La Conferencia Episcopal Española, en su 409 Reunión de Comité Ejecutivo, acordó que «se institucionalice la Jornada de Oración por las Víctimas de Abusos Sexuales el 20 de noviembre, Día Universal del Niño, y se introduzca una intención en la oración de los fieles por las víctimas de los abusos de menores»
La Conferencia Episcopal Española se une de esta manera a la petición hecha por el Papa en la que se instaba a las conferencias episcopales a elegir «un día apropiado en el que orar por las víctimas de abuso sexual como parte de la iniciativa de la Jornada Universal de la Oración».
Es la primera vez que la Iglesia en España celebra esta jornada, por eso, desde la Comisión Episcopal de Liturgia de la CEE se ha preparado el material para la Eucaristía de este día. Todos los materiales y el Subsidio Litúrgico están disponibles en la página web conferenciaepiscopal.es.
La CEE ha optado por el Día Universal del Niño, que se celebra todos los años el 20 de noviembre desde 1989, fecha en la que se acordó el texto final de la Convención sobre los Derechos del Niño, cuyo cumplimiento es obligatorio para todos los países que la han firmado. Es un día dedicado a todos los niños del mundo, que quiere llamar la atención sobre la situación de los más desfavorecidos, dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar de la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo.
Una ruina para la humanidad
En los materiales, la CEE recuerda el discurso del Papa a los miembros de la comisión pontificia para la protección de los menores del pasado 21 de septiembre, en las que recuerda su «alegría por saber que muchas Iglesias particulares han adoptado la recomendación de una jornada de oración y un diálogo con las víctimas y supervivientes de abusos, así como con los representantes de las organizaciones de víctimas». En su discurso recordó «el profundo dolor que siento en el alma por la situación de los niños abusados». El escándalo del abuso sexual «es una ruina terrible para toda la humanidad y afecta a tantos niños, jóvenes y adultos vulnerables en todos los países y en todas las sociedades».
Para la Iglesia «ha sido una experiencia muy dolorosa. Sentimos vergüenza por los abusos cometidos por ministros sagrados, que deberían ser los más dignos de confianza». El Papa recalcó que «el abuso sexual es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan».
CEE / Alfa y Omega