco a siete mil participantes en el Congreso Mundial de Expertos Contables reunidos en Roma.
En ese contexto económico »es fuerte la tentación de defender el interés propio, sin preocuparse por el bien común ni prestar mucha atención a la justicia y la legalidad -continuó el Santo Padre- Por eso, es tarea de todos, especialmente de los que ejercen una profesión que tiene que ver con el buen funcionamiento de la vida económica de un país , que su trabajo sea positivo y constructivo y que sepan que detrás de cada papel hay una historia, hay rostros. En esa tarea… el profesional cristiano saca fuerzas cada día de la oración y la Palabra de Dios para cumplir su deber con competencia y sabiduría. Y también para ver »más allá», lo que significa salir al encuentro de las personas con dificultades, ser creativos para encontrar soluciones en situaciones bloqueadas; hacer valer las razones de la dignidad frente a la rigidez burocrática».
Francisco afirmó que la economía y las finanzas son dimensiones de la actividad humana que pueden ser ocasión de encuentro, de cooperación, de derechos reconocidos y servicios prestados y de dignidad afirmada en el trabajo. »Pero para ello hace falta -subrayó- poner en el centro al ser humano con su dignidad, contrastando las dinámicas que tienden a homologar todo y a situar el dinero en la cima. Cuando el dinero se convierte en el fin y la razón de cualquier actividad e iniciativa prevalece la visión utilitaria y la lógica salvaje del lucro que no respeta las personas. Así, se decreta el colapso generalizado de los valores de la solidaridad y el respeto a la persona humana. Los que trabajan, con diversas funciones, en la economía y las finanzas, están llamados a tomar decisiones que promuevan el bienestar social y económico de toda la humanidad, dando a todos la oportunidad de perseguir su propio desarrollo».
»Vosotros, en vuestra profesión -dijo, interpelando a los expertos contables- estáis al lado de las empresas, pero también de las familias y los individuos, para ofrecerles vuestra experiencia económica y financiera. Os exhorto a actuar siempre con responsabilidad, fomentando relaciones de lealtad, de justicia y, si es posible, de fraternidad, haciendo frente con valentía a los problemas, especialmente los de los más débiles y los más pobres. No es suficiente dar respuestas concretas a interrogantes económicos y materiales; hay que fomentar y cultivar una ética de la economía, las finanzas y los mercados laborales; es necesario mantener vivo el valor de la solidaridad como una actitud moral, que demuestra nuestro compromiso con el otro en todas sus legítimas demandas. Si queremos entregar a las generaciones futuras un patrimonio ambiental, económico, cultural y social mejor del que hemos recibido estamos llamados a asumir la responsabilidad de actuar en pro de una globalización de la solidaridad….Y la doctrina social de la Iglesia nos enseña que el principio de solidaridad se lleva a cabo en armonía con el de subsidiariedad. Gracias al efecto de estos dos principios los procesos están al servicio del ser humano y crece la justicia, sin la cual no puede haber una paz verdadera y duradera».