Solo en el último año se ha incrementado en 20 millones el número de personas que pasan hambre en el mundo. La ONGD Manos Unidas denuncia como causas «la mercantilización de los alimentos, la insostenibilidad social y medioambiental de la producción, y la pérdida y el desperdicio de alimentos». El lunes 16 de octubre, se celebra el Día mundial de la alimentación, y el martes 17 el Día internacional para la erradicación de la pobreza
Según el último informe de la FAO, el número de personas que padecen hambre en el mundo ha llegado a 815 millones, unos 20 millones más que en el año anterior. El Papa Francisco, presente la mañana del lunes en la sede de la organización de Naciones Unidas para la Alimentación, relacionó esta lacra con los innumerables procesos migratorios que se viven en la actualidad, y aseguró que solo se podrán atajar estos problemas «si vamos a la raíz del problema», como son, por ejemplo, «los conflictos y los cambios climáticos».
Para acabar con los conflictos, el Pontífice afirmó que «se necesita buena voluntad y diálogo», así como «un compromiso total a favor de un desarme gradual y sistemático». De esta forma, también se pondría fin a «la funesta plaga del tráfico de armas».
En lo que respecta a los cambios climáticos, Francisco recalcó que «estamos llamados a proponer un cambio en los estilos de vida, en el uso de los recursos, en los criterios de producción y en el consumo. No podemos conformarnos con decir “otro lo hará”».
La ONGD de la Iglesia, Manos Unidas, sostiene, en la misma línea que el Papa en su discurso, que «el hambre es una realidad compleja que tiene entre sus principales causas: la mercantilización de los alimentos, la insostenibilidad social y medioambiental de la producción a gran escala y la pérdida y el desperdicio de alimentos».
«El hambre es incompatible con la dignidad»
Para Fidele Pogda, coordinador del Departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas, «el hambre, la pobreza, sus cifras y sus causas, son incompatibles con la dignidad de la persona vista desde la perspectiva humana y cristiana».
Pogda afirma que «es necesario hacer un doble llamamiento. De un parte, a la responsabilidad de los gobiernos, especialmente en los países en desarrollo, para que ejecuten programas de lucha contra el hambre y la pobreza, acordes con los derechos humanos que encarnan la dignidad de todo ser humano y de otra, a la sociedad, sobre todo en los países ricos, para que asumamos que los cambios individuales que realizamos tienen un enorme efecto sobre los poderes políticos, económicos y sociales para lograr dar la vuelta a las cifras del hambre y la pobreza en el mundo».
La mejor arma es la educación
En el Día para la erradicación de la pobreza, que se celebra este martes, 17 de octubre, Misiones Salesianas aprovecha para recordar que la mejor arma para combatir esta lacra es que todos los niños, niñas y jóvenes tengan la posibilidad de ir a la escuela. «La educación es el camino para luchar contra la pobreza y conseguir que todos tengan las mismas oportunidades para el futuro», explica Ana Muñoz, portavoz de la organización.
La ONG salesiana pone el ejemplo de dos niños, Alicia y Kamlesh, ambos de once años. «Tienen toda la vida por delante, pero sin embargo, son muy diferentes. Alicia vive en una familia del primer mundo, come todos los días, va al colegio, juega con sus amigos, tiene una bonita casa y no pasa frío en invierno. Kamlesh tiene que ir a trabajar para ayudar a su familia, su casa es una pequeña choza por donde se cuela el agua cuando llueve y hay días en que sólo come una vez y se va a dormir con hambre. Kamlesh es uno de los más de 1.000 millones de niños que son pobres en el mundo».
Más de 1.300 millones de personas en el mundo sufren pobreza extrema y más de 3.000 millones viven con menos de dos euros al día, según las cifras de agencias internacionales. Además, la pobreza y el hambre son las principales causas de muerte. «La pobreza mata a más personas que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas», añade Muñoz.
Alfa y Omega
Foto: CNS