El cardenal Blázquez presenta la Memoria de Anual de Actividades de la Iglesia Católica en España en cumplimiento de «un deber de gratitud de transparencia» con «tantos como participáis de una forma o de otra en tantos campos de la actividad pastoral de la iglesia»
Al marcar la X de la Iglesia los ciudadanos «ejercitan generosamente el derecho que tienen». Se trata de «una manera razonable de colaboración del Estado con la Iglesia», análogo al que mantiene con las ONG y entidades a las que se destina la recaudación de la casilla de “otros fines”.
Con estas palabras defendía el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal (CEE) y arzobispo de Valladolid, el vigente modelo de financiación de la Iglesia.
A través de la X de la Renta, que los contribuyentes pueden marcar voluntariamente, la Iglesia en España recibe alrededor de una cuarta parte de sus ingresos, fruto del acuerdo alcanzado con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2006. A cambio, la Iglesia se comprometió a dar cuentas al gobierno y a la sociedad del uso que da a ese dinero, motivo por el cual la CEE presenta desde entonces una Memoria anual de actividades.
«Estamos cumpliendo un deber de gratitud de transparencia» con «tantos como participáis de una forma o de otra en tantos campos de la actividad pastoral de la iglesia», dijo este jueves Blázquez en el Caixa Fórum de Madrid durante la presentación de la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia Católica en España, con los últimos datos disponibles, referidos al año 2016.
Esa confianza supone para la Iglesia un «estímulo y una esperanza que yo agradezco cordialmente», añadía el purpurado. «Tened la seguridad de que lo administramos con transparencia» y de que «lo que recibimos con una mano, lo transmitimos con la otra, a través de tantos servicios».
Con la colaboración y confianza de todas esas personas, añadió, la Iglesia en España «queremos que sea una gran familia donde todos cabemos». Porque en la Iglesia «las puertas están abiertas para todos, a nadie cerramos la puerta».
Al ofrecer un balance de la acción pastoral, caritativa, cultural o educativa de la Iglesia a lo largo de un año (en este caso, el 2016, último balance consolidado), no se trata de «ponernos medallas» ni de presumir de «lo buenos que somos», sino de «darle las gracias a tanta gente buena que hace posible que la Iglesia esté en medio de nuestro pueblo», afirmó el secretario general de la CEE, José María Gil Tamayo.
Pero más allá de los números, mediante los cuales la CEE quiere mostrar que devuelve con creces a la sociedad el dinero que recibe, la presentación de la Memoria buscaba poner algunos rostros a la labor de la Iglesia.
En una velada conducida por los periodistas José Luis Pérez y María de Meer, ofrecieron su testimonio los miembros de un coro infantil de la comunidad católica china en España, y una artista de circo que habló del acompañamiento que recibe de la Iglesia un colectivo para el que «la parroquia es el país entero».
Intervino finalmente un antiguo guitarrista de jazz, Ángel Benavente, que tras probar las mieles del éxito cayó en el precipicio. «Me equivoqué de camino», dijo al hablar de su adicción a las drogas.
Durante mucho tiempo hizo «mucho daño» especialmente a sus «personas mas queridas». Llegó un momento en que ni siquiera podía tocar ya la guitarra. «Me venían a la cabeza muchos recuerdos y no podía. Me ponía a llorar», contó.
Gracias a su terapeuta en Cáritas, Chema, empezó a volver a la vida «escaloncito a escaloncito». Al principio, bastaba con sacar la guitarra y dejarla un rato encima de sus piernas. Hasta que poco a poco las escalas y los acordes fueron regresando. Con su actuación musical, Ángel Garrido protagonizó el momento más emotivo de la velada.