Discurso en el III aniversario de Laudato si’
(ZENIT).- “Partiendo del contexto de la inter-relación, de que `todo está conectado´, el Santo Padre nos recuerda que la humanidad es la administradora y no la dueña de la creación”, aclara el Secretario de Estado del Vaticano.
El cardenal Pietro Parolin ha pronunciado un discurso en la apertura de la Conferencia Internacional Saving our Common Home and the Future of Life on Earth (Salvaguardar nuestra casa común y el futuro de la vida en la tierra), que se celebra hoy, jueves 5 de julio de 2018, y mañana, viernes 6, con motivo del tercer aniversario de la encíclica del Santo Padre Francisco Laudato si ‘, en el Aula Nueva del Sínodo en el Vaticano.
Parolin ha explicado que el Papa “no da consejos mundanos sobre cómo ser prudente y práctico”, más bien, nos está recordando la consecuencia básica de la creación, que establece relaciones de cada persona con Dios el Creador, con otras personas humanas, y con el mundo como el jardín-hogar de nuestra existencia, ha enumerado.
También el Santo Padre –ha continuado el Secretario de Estado– nos recuerda las “demandas básicas de nuestra vocación de participar en la obra de Dios como co-creadores”, y de ahí “nuestra responsabilidad por la obra de Dios que no esconde a su rostro ningún aspecto de la creación, pobre o rico, natural o humano, ahora o en el futuro”.
Discurso del cardenal Piero Parolin, Secretario de Estado
Eminencias, Excelencias, miembros del Cuerpo Diplomático y Representantes de Gobiernos, distinguidos líderes e invitados de grupos de la sociedad civil, movimientos, instituciones de Fe, comunidades indígenas, Academia, Organizaciones Internacionales; queridos hermanos y hermanas,
Muy buenos días a todos y cada uno de vosotros.
Deseo agradecer a Su Eminencia, el cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, su amable invitación a pronunciar el discurso de apertura en esta Conferencia que se propone reflexionar sobre Laudato si ‘, la carta encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de nuestra casa común.
Desde su publicación en mayo de 2015, la encíclica fue bien recibida como una poderosa contribución para comprender mejor y abordar de manera más efectiva una serie de cuestiones puntuales e incluso críticas que enfrenta la humanidad, sobre la base de un enfoque más amplio y profundo de ecología integral. Precisamente, partiendo del contexto de la inter-relación, de que “todo está conectado”, el Santo Padre nos recuerda que la humanidad es la administradora y no la dueña de la creación. De hecho, como señala en varias ocasiones, el resquebrajamiento de la relación del hombre con Dios, con el prójimo y con la creación, proviene, en sus raíces, de un antropocentrismo equivocado.
Solo para subrayar la amplia recepción que ha tenido la encíclica Laudato si ‘, cabe mencionar que la comunidad científica la ha apreciado particularmente y que ha causado una profunda impresión también en los seguidores de otras religiones. Al comienzo de Laudato si ‘, el Papa Francisco destaca que en esta encíclica, intenta “especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común. (LS, 3), apelando “a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta”. cómo estamos modelando el futuro de nuestro planeta “(LS, 14). Tal vez el debate que ha fomentado dentro de la comunidad científica y entre varios grupos religiosos es una clara señal de la voluntad de trabajar para su implementación.
En estas breves palabras de apertura, quisiera destacar tres aspectos que caracterizan particularmente Laudato si ‘.
En primer lugar, en el contexto de los actuales y cada vez más emergentes desafíos ambientales de nuestra época, se nota una clara urgencia en la invitación del Papa Francisco a cuidar de nuestra casa común. Todos sabemos cuánto sea precaria la situación de nuestro planeta hoy. La encíclica es, de hecho, una respuesta oportuna a uno de los retos más urgentes que enfrenta hoy la humanidad, a saber, un posible colapso de la misma casa que nos alberga, tanto a nosotros como a todas las formas de vida.
En segundo lugar, Laudato si ‘ es importante por su mensaje de una Ecología Integral. El Papa Benedicto XVI observaba en Caritas in veritate que el Libro de la Naturaleza es uno e indivisible (Caritas in veritate, 51)[1]. La ecología humana y la ecología natural están unidas y son prioridades inseparables para la familia humana. El Papa Francisco ve en San Francisco “el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. […]Nos muestra cuán inseparable es el vínculo entre la preocupación por la naturaleza, la justicia para los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior “(LS, 10). Todo, para el Papa Francisco, está interconectado; así que el “clamor de la tierra” está estrechamente vinculado con el “clamor de los pobres” (LS, 49). En consecuencia, como miembros del mismo hogar, todos debemos unirnos para comprometernos a salvar nuestro casa común Como escribe el Papa Francisco: “Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades.” (LS, 14).
En tercer lugar, Laudato si ‘ añade una dimensión de profundidad a la cuestión ecológica, una atención que a menudo falta en las discusiones sobre el medio ambiente. En Laudato si ‘, el Papa Francisco ofrece una visión profundamente espiritual del mundo natural, hablando del “evangelio” de la creación, el título mismo del segundo capítulo de la encíclica. El Papa señala “cómo las convicciones de la fe ofrecen a los cristianos, y en parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles. ” (LS, 64). De nuevo, este es un aspecto del mensaje del Papa sobre la ecología integral; y está estrechamente relacionado con la visión antropológica relacional de Laudato si ‘. Como escribe el Papa: “La existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra. ” (LS, 66). Nuestra relación con Dios y con nuestro prójimo incluye necesariamente nuestra relación con la madre tierra. Esta relación puede y debe ser armoniosa; pero como observa el Papa Francisco al comienzo de su encíclica, “La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. “(LS, 2). Como resultado de esta violencia presente en nuestros corazones, la tierra misma está sojuzgada y devastada, se abusa de la vida humana en una cultura donde predomina el descarte, y toda la creación se tambalea al borde de la catástrofe. Es urgente, pues, que cambiemos nuestro sentido del progreso humano, la gestión de nuestra economía y nuestro estilo de vida.
La doctrina católica de la creación no considera el mundo como un accidente. Nuestro planeta, todavía más, el universo, es un acto intencional de Dios que se ofrece a los seres humanos como un regalo. La creación es el primer paso en la gran vocación del hombre: creación, encarnación, redención.
La humanidad no es una ocurrencia tardía. Dios no tenía dos programas: primero, el mundo y luego, la humanidad. El hombre y la mujer están hechos a la imagen y semejanza de Dios, son una parte intrínseca del universo, y su vocación es “cultivar y custodiar” todo. Pero cultivar y custodiar no debería llevar aparejada la dominación y la devastación. Un comportamiento semejante constituye una burla de la dignidad y del respeto debido a los dones de Dios.
En este sentido, deberíamos saber que es fácil entender las preocupaciones del Papa Francisco por los pobres y por la naturaleza. Él no da consejos mundanos sobre cómo ser prudente y práctico, aunque su mensaje tiene inmensas consecuencias prácticas. Más bien, nos está recordando:
- a) la consecuencia básica de la creación, que establece un nivel de relaciones triple para la persona humana:
- con Dios el Creador,
- con otras personas humanas en un vínculo de fraternidad, y
- con el mundo como el jardín-hogar de nuestra existencia, y
- b) las demandas básicas de nuestra vocación de participar en la obra de Dios como co-creadores, y de ahí
- c) nuestra responsabilidad por la obra de Dios que no esconde a su rostro ningún aspecto de la creación, pobre o rico, natural o humano, ahora o en el futuro.
Ojalá nuestra reunión de estos días para reflexionar sobre el delicado estado de nuestra casa común nos lleve a trazar líneas de acción concretas y participativas para salvar la creación. Todos somos conscientes de lo largo y exigente que será este camino, pero tenemos una brújula muy buena para orientarnos en la carta encíclica, Laudato si ‘. ¡Que la encíclica os sirva de guía e inspiración en vuestras deliberaciones e intercambios en estos días!. Tened la seguridad de mi apoyo fraternal y de mis oraciones por todo lo que hacéis.
Gracias.
[1]Cf. Papa Benedicto XVI: Todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la pólis. Ésta es la vía institucional —también política, podríamos decir— de la caridad, no menos cualificada e incisiva de lo que pueda ser la caridad que encuentra directamente al prójimo fuera de las mediaciones institucionales de la pólis. El compromiso por el bien común, cuando está inspirado por la caridad, tiene una valencia superior al compromiso meramente secular y político. (Caritas in veritate, 7)
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Imagen: Cardenal Pietro Parolin.
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