«Nadie espera un cambio político sustancial» con el cambio de presidente en Cuba. Este pesimismo y las dificultades para la supervivencia cotidiana hacen que entre los católicos la toma de posesión de Miguel Díaz-Canel se haya recibido con indiferencia
La toma de posesión de Miguel Díaz-Canel como nuevo presidente de Cuba ha sido recibida por los católicos de la isla con bastante indiferencia. «Nadie espera un cambio político sustancial con su elección», ha afirmado en declaraciones a la agencia Fides María C. López, responsable de comunicación de la archidiócesis de Santiago de Cuba. De hecho, para ella «la novedad más significativa es la presencia de tres mujeres en el grupo de cinco vicepresidentes».
El nuevo Consejo de Estado solo conserva, entre sus 30 miembros, dos dirigentes históricos. Sin embargo, Díaz-Canel afirmó este jueves, en su primer discurso como jefe de Estado ante la Asamblea Nacional, que su línea será la continuidad. No habrá «espacio para una transición» política; afirmó. Y su gran valedor y mentor, Raúl Castro, seguirá siendo «la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado» en calidad de primer secretario del Partido Comunista.
La periodista Yoani Sánchez ha escrito que las razones de la actitud fría entre los creyentes son «la pésima situación económica, que fuerza a la mayoría de la población a ocuparse solo por sobrevivir; y el pesimismo que nace de la convicción de que no cambiará nada con un rostro nuevo y el hecho de que la gente no conoce otros escenarios».
Mejores relaciones con Raúl Castro
La Iglesia católica mantendrá la apertura al diálogo que ha caracterizado sobre todo la era de Raúl Castro. «En los casi once años en el poder del hermano de Fidel Castro –recuerda López– se ha abierto un tiempo de encuentro entre el Estado y la Iglesia, con varios momentos de intercambio entre sus respectivos líderes».
Fruto y signo de este diálogo ha sido la excarcelación de algunos prisioneros, y las visitas de Benedicto XVI y Francisco en 2012 y 2015 respectivamente. Estos eventos han sido ocasiones de conversaciones y acuerdos de trabajo entre ambas partes.
«Mi percepción –añade López– es que en los últimos 20 años se ha concedido, de forma lenta y progresiva, una mayor libertad religiosa. La Iglesia católica no la ha reclamado solo para sí, sino para todas las expresiones de religiosidad del pueblo –evangélicos, sincretistas, etc– y para todos los cubanos».
Sin embargo, esta mayor libertad se refiere sobre todo a la libertad de culto y devocional. Pero, tal como reveló a Alfa y Omega hace unos meses el sacerdote Castor José Álvarez Devesa, la Iglesia sigue estando vigilada por informadores para controlar que no se extralimite en sus funciones ni pretenda tener voz sobre la situación del país.
Fides/Alfa y Omega
(Foto: REUTERS/Alexandre Meneghini)