Bergoglio es «hijo de su Iglesia latinoamericana» en un momento en que esta ha alcanzado su plena madurez, asegura uno de sus más cercanos colaboradores
¿Miran todavía algunos con aires de superioridad a la Iglesia latinoamericana? Es lo que sugiere Francisco: «A veces veo que cuesta advertir que en la Iglesia no hay regiones de primera o de segunda clase, sino expresiones culturales diferentes», afirma el Pontífice en las palabras introductorias al libro-entrevista Latinoamérica. Conversaciones con Hernán Reyes Alcaide, publicado este lunes por la editorial Planeta en Argentina.
Es el fruto de cuatro entrevistas de una hora realizadas entre julio y septiembre, una propuesta que le hizo al Papa que el corresponsal en el Vaticano de Télam, agencia pública de noticias argentina, al cumplirse diez años de la conferencia de Aparecida del CELAM, el episcopado latinoamericano, en la que el entonces arzobispo de Buenos Aires desempeñó un papel protagonista. «El documento final de Aparecida es indispensable para entender el actual pontificado», explica Reyes a Alfa y Omega.
«Aparecida fue un hito fundamental en el camino por el que la Providencia de Dios conducía a Jorge Mario Bergoglio hacia la sede de Pedro: hijo de su Iglesia en un momento de madurez de su autoconciencia eclesial y latinoamericana llamado a ser pastor universal», coincide el laico de mayor rango en el Vaticano, un antiguo amigo del Papa que ayudó a Hernán a documentar sus entrevistas. Se trata del uruguayo Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, que precisamente acaba de publicar un nuevo libro sobre el bicentenario con prólogo de Francisco, Memoria, coraje y esperanza. Es ya el tercero de sus libros que prologa Bergoglio.
El arzobispo de Buenos Aires no era un verso suelto. Contaba con el respaldo de Benedicto XVI, quien consciente de la trascendencia de los trabajos en el santuario mariano, «de camino a Brasil dijo que tenía “la convicción” de que América Latina estaba llamada a tener una influencia muy importante en el destino de la catolicidad», hace notar Carriquiry. Y contaba con el respaldo pleno del resto de representantes episcopales del continente, que «por abrumadora mayoría eligieron al cardenal Bergoglio como presidente de la comisión de redacción del documento de conclusiones». De ese documento surgió una propuesta de misión continental trasladada después a escala universal por el Papa. Latinoamérica marca así hoy el paso a toda la Iglesia. «Cierto es que podemos preguntarnos aún si en la Iglesia latinoamericana hemos aprendido suficientemente lo que implica y significa ese hecho inédito», afirma Carriquiry. Y cierto también que existe una «contradicción entre la explosión de alegría y entusiasmo que ha traído la novedad del actual pontificado y el estado de zozobra e incertidumbre por el que esta pasando América Latina», asunto que «daría para hacerse muchas otras preguntas inquietantes e interpelantes». Algunas de ellas las responde el propio Francisco en sus Conversaciones con Hernán Reyes Alcaide.
R.B.
Imagen: Hernán Reyes, autor del libro, saluda al Papa en el avión en dirección a Armenia
(Foto: L’Osservatore Romano)
El Papa habla de su Patria Grande
Algunas de las respuestas de Francisco a Hernán Reyes Alcaide:
Popular y populista
«Se llama popular a quien logra interpretar el sentir de un pueblo […] Y esto en sí mismo no tiene nada de malo. Al contrario, puede ser la base para un proyecto transformador y duradero. La expresión populismo […] adquiere un sentido negativo cuando expresa la habilidad de alguien para instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo […] El problema es que hoy esta palabra se ha convertido en el caballito de batalla de los proyectos ultraliberales al servicio de los grandes intereses».
El político católico
«El identikit del político católico no es el del que va a Misa y después tiene su vida al margen del Evangelio […] El identikit del político católico latinoamericano es la doctrina social de la Iglesia llevada adelante. Quizás hoy en día las expresiones que más llegan son ciertos discursos de los movimientos populares».
Defender la democracia
«Creo que hoy uno de los deberes del católico latinoamericano es el de fortalecer la democracia […] Luchar por la democracia es hoy día en América Latina una de las prioridades de los cristianos. La doctrina social de la Iglesia […] exige esa lucha».
La Patria Grande
«El verdadero proyecto de América Latina, el de la Patria Grande de San Martín y Bolívar; o de Artigas por ejemplo, hoy está olvidado […] América Latina, de algún modo, todavía es colonia. Lo que había cambiado en los últimos años, que prometía consolidar la Patria Grande […] se iba hacia eso, y de golpe se revirtió».
Una Iglesia combativa
«[Los cardenales latinoamericanos] aportan aire de Iglesias nuevas […] O sea, no olvidar la lucha. Por ejemplo, la lucha de un Pedro Claver […], dedicado a servir a los esclavos negros en Cartagena de Indias […] Y no olvidar a Bartolomé de las Casas, gente que alzó la voz para defender. Y no olvidar las reducciones jesuitas».
Revolución de la ternura
«Nos preparan para la eficiencia pero no para la ternura. En el Sínodo de 1994 […] hablé de que la Iglesia tenía que hacer la revolución de la ternura. A algunos les molestó. Vino uno y me dijo que eso no era lenguaje eclesiástico».
Clericalismo
«El pueblo de Dios le puede perdonar a un cura muchas fallas y hasta pecados […] Pero ese pueblo fiel no te perdona si maltratas a la gente o si juntas dinero. Tiene olfato. Ahí hay dos rasgos de clericalismo: la distancia con la gente, como si el pastor fuera el patrón, y la plata, esos que cobran todo».