(ZENIT).- ¿Cómo ayudar a los jóvenes a tomar conciencia de este “crimen contra la humanidad”?: Fue una de las preguntas que la joven nigeriana Blessing Okoedion, víctima de la trata de seres humanos, preguntó al Papa Francisco.
El pasado lunes, 19 de marzo, el Papa Francisco participó en la reunión pre-sinodal con los jóvenes, y respondió a las preguntas formuladas por cinco jóvenes: Una muchacha nigeriana liberada de la calle, un francés ateo, una argentina que enseña en Scholas Occurrentes, un seminarista ucraniano y una joven religiosa china.
Esta es la pregunta de la joven Blessing Okoedion y la respuesta que le dio el Papa Francisco:
Blessing OKOEDION, joven nigeriana víctima de la trata
Mi nombre es Blessing Okoedion y soy nigeriana. Hace cuatro años llegué a Italia involucrada con engaño en la trata de seres humanos. Una experiencia dramática, de aniquilación total de mi dignidad. Pero con la fe en un “Dios que no duerme”, encontré el coraje de denunciar y salir de ese infierno. En una comunidad de monjas, redescubrí mi resurrección. Pero es precisamente por esta libertad conquistada que siento fuerte y hago mía la llamada de auxilio y liberación de tantas mujeres jóvenes, mis hermanas, todavía humilladas y esclavizadas hoy en nuestras calles y me pregunto: ¿Cómo ayudar a los jóvenes a tomar conciencia de este “crimen contra la humanidad”, como lo definiste tú, Papa Francisco. ¿Cómo podemos ayudarlos a ser humanos y luchar y superar una mentalidad enfermiza que reduce a las mujeres a esclavas, a ser propiedad del hombre, a mercadería o para obtener ganancias o para su propio placer egoísta?
Querido Papa Francisco, lo que más me inquieta es precisamente la demanda: los muchos clientes y tantos de ellos, como se ha dicho, son católicos. Me pregunto y te pregunto, pero la Iglesia, aún demasiado machista, ¿Puede interrogarse verdaderamente sobre la gran demanda de los clientes? ¿Puede ser creíble a la hora de proponer a los jóvenes caminos de relación entre hombres y mujeres libres y liberadores?
[Sra. Blessing OKOEDION, joven víctima de la trata. Narró su historia en el libro “El valor de la libertad”, Ed. Paoline (Nigeria)]
Papa Francisco:
La pregunta es sin anestesia, pero es la realidad, es realidad. El año pasado fui a visitar una de las casas de las chicas que fueron liberadas de esta esclavitud: no se puede creer. Una fue secuestrada en Moldavia y transportada en automóvil, detrás, donde se guarda el equipaje, atada, toda una noche hasta llegar a Roma, amenazada, si se escapaba, con que matarían a sus padres. Después, las que se resisten – lo escuchamos en la primera intervención en África – hay días de ablandamiento – en español decimos el ablande: te golpean, te torturan y al final vencen. Entonces – esto me dijeron las chicas -, empieza el trabajo, y en ese momento, para defenderse, hacen lo que llamo – no sé si es científico, pero yo lo llamo así – un esquizofrenia defensiva: aislar el corazón, aislar la mente y decir: “Este es mi trabajo”, pero no se involucran, para salvar lo que pueden de su dignidad interna, pero la dignidad social y externa está por los suelos. Y así se defienden. Pero sin ninguna esperanza Algunas han logrado escapar, pero la mafia de estas personas, las bandas entre ellos, las persiguen; las encuentran y a veces se vengan. A las que son, por ejemplo, de África y de un país europeo – al menos eso es lo que sé – las engañan con un trabajo, no sólo las secuestran, también las engañan : con [la promesa] de un trabajo de azafata o auxiliar de aviones, y aquí las meten enseguida en esa otra vida. Pero cuando se liberan, no tienen el valor para volver a casa, porque existe la dignidad de la familia, y no tienen valor para decir la verdad, no pueden. Pero no porque sean cobardes, porque aman tanto a la familia que esto impide que sus padres, sus hermanos y hermanas sean ensuciados con esta historia. Y no pueden regresar. Y siguen dando vueltas como pueden, encontrando otro trabajo … Una de las chicas dijo que cuando dos veces no llevó el dinero que tenía que llevar ese día, le cortaron la oreja; a otras les rompen los dedos, y estas cosas, la tortura, si no lo hacen. Esta es una esclavitud de hoy. Y creo que aquí en Italia, hablando de clientes, creo que – hago un cálculo sin fundamento, pero creo que es probable – el 90% son bautizados, es decir, como ella dijo, católicos. Pienso al asco que deben sentir estas chicas cuando esos hombres les obligan a hacer estas cosas … Recuerdo una vez, hubo un accidente en Buenos Aires, en una discoteca, 200 personas murieron. Fui a ver a los heridos en el hospital y en una unidad de cuidados intensivos había dos ancianos: se habían desmayado, sufrieron un derrame cerebral. Me dijeron: “A estos dos fueron les trajeron del burdel”. Ancianos, jóvenes … estas chicas lo soportan todo … Hablé con ellas, -una buena reunión-, en una de las casas de Don Benzi, un sacerdote que ha hecho una gran labor para rescatar a estas chicas; ellos tienen un método. Vigilan a las chicas; uno de ellos se acerca y comienza a hablar, aparentemente para ponerse de acuerdo sobre el precio, pero en lugar de decir: “¿Cuánto cuesta?”, le preguntan: “¿Cuánto sufres?”. La chica escucha, él le habla brevemente, le da una nota: “Te llevaremos lejos, nadie te encontrará”, con un número de teléfono. Y el 80% de las chicas llaman. “Está bien, no te preocupes: ¿qué día es el más seguro para ti?” – “Tal” – “En ese sitio a tal hora “, pasa con el coche … y la sacan de Roma. Tienen casas, y la terapia comienza allí. Es una hermosa terapia que hacen .Y luego la inserción. Es una de las obras que se hacen aquí en Roma, que yo conozco, que me involucró; pero hay muchas. Luego hablo sobre el fenómeno, pero quería comenzar con este [aspecto] positivo. Es interesante: en esa reunión estuvieron el capellán y dos voluntarios. Cuando una chica contó su historia, el voluntario que estaba a su lado, uno de los que la ayudó a recuperarse … ¡era su marido! Se enamoraron, se casaron. Y el otro era el novio de la otra. Era una hermosa reintegración. Pero vuelvo aquí a lo que usted dijo: es un crimen contra la humanidad, es un crimen contra la humanidad y proviene de una mentalidad enfermiza: la mujer debe ser explotada. Y hoy en día no hay feminismo que haya logrado eliminar esto de la conciencia, del inconsciente más profundo o del imaginario colectivo, digámoslo así. La mujer debe ser explotada, de una forma u otra. Y así se explica esta … enfermedad de la humanidad, es una enfermedad de una forma social de pensar, es un crimen contra la humanidad.
Hablé sobre los métodos [para ayudarlas]. Las que pueden ayudar mejor a estas chicas son las mujeres, las monjas. ¡Pero también hay mujeres que las venden! Supe la historia de una de África, una chica que había terminado una parte de la universidad y quería trabajar; y una señora, no recuerdo si ella era una consagrada de una parroquia o una señora de Acción Católica en esa parroquia, se interesó: “Te pongo en contacto… te doy todos los contactos …”, y la esperaban en el aeropuerto y desde el aeropuerto a trabajar. La engañaron. Luego fue rescatada por uno de estos grupos y la llevaron a una casa para que se recuperara. Salió la superiora : “¡No!”, Gritó [esa chica]; Vio a una monja y dijo “¡No!” porque la habían vendido. No sé si fue una monja, tal vez … ella dijo que era una mujer, una mujer laica, una católica, pero de la parroquia. Y al final ella se quedó allí y ayudó mucho. Pero también las personas que dicen que son católicos … tal vez una minoría… es una enfermedad (…). Me alegra que los jóvenes luchen por esta causa. Esta es una de las luchas que les pido a los jóvenes que hagan: por la dignidad de las mujeres. Por la dignidad, que es más que el hecho de que la mujer puede hacer esto o no, que puede convertirse en esto o aquello, no: Ella es digna, es hija de Dios. Más: en la historia de la Creación fue la que asombró al hombre: ¡ah, la belleza, la belleza de la mujer! Y luego, termina así. Algunos gobiernos intentan cobrar multas a los clientes, pero según los datos que tengo esto no funciona. El problema que dijiste es grave, grave ,grave y me gustaría que luchaseis por él. Jóvenes. Y por favor, si un joven tiene este hábito, ¡que lo corte! Es un criminal. Quien hace esto es un criminal “Pero padre, ¿no se puede hacer el amor?” No, no, esto no es hacer el amor. Esto es torturar a una mujer. No confundamos los términos. Esto es criminal. Mentalidad enferma. Y quiero aprovechar este momento, porque ha hablado de cristianos bautizados, para pedir perdón a vosotros y a la sociedad, por todos los católicos que cometen este crimen.
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Imagen: La joven nigeriana saludó al Papa
(© Vatican Media)