Reconocer los límites de la medicina no significa «abandonar a las personas enfermas», sino redescubrir la vocación más profunda de cuidar también cuando no se puede curar.
Cada año, 40 millones de personas en todo el mundo necesitan cuidados paliativos. Esta cifra, además, está destinada a crecer. Para hacer frente a semejante desafío, un grupo de expertos convocado por el Vaticano ha elaborado un Libro Blanco de los Cuidados Paliativos, en el que entre otras cosas se pide a los gobernantes de todos los países que hagan posible el acceso universal a esta forma de atención médica.
El Libro Blanco se ha presentado durante el congreso Cuidados paliativos: en todas partes y para todos. El encuentro, organizado por la Academia Pontificia para la Vida, ha contado con la asistencia de 390 expertos de 38 países, entre ellos representantes de distintas religiones y culturas.
El Papa Francisco se hizo presente mediante un mensaje firmado por el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin. En la carta, se subraya que esta rama de la medicina supone «un redescubrimiento de la vocación más profunda de la medicina, que consiste ante todo en cuidar», también cuando no se puede curar.
La sedación terminal, «un remedio extremo»
Se deben reconocer los límites de la medicina, pero sin «abandonar a las personas enfermas», escribe el cardenal Parolin. Cuando «todos los recursos del hacer parecen agotados, emerge entonces el aspecto más importante de las relaciones humanas, el del ser: estar presentes, ser acogedores». Es una «dependencia mutua del amor».
El mensaje en nombre del Santo Padre recuerda que es lícito aliviar el dolor insoportable con medidas terapéuticas que, sin buscarlo, acorten la vida en la fase de agonía. Sin embargo, «estos procedimientos siempre requieren un cuidadoso discernimiento y mucha prudencia», pues la sedación anula la faceta relacional del enfermo. «Debe considerarse un remedio extremo», concluye.
Un año de trabajo internacional
El Libro Blanco es el primer fruto de PAL-LIFE, un grupo de trabajo internacional creado por la Academia Pontificia para la Vida. Desde marzo de 2017, este equipo trabaja para «la difusión y el desarrollo de los cuidados paliativos» en los cinco continentes. Entre los 13 expertos que lo forman se encuentra el doctor Carlos Centeno, de la Universidad de Navarra.
Sus recomendaciones están dirigidas a diversos actores sociales. En el ámbito de la farmacia, por ejemplo, piden que sea accesible la morfina, especialmente en su formato oral, para tratar el dolor oncológico moderado o severo. También sugieren que se busquen mecanismos eficaces para ofrecer dosificaciones no estándares de los medicamentos y hacer que estas puedan llegar a los pacientes lo antes posible, sobre todo cuando en su país no haya formulaciones genéricas o más económicas.
Por otro lado, todas las facultades universitarias del mundo de la salud deben dar a los futuros profesionales sanitarios una formación básica, por ejemplo con asignaturas obligatorias. Los médicos y enfermeros que se dediquen a este ámbito –añade el documento– deben además obtener una certificación que garantice su especialización.
El Libro Blanco pide además a los líderes e instituciones religiosas que ofrezcan su apoyo y trabajen para que la dimensión espiritual se incluya en los cuidados paliativos a nivel local y nacional. Y, para que esta presencia sea sostenible, las instituciones tendrán que formar capellanes y asistentes espirituales.
María Martínez López
(Foto: Maya Balanya)