El teniente coronel de la Gendarmería Arnaud Beltrame murió como un héroe: el viernes 23 de marzo se intercambió por una cajera de 40 años que estaba retenida como rehén en el supermercado de Trèbes, en pleno ataque terrorista llevado a cabo, en nombre del Estado Islámico, por Radouane Lakdim, marroquí de nacimiento y nacionalizado francés hace 13 años. El gendarme intentó negociar con el terrorista. Este respondió degollándole. «Herida de la tráquea y de la laringe a través de arma blanca», según la autopsia. Beltrame murió pocas horas después.
El significado moral del sacrificio de Beltrame lo precisó su viuda, Marielle, en una entrevista concedida al semanario católico La Vie: «Es el gesto de un gendarme y también el gesto de un cristiano, no se puede separar el uno del otro». Unas fuertes convicciones corroboradas por el padre Jean-Baptiste Golfier, el canónigo de la abadía de Lagrasse, que iba a recibir el consentimiento matrimonial de la pareja el próximo 9 de junio en Bretaña.
Puede extrañar que un matrimonio que se definía como cristiano llevase año y medio casado por lo civil sin haber santificado su unión ante Dios. Los motivos tienen que ver con el itinerario de conversión del gendarme asesinado: Beltrame nació en una familia católica no practicante y redescubrió la fe en 2008, siendo ya un treintañero. Dos años después, hizo la Primera Comunión y fue confirmado.
La gracia de los sacramentos se desplegó rápidamente en el alma del gendarme, que empezó a vivir intensamente su fe; no solo por su asidua asistencia a la Misa dominical, sino también participando en numerosas peregrinaciones –Camino de Santiago incluido– o en diversas actividades pastorales. El padre Golfier recuerda, en una carta enviada a la revista Valeurs Actuelles, cómo Beltrame pidió a la Virgen en la basílica de Saint-Anne d’Auray (lugar señero del catolicismo de Bretaña, su patria chica) que le ayudara a encontrar a la mujer de su vida. Poco después, conoció a Marielle.
De ahí que el matrimonio que se iba a celebrar en junio fuera no solo la bendición de un enamoramiento, sino sobre todo la culminación, en el caso de Beltrame, de una búsqueda profunda de Dios. El plan se ha truncado, pero, como precisa el sacerdote, «solo una fe cristiana estimulada por la caridad podía permitir el sacrificio sobrehumano» del gendarme, que entregó su alma a Dios en el hospital, rodeado de Marielle, del padre Golfier y con la Medalla Milagrosa reposando sobre su hombro.
José María Ballester Esquivias
(Foto: AFP Photo/Gendarmerie Nationale)