La ONG católica ha presentado la campaña Comparte lo que importa
«Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena». Es una cita de Mahatma Gandhi. Con ella ha concluido Claro Pardo, presidenta de Manos Unidas, su discurso durante la presentación de la campaña Comparte lo que importa, que la institución desarrollará a lo largo del año 2018.
Con la campaña, la ONG católica asume «como propia la responsabilidad de fomentar en la sociedad española la conciencia del escándalo del hambre y la pobreza, y de denunciar las estructuras injustas que los mantienen». Para ello, a lo largo de este año, «queremos compartir nuestro mensaje de denuncia y nuestras propuestas, experiencias e iniciativas de cambio para un mundo más justo» y animar a la sociedad en general a «compartir en redes sociales lo que importa, a compartir la lucha contra el hambre».
Aumento de los hambrientos
Tomando al pie de la letra la cita de Gandhi, Pardo ha denunciado el aumento de los hambrientos en el mundo, que desde 2015 se ha incrementado en casi 40 millones de personas. Estas cifras, reveladas por el último Informe sobre la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo publicado por la FAO, son «un auténtico mazazo para todos los que trabajamos cada día en la lucha contra el hambre». Además, «más de 26 millones de personas tienen que desplazarse en busca del sustento que la Madre Tierra, agotada y sin recursos, les niega», ha lamentado.
Como una de las causas de este aumento de los datos, Clara Pardo ha señalado a las guerras, a «esas guerras olvidadas, eternas, que se mantienen vivas mientras la comunidad internacional se limita a condenar con la boca chica mirando hacia otro lado y sosteniendo cínicamente el inconmensurable negocio de tráfico de armas que mueve miles y miles de millones de euros».
Sin embargo, la presidenta de Manos Unidas también le ha dado la vuelta a la frase de Gandhi para hablar de la labor de la institución, que en 2017 «aprobó 570 nuevos proyectos de desarrollo, por importe de más de 41 millones de euros, tendentes a producir cambios en la vida de cerca de 2 millones de personas». Asimismo, ha agradecido el compromiso de los más de 76.000 socios y el trabajo de los más de 5.000 voluntarios y contratados.
«Este compromiso es un acicate para que Manos Unidas siga trabajando, junto a sus socios locales, sin perder la esperanza en nuestra batalla contra el hambre», ha asegurado Pardo.
Sin agua, ni atención médica
Uno de los socios locales de Manos Unidas, en este caso en Paraguay, es la Fundación Celestina Pérez de Almada, cuya responsable –Marta María Machain– ha denunciado los numerosos conflictos que ha vivido el país y que dejaron infinidad de hombres muertos y a las mujeres como responsables de sacar adelante el país. «Históricamente, las mujeres han tenido que luchar con sus hijos en brazos contra el hambre y la opresión y lo siguen haciendo hasta ahora». Ellas «son las principales destinatarios de nuestro trabajo», ha asegurado Machain.
La Fundación Celestina Pérez de Almada se creó en los años 90 para acudir a la llamada de emergencia de las mujeres del departamento de Caaguazú. Allí «nos encontramos cara a cara con la pobreza extrema en la que vivían, sin caminos, sin agua, en precarias casa de madera y techos de paja, sin escuelas, ni atención médica, niños desnutridos y enfermos, población analfabeta que solo hablaba el guaraní».
En ese escenario, ha continuado la responsable de la fundación paraguaya, «nos encontramos con mujeres deprimidas y resignadas a su suerte, pero también con otras luchando por sobrevivir, decididas a cambiar su destino y salir adelante con sus familias, verdaderas líderes que invitaron a sus vecinas a unirse en lo que parecía un sueño».
Ante ello, «con el arma más poderosa que es la educación» la Fundación Celestina Pérez de Almada empezó a capacitar a «las mujeres campesinas como núcleo de transformación, primero en sus familias y luego en su comunidad».
Con el tiempo y el continuo apoyo de Manos Unidas, su trabajo se extendió a otras comunidades «a través de la formación, asistencia técnica e inversión para el fortalecimiento de organizaciones de base, la seguridad alimentaria y nutricional, la salud comunitaria y la valorización de la medicina tradicional, la generación de ingresos con micro emprendimientos solidarios y la alfabetización bilingüe guaraní-castellano, con perspectiva de género y protección del medio ambiente».
Compromiso por un mundo mejor
En la presentación también intervino Juan Pablo López Mendía, misionero en Benín durante los últimos 21 años. Allí, junto con Manos Unidas trabajó en un programa de formación de la mujer en salud, higiene, alimentación y derechos de la mujer y del niño. Asimismo, desarrolló programas destinados a enfermos de sida, a luchar contra el tráfico de niños o a promover el acceso al agua. Y en 2006 llevó adelante junto a otros sacerdotes un programa intenso de desarrollo comunitario de base en la provincia de Sinendé.
«Sigamos compartiendo lo que importa: nuestra vida, nuestros bienes y nuestro compromiso por un mundo mejor, donde cada persona, independientemente de dónde le haya tocado nacer, pueda vivir feliz y en condiciones dignas», concluyó López Mendía.
José Calderero de Aldecoa @jcalderero
(Foto: Manos Unidas)