Después de varios años de persecución, ¿se abre realmente una etapa de libertad religiosa en China? Algunos católicos afincados en España no se lo terminan de creer
Haciendo bueno el estereotipo de la prudencia, la mayoría de católicos chinos consultados sobre el acuerdo con la Santa Sede prefieren mantener silencio, a la espera de ver cómo evolucionan los acontecimientos. No así Pedro Liu, el vicario parroquial de Nuestra Señora de la Soledad, una iglesia situada en el distrito madrileño de Usera, conocida por acoger a una importante comunidad católica china. Allí se dan cita decenas de fieles que acuden a las Misas oficiadas por este sacerdote en su idioma materno.
El anuncio del acuerdo ha sido una completa sorpresa para Liu, quien se muestra esperanzado por la noticia. «Al escucharlo nos cuesta todavía creerlo», afirma.
El sacerdote reconoce al mismo tiempo el desconcierto de no pocos fieles. «Muchos se preguntan: “¿Cómo es posible que suceda esto después de tantos años de persecución comunista?”».
El propio Liu, cuando estuvo en China, tuvo que vivir su fe en la clandestinidad. Ahora se felicita por la apertura de una nueva situación, radicalmente nueva: «Después de todo lo que hemos aguantado, ¿cómo no vamos a estar preparados para este momento?», dice.
Uno de los mayores retos en el futuro próximo será, asegura este sacerdote, la reconciliación con los católicos de la Asociación Patriótica. En España no hay miembros de la Iglesia oficial, pero los católicos chinos no pueden desentenderse de este asunto.
De sus años en China, Liu recuerda que algunos católicos oficialistas permanecían «aislados» del resto. Pese a todo, él los reconoce como «hermanos», y tiene muy claro que ahora es prioritaria la búsqueda de la unidad. «Ya no existe el conflicto de antes entre las Iglesias, como mucho chismorreo en los pueblos. Este es el momento para salir de nosotros mismos y no hacer críticas, Dios lleva la historia y no podemos juzgar poniéndonos en su puesto», opina.
El padre Pedro Liu en la puerta de la parroquia Nuestra Señora de la Soledad. (Foto: Rodrigo Moreno)
Pero no todos los católicos chinos afincados en España han acogido la noticia del acuerdo con la misma alegría ni se han deshecho tan fácilmente de los temores del pasado. Algunos ni siquiera se atreven a pronunciarse por miedo a las represalias que puedan sufrir sus familiares en China. «Muchos de ellos han vivido la persecución directamente y hay familias a cuyos parientes han encerrado o incluso matado», explica José Verdeguer, párroco de San Valero Obispo y San Vicente Mártir.
Ubicada en el valenciano barrio de Ruzafa, esta iglesia atiende a la gran comunidad de chinos que habita en sus alrededores.
Según cuenta su párroco, muchos de ellos aún viven con miedo debido a la represión que han soportado en China. «La persecución está viva y según en qué zonas o épocas puede ser más o menos cruda», asegura. No obstante, aquel recuerdo poco a poco se va desvaneciendo hasta el punto de ser completamente ajeno para las generaciones nacidas en España. «Aquí la comunidad es muy viva y están encantados de la vida. Al principio, cuando hablaban, nunca hacíamos fotos porque los mayores temían que pudiera haber espías, pero ahora dicen que son católicos y no tienen por qué esconderse de nada», presume José.
En definitiva, la reacción entre la comunidad católica china en España es dispar. Mientras unos acogen la noticia con esperanza, otros se mantienen escépticos e incapaces de creer que llega un nuevo tiempo de libertad religiosa.
«Es posible que haya miedo, pero no importa, porque la luz no está hecha para esconderla sino para enseñarla», opina Pedro Liu, convencido de que el poder de atracción del Evangelio hará que esta sea una oportunidad histórica para el florecimiento de la Iglesia en China.
Rodrigo Moreno
Imagen: Reunión del grupo Casa de San José, comunidad china,
en la parroquia de Santa Ana de Valencia.
(Foto: A. Saiz/AVAN)