Diálogo sin tapujos entre Francisco y un grupo de jóvenes franceses. «El sexo es un regalo que nos da el Señor» y «tiene dos propósitos: amar y generar vida», les dijo el Pontífice. Asimismo, instó a los jóvenes a «servir a los pobres» y dijo que eso «no es comunismo sino Evangelio»
El Papa tuvo el lunes 17 un diálogo con un grupo de jóvenes de la diócesis de Grenoble-Vienne en el que se habló sin tapujos de sexualidad, sobre los males que afligen a la Iglesia, la cercanía a los pobres o del compromiso cristiano en la sociedad, entre otros temas.
Durante el coloquio –publicado por el Vaticano esta noche–, Thérèse, de 24 años, preguntó a Francisco sobre el amor, sus problemas y la sexualidad, al mismo tiempo que expresó su preocupación por la falta de atención y comprensión por parte de los adultos.
En su respuesta, el Pontífice invitó a los jóvenes a no separar nunca la sexualidad «del hermoso lugar del amor» y citó el ejemplo de un matrimonio que conoció durante una audiencia general que, después de 60 años de matrimonio, «todavía se miran a los ojos y se declaran enamorados el uno del otro».
Además, el Santo Padre explicó que «la sexualidad, el sexo, es un regalo de Dios. Sin tabúes. Un regalo que el Señor nos da» y que «tiene dos propósitos: amar y generar vida». También «es una pasión, es amor apasionado y te lleva a dar tu vida por el otro para siempre»
Compromiso de los jóvenes
En otro orden de cosas, Bergoglió invitó a los jóvenes a «no decir, no hablar, sino escuchar y hacer, caminando siempre por las vías de la cercanía con el prójimo», incluso ante aquellos que «critican a la Iglesia, la señalan con el dedo, estigmatizándola por la homosexualidad y la pedofilia».
Esta es la primera regla, dijo el Pontífice a Mathieu, de 16 años, para transmitir el mensaje cristiano, algo que no se hace desde «el sillón» sino «saliendo a la calle». En este sentido, exhortó a los jóvenes a aprender a ser custodios de sus hermanos y a «estar dispuestos a ensuciarse las manos».
Por otro lado, Francisco advirtió de dos «enemigos feos» del compromiso cristiano: el egoísmo, es decir, «mirar solo las cosas propias»; y la corrupción, «tanto la material que te ataca con el dinero, como la del corazón, que corta todos los ideales y encierra tus sueños».
Los pobres y la santidad
Antes de concluir el coloquio, instó a los jóvenes a «servir a los pobres» y dijo que eso «no es comunismo sino Evangelio». «Los jóvenes deben aprender a ponerse a su servicio, sin menospreciarlos, sino inclinándose hacia ellos, porque cuando se toca la “enfermedad” de un pobre, se tocan las heridas de Cristo y se logra vivir concretamente la caridad».
En su despedida, el Papa no ocultó su amargura por la disminución del número de cristianos y los efectos negativos de la secularización. Como antídoto, propuso «seguir siempre a Cristo, tanto cuando la Iglesia florece como cuando está en crisis, como han hecho los santos. La Iglesia ha salido adelante impulsada siempre por los santos; no por grandes organizaciones, grandes partidos políticos ni grandes instituciones. Son los santos los que abren el camino delante de nosotros», concluyó.
J. C. de A.
(Foto: AFP/Vatican Media/3XGTY)