Director del apostolado hispano en la diócesis de Arlington, el padre José Eugenio Hoyos, lleva 35 años acompañando a los católicos hispanos en Estados Unidos. Activista desde el principio por la defensa de los derechos de los inmigrantes, ha venido a España para predicar en la asamblea de la Renovación Carismática Católica
¿Cómo es el apostolado de la Iglesia con los hispanos en Estados Unidos?
Se está dando un fenómeno muy interesante, porque ya podemos hablar de una Iglesia católica inmigrante, compuesta de muchísimas familias y gente muy joven que le ha dado una efusión nueva a nuestra manera de dirigirnos pastoralmente a nuestros fieles. Normalmente, son comunidades muy grandes, de un lleno total. Hay mucha sed de Dios. Los obispos les han dado mucha acogida y han habilitado una gran cantidad de programas en su beneficio y para su acompañamiento. Cada diócesis se ha ocupado de implementar una oficina o un ministerio específico para los hispanos. Es una fuerza muy pujante en Estados Unidos.
¿La acogida de los católicos hispanos por parte de la comunidad nativa ha sido fácil?
Nos costó un tiempo insertarnos en la comunidad norteamericana, porque eran dos culturas distintas. Con el tiempo la comunidad nativa se ha dado cuenta de que la comunidad hispana ha traído una gran riqueza, y gracias a la llegada de los hispanos ha tomado una mayor conciencia de la necesidad de evangelizar y de llamar a las puertas de los que nos rodean. Los hispanos han hecho a la Iglesia en Estados Unidos mucho más activa.
Entonces, ¿la integración es real?
Al principio encontramos una Iglesia fría, y hubo diferencias entre ambas comunidades. Nuestro papel como pastores consistió en propiciar una reconciliación y trabajar por la unidad. Es verdad que no es lo mismo una Misa en inglés que otra en español; una es más solemne, la otra es más festiva. Pero ya estamos haciendo Misas bilingües, y tratamos de acercar más nuestras tradiciones en festivales, eventos… No ha sido fácil romper este hielo pastoral –Estados Unidos es muy grande y hay de todo–, pero ya podemos expresar juntos nuestra fe común.
El lenguaje de las comunidades carismáticas habrá ayudado…
La Renovación Carismática, bien formada y bien evangelizada, da mucho fruto. Es una corriente de gracia que ha sido muy bien acogida por los obispos. Tiene mucha capacidad de convocatoria y suscita muchas conversiones. Además ha evitado que muchos hispanos se hayan ido a las sectas evangélicas.
El padre Hoyos, dirigiendo la adoración en la Asamblea de la Renovación Carismática
(Foto: Marta Rull)
¿Cómo están viviendo los católicos hispanos en Estados Unidos la política migratoria de Trump?
Pues mira, yo quiero dar las gracias al presidente de Estados Unidos, porque nos ha hecho rezar y orar más. Estos episodios de persecución, racismo y discriminación que hemos tenido nos han hecho unirnos más. Somos una sola familia. En cualquier caso, nuestra comunidad está viviendo con mucho temor; hay mucha persecución. Un padre se levanta por la mañana y no sabe si va a poder regresar a casa por la tarde; los niños ven un policía por la calle y lloran, porque piensan que se va a llevar a sus padres. Hay mucho miedo. Obispos, sacerdotes y religiosos hemos tenido que agregar una nueva pastoral de acompañamiento a las familias que han sido divididas, y los pastores tenemos que sanar ese temor. Está siendo una crisis humanitaria tremenda. Estamos organizando marchas multitudinarias al Capitolio para protestar por todo esto, y nos están ayudando también las comunidades locales. Mi frase de batalla es: «Ningún ser humano es ilegal, y el Reino de Dios no tiene fronteras».
La actitud de la Iglesia no habrá suscitado una simpatía total entre los norteamericanos…
A mi obispo anterior, un benefactor que hacía fuertes donaciones, le advirtió de que le retiraría su apoyo si seguía con su política de acogida, y entonces mi obispo prefirió seguir defendiendo a los inmigrantes antes que recibir aquel dinero. Creo que es lo más evangélico.
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Imagen: El padre Hoyos, durante una marcha por Venezuela.
(Foto: Twitter José Eugenio Hoyos)
«Jesús sigue curando entre nosotros hoy»
«Yo nací carismático», dice entre bromas este colombiano nacido en una familia de doce hermanos en la que uno de ellos, miembro del Congreso, fue secuestrado y asesinado por las FARC en los años duros de la guerra en su país.
«Mi madre iba a los grupos de oración y yo crecí en la Renovación. Ahí nació mi vocación sacerdotal, y le doy gracias porque me ha permitido ser testigo de muchas conversiones y de muchos acercamientos de personas hacia Dios», reconoce. Luego estudió en Chicago y con los años desarrolló un tumor «que me tuvo muy malito y casi me quita la vida. Estuve casi 30 días en estado de coma, y cuando salí le prometí a Dios que si me mantenía con vida iba a trabajar en el ministerio de sanación». Después de aquello, ha realizado numerosos viajes por todo el mundo dando retiros y presidiendo la Eucaristía por la sanación de los enfermos, con milagros y curaciones que hasta se han recogido en vídeos de YouTube. «Yo no sano a nadie –advierte el padre Hoyos–, es Jesús el que lo hace. A mí me entusiasma que Dios me siga utilizando para esto. Estas curaciones son la constatación de que Jesús sigue entre nosotros».