Llovía sobre Palermo aquella noche de octubre de 1969. Los rateros que entraron en el oratorio de San Lorenzo tuvieron vía libre para hacerse con la pintura que presidía el retablo. Cuando vieron que el marco estaba firmemente anclado a la pared, cortaron con una cuchilla la enorme tela de 100 kilos. Con las prisas enrollaron el lienzo de forma descuidada, ajenos al expolio que estaban realizando. Una obra de arte de incalculable valor, La Natividad de Caravaggio, había quedado dañada para siempre. Ahora es el cuadro más buscado del mundo.
La Santa Sede quiere implicarse aún más en su recuperación y ha promovido un encuentro entre los responsables de la investigación a través del Dicasterio dedicado al Servicio del Desarrollo Humano Integral. Su deseo es poner el foco de atención sobre el cuadro para que pueda regresar al lugar de donde fue robado. Desde el primer momento se señaló como culpable a la mafia siciliana, la Cosa Nostra. Tras hacer correr el bulo de que los ratones habían acabado con el lienzo, o que se exponía en las reuniones de los capos en señal de poder, dos arrepentidos del clan contribuyeron a la reconstrucción de su desgraciado periplo. Al parecer, el gran capo de la mafia siciliana, don Tano Badalamenti, lideró desde el primer momento la operación. Entró en contacto con un anticuario suizo que, en cuanto vio el estado en el que se encontraba el lienzo, se echó a llorar. La mafia tomó una decisión tan drástica como atroz: cortar el cuadro a trozos para venderlo por partes en el mercado clandestino. La fiscalía de Palermo ha reabierto el caso y confía en la cooperación internacional para recuperar los restos de esta obra de arte. Lo sucedido con el cuadro de La Natividad es un ejemplo más de la crueldad con la que el crimen organizado ha tratado siempre al patrimonio artístico. En junio de 2014, el Papa Francisco se encaró con la mafia calabresa, la más poderosa de Italia, afirmando severamente que «la ‘Ndrangheta es la adoración del mal y el desprecio del bien común. Es un mal que hay que combatir y alejar. Los mafiosos no están en comunión con Dios. Están excomulgados». En una región donde impera la ley de la omertá, la búsqueda de La Natividad se convierte en estandarte de la aptitud firme y rotunda que la Iglesia ha mantenido siempre ante el crimen organizado. La peripecia de este cuadro también es un símbolo de la agitada vida de Caravaggio. Un pintor capaz de crear increíbles juegos de luces y de sombras tanto en sus pinturas como en su biografía. Ante el daño que los desaprensivos son capaces de infringir contra el patrimonio artístico, Caravaggio se merece una vendetta que permita al mundo disfrutar de la genialidad de una de sus pinturas.
Eva Fernández@evaenlaradio
Imagen: Detalle del cuadro
(Foto: ABC)