El marqués de Vallejo y su hijo recorrieron los hospitales de toda Europa buscando una cura que aliviara la enfermedad del joven. Tras la muerte por epilepsia los 24 años de José Manuel Fernández Vallejo Flaquer, su padre decidió donar gran parte de su fortuna a la creación de la primera institución en España dedicada exclusivamente al tratamiento de la epilepsia. Así, el Instituto San José abrió sus puertas el 20 de junio de 1899 a cargo de los hermanos de San Juan de Dios
A veces Dios saca bienes de donde solo parece haber males. Es lo que sucedió tras el fallecimiento por epilepsia a los 24 años de José Manuel Fernández Vallejo Flaquer, hijo del Marqués de Vallejo, el 18 de abril de 1878. Atrás quedaron los años en que padre e hijo vagaban por los hospitales y sanatorios de toda Europa en busca de una cura que aliviara la enfermedad del joven.
Destrozado por la muerte de su hijo, el entonces Marqués de Vallejo, Diego Fernández, decide donar gran parte de su fortuna a la creación de la primera institución en España dedicada exclusivamente al tratamiento de la epilepsia. Así, se hace con la finca denominada Las Piqueñas, en Carabanchel, un enclave de paz y tranquilidad a las afueras de Madrid.
Para la gestión y el aprovechamiento de la nueva fundación, el marqués de Vallejo se fija en los Hermanos de San Juan de Dios, que por entonces acababan de fundar en Ciempozuelos un centro de internamiento para varones con enfermedades psiquiátricas, y para ello se pone en contacto con el superior de la orden por aquel entonces, san Benito Menni.
Ambos sacan adelante una obra en la que los enfermos de epilepsia, una enfermedad sin tratamiento ni cura entonces, serán los protagonistas, en especial los enfermos de una extracción social más desfavorable. «Podrá admitirse –afirmaba el marqués en los fundamentos de la institución– el número de enfermos pensionistas que permita la capacidad del establecimiento, sin perjuicio de los enfermos pobres, que es a quienes principalmente este se dedica».
De este modo, el 20 de junio de 1899 se inauguraba, gracias a los 5 millones de pesetas reunidos por el marqués de Vallejo, un centro que contaba con nueve pabellones, de 60 metros de largo por 12 de ancho, capaces de contener cada uno de 36 a 40 enfermos. Así ese caluroso día de junio de hace ahora 119 años, cruzaba la puerta del Instituto el primero de los enfermos, un joven de 16 años llamado Enrique Vázquez que padecía epilepsia desde hacía varios años.
Hoy, la Fundación Instituto San José cuenta con 246 camas en hospitalización en las áreas de neurología, geriatría, cuidados paliativos, convalecencia y rehabilitación y daño cerebral irreversible. Además, dispone de cerca de 50 plazas en su centro de día para discapacitados graves, tanto intelectuales como físicos, y ofrece asimismo actividades ambulatorias de rehabilitación física, logopedia, dislexia y psicomotricidad, gabinete de neurofisiología y consultas externas.
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo