Todos los grupos votan en contra de sustituir la propuesta del PSOE por una de derechos y garantías al final de la vida.
La proposición de ley sobre regulación de la eutanasia, presentada en mayo por el PSOE y admitida por el Congreso para su tramitación en junio, continúa con su recorrido parlamentario después de que el Pleno del Congreso haya rechazado la enmienda a la totalidad presentada por el Partido Popular. El grupo parlamentario que lidera Pablo Casado se quedó solo –le apoyaron los dos diputados de Unión del Pueblo Navarro y Foro Asturias– en el intento de frenar una ley que considera «injusta», tal y como mantuvo la diputada Pilar Cortés.
Cortés, que ya sabía que la enmienda sería rechazada, centró su discurso en mandar un mensaje a la sociedad, en poner encima de la mesa lo que se debe hacer como sociedad. En su opinión, al final de la vida y en situaciones de vulnerabilidad lo que hay que hacer es «acompañar, aliviar el dolor físico y psicológico y trabajar junto con la persona enferma en los problemas existenciales». Y también «convencerla de que la vida merece la pena ser vivida». Y lanzó un reto: «¿Qué harían ustedes si alguien se sube a la cornisa de este Parlamento y decide que va a acabar con su vida? ¿La dejarían? ¿La ayudarían dándole un empujón? O llamarían a la Policía, a un psicólogo o mediador, a una ambulancia… ¿Verdad que sería un fracaso si no conseguimos salvarla?».
En este sentido, dijo que el miedo al desconocimiento, a la enfermedad, al dolor, a la soledad de los pacientes en el final de la vida no se combate «facilitando la muerte». Y defendió que lo que hay que hacer es mantener informado al paciente de su diagnóstico, garantizar que pueda rechazar el tratamiento y que no tenga dolor… «Matar a los que sufren no es progresista», proclamó.
Esta misma frase la usó Carlos Salvador, de Unión del Pueblo Navarro, que apoyó la enmienda, añadiendo que matar a los que sufren no solo no es progresista, sino que «es «reaccionario».
El resto de grupos criticó al grupo popular que presentase una propuesta que ya está en marcha en algunas comunidades autónomas y que, según el diputado socialista Jesús María Fernández Díaz nada tiene que ver con su proposición. «La regulación de la eutanasia nada tiene que ver con las buenas prácticas médicas al final de la vida, con los cuidados paliativos o la sedación terminal. Son circunstancias personales diferentes, fundamentos éticos y jurídicos diferentes y requieren garantías diferentes», dijo en el debate.
Así las cosas, tras salvar un nuevo escollo, la proposición legislativa continúa su tramitación en la Comisión de Justicia del Congreso, donde se podrán presentar enmiendas parciales. Un vez concluido el plazo de enmiendas, un pequeño grupo de diputados, donde estén representados todos los grupos, redactarán un informe a la vista del texto y de las enmiendas que luego deberá ser debatido y votado, al igual que las enmiendas parciales. Hecho esto, tanto el dictamen como el texto con las enmiendas volvería al Pleno para ser votado nuevamente y, en caso afirmativo, llegaría al Senado.
La duda que pesa sobre esta propuesta es la de si hay tiempo material en lo que queda de legislatura para aprobarla. La experiencia dice que los tiempos son muy ajustados para una iniciativa de estas características. Por ejemplo, la proposición de ley de derechos y garantías de la persona al final de la vida, presentada por Ciudadanos, cumple el próximo mes de diciembre dos años desde su tramitación y continúan sus trabajos en ponencia, aunque los grupos esperan votar el informe final próximamente. Es decir, el trámite va a extenderse durante dos años y todavía tiene que pasar por el Senado, que controla Partido Popular, que puede retener la propuesta durante dos meses. Algo que en el caso de la eutanasia sucedería con toda seguridad antes de ser rechazada y devuelta al Congreso.
F. Otero
(Foto: EFE/Zipi)