El Congreso de Acogida Cristiana en los Caminos, celebrado en Santiago de Compostela, se ha convertido en un foro donde se comparten ideas y experiencias dirigidas a mejorar la atención y el recibimiento al peregrino hacia la tumba del Apóstol. Como la del egiptólogo Mario Pozzati, que, tras hacer el Camino del Norte en 2008, vuelve cada año a España para ejercer de hospitalero voluntario.
La curiosidad, el deseo de viajar, explorar otras tierras y de investigar otras culturas inclinaron a Mario Pozzati Tiepolo a dedicar su vida a la egiptología. Nació en Venecia, en el seno de una distinguida familia que vio cómo la inquietud aventurera y pasión de Mario por la civilización egipcia le condujeron hasta el Reino Unido. En Londres, donde reside actualmente, cursó estudios en Egiptología y allí desarrolló su vocación siendo conservador en el Museo Británico
La atracción por conocer nuevos países y culturas que desde niño le habían cautivado le llevaron en 2008 a iniciar una nueva experiencia en su vida: hacer el Camino de Santiago. Sin teléfono móvil y con el propósito de evitar todo aquello que le pudiera distraer, inició en Hendaya el Camino del Norte para recorrer los más de 800 kilómetros que distan hasta Santiago de Compostela. Los pasos de Mario a través del camino dejaron en él una honda huella que le ayudó a conocer una dimensión interior. Liberado de contactos con el mundo exterior, sintió brotar la parte espiritual. «Tenemos una facultad espiritual cuya magnitud desconocemos, el Camino de Santiago es una posibilidad de descubrirla», relata el propio Pozzati, quien afirma también que «durante el camino todo peregrino vive un momento de pararse a pensar: ¿Qué estoy haciendo aquí?, ¿por qué estoy durmiendo al lado de personas que roncan, sufriendo las inclemencias del tiempo, a merced de incómodos imprevistos, arriesgado a equivocarme y perderme en el camino?». «Ese es el momento en el que la parte espiritual empieza a prevalecer y en el que el peregrino abre su alma», sentencia.
Silencio y soledad
El silencio y la buscada soledad con la que Mario Pozzati hizo aquel primer camino en 2008 le introdujeron en un ambiente de oración. La religión siempre había estado presente en su vida, pero la experiencia de aquel primer camino le mostró una profundidad mayor, hasta entonces desconocida. «Nuestra parte espiritual necesita pensar, hablar con el Señor y escucharle: orar en silencio». Pero en el mismo camino, esa momentánea soledad se ve aderezada con una fraternidad entre peregrinos, o lo que Mario llama oración activa: «En todos los pequeños comportamientos que tenemos en la vida también estamos orando, en cada gesto que tenemos Dios está de testigo». Es por ello que el Camino de Santiago da pie inmediatamente a poner en práctica la oración del silencio, transformándola en oración activa. Durante la convivencia con los demás peregrinos, al desechar las actitudes que juzgan a los demás y al mirar a Cristo en todas las personas, alcanzamos la esencia del Evangelio. «Esta realidad no es un mero acto de bondad», afirma Mario Pozzati, quien cree que al aceptar y asumir esta dinámica el peregrino alcanza una alegría espiritual que satisface la búsqueda con la que salió al camino.
Cuando él llegó a Santiago desde Hendaya tras su camino se acercó a la Oficina del Peregrino en la que la catedral expide para los peregrinos la compostela, el documento que acredita su peregrinación hasta el sepulcro del apóstol. Cuando recibió su certificado, alguien de la oficina le pidió que le ayudara en el servicio de consigna de mochilas. La fraternidad que el camino genera hizo que ante esa espontánea petición su respuesta fuera afirmativa y quedó durante un tiempo ayudando en esta tarea improvisada. Sin embargo, este gesto fue el comienzo de un compromiso que llevó a Mario a presentarse como voluntario.
Ya al año siguiente, tras terminar su segunda peregrinación a Santiago, estuvo durante unas semanas con el grupo de la acogida anglófona, asistiendo a los sacerdotes que celebran la Santa Misa en inglés cada día en la capilla de la Soledad de la catedral. A lo largo de estos últimos años Mario Pozzati ha dedicado anualmente algunas semanas al voluntariado a través de la Fundación Acogida Cristiana en los Caminos de Santiago, que coordina a centenares de personas de todas las nacionalidades que desean ayudar a los peregrinos en distintas facetas del camino y orientarles en su sentido cristiano.
Este año Pozzati ha dedicado un mes a ejercer como hospitalero voluntario en el albergue Espíritu Santo de las Hijas de la Caridad de Carrión de los Condes (Palencia) y otros 30 días en recibir y acoger a los peregrinos en Santiago en la Oficina del Peregrino expidiendo la compostela. «En el albergue pasamos medio día con los peregrinos, que llegan antes de la hora de comer y se marchan a la mañana siguiente temprano. Es una excelente ocasión de introducir en ellos los valores del camino, explicar el significado de caminar hasta la tumba de uno de los apóstoles del Señor y sobre todo acompañar a los peregrinos al final del día en el encuentro de oración de la capilla del albergue», relata. Mario Pozzati recibe constantemente por correo electrónico mensajes de peregrinos con los que ha coincidido en el albergue cuyas experiencias de conversión interior corroboran su propia vivencia.
Santiago Reyes Rodríguez (Santiago de Compostela)
Imagen: El egiptólogo Mario Pozzati, en el centro, durante el Camino de Santiago.
(Foto: Mario Pozzati)