Si fue decepcionante la actuación de la selección española de fútbol en el mundial celebrado en Brasil, lo es mucho más la eliminación del combinado nacional de baloncesto en cuartos de final del mundial que se está celebrando en España al perder ante la selección francesa que fue superior en todas las estadísticas: tiros de dos, tiros de tres, rebotes…
Las expectativas despertadas, alentadas sin límites por los medios de comunicación, se vinieron abajo tras una derrota que dejaba a España fuera de la lucha por las medallas y, sobre todo, impedía el sueño de una confrontación con Estados Unidos en una hipotética final.
España concurría a esta cita con un conjunto de baloncestitas contrastados cuyo soporte era una generación llamada merecidamente “de oro” por su calidad individual y colectiva demostrada en los títulos obtenidos desde las divisiones inferiores hasta la absoluta. Nueve de ellos o estaban jugando en la NBA, la liga más importante del mundo (Pau Gasol, Marc Gasol, Ricky Rubio, Serge Ibaka, José Calderón y Víctor Claver), o habían pasado por ella (Sergio Rodríguez, Rudy Fernández y Juan Carlos Navarro). Dos de ellos no juegan en la liga norteamericana porque no quieren (Felipe Reyes y Sergio Llull) y la plantilla se completa con una de las últimas perlas surgidas en el baloncesto español, Alex Abrines. Con semejante plantilla y su historial (un mundial, un europeo) había motivos para la esperanza.
Pero había alguna sombra de dudas en el cuerpo técnico que iba a dirigir al equipo y cuyo máximo responsable es Juan Antonio Orenga. Sin embargo se pasó por alto este detalle y se pensó que la calidad de los jugadores sería suficiente. Desgraciadamente, el tiempo ha confirmado que estas dudas eran razonables. Ni cuando se ganaban partidos la dirección desde el banquillo resultaba convincente. Y en el desastroso partido jugado contra Francia, que supuso la eliminación de España, quedó palpable la falta de recursos del entrenador. La selección hizo un juego monótono, previsible, sin desarrollar sistemas y con escasas variaciones. El resultado viendo jugar a la roja, a pesar del optimismo, era previsible.
De las derrotas se aprende y aún a esta extraordinaria generación de jugadores le quedan fuerzas para llegar al próximo europeo y lograr su clasificación directa para los juegos olímpicos (se clasifican los finalistas).
La Federación Española de Baloncesto está obligada a tomar las medidas oportunas para crear un cuerpo técnico de garantías e impedir que la frustración y el desánimo por el fracaso fragmenten este equipo en el que concurre la mejor generación de jugadores de baloncesto en la historia deportiva de España.
Cholo Hurtado