“María es Pilar sólido que sostiene nuestra fe en Dios”
Idea principal: María es Pilar sólido que sostiene nuestra fe en Dios, anima nuestra esperanza en nuestro caminar hacia la eternidad y enardece nuestro amor a Dios y al prójimo. La columna es símbolo y la “manifestación de la potencia de Dios en el hombre y la potencia del hombre con el poder de Dios”.
Síntesis del mensaje: La primera lectura de la fiesta del Pilar, 1 Crónicas 15, recuerda a la Virgen simbolizada por el arca de la alianza, presencia de Dios en medio de su pueblo, a través de María, lo cual es gozo para la Iglesia. La segunda lectura (He 1,12) y el evangelio (Lc 11,27) nos hablan también de la presencia de la Virgen en la Iglesia y de las alabanzas que el pueblo le tributa. Su intercesión acrisola nuestra devoción mariana.
Puntos de la idea principal
En primer lugar, contemos un poco la historia de esta fiesta que nos llega como piadosa y antigua tradición. La tradición, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles predicaban el Evangelio. Se dice que el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, vino a evangelizar a España. Los primitivos cristianos levantaron una ermita en honor de la Virgen María a las orillas del Ebro, en la ciudad de Zaragoza. Una vez terminó el apóstol Santiago su predicación en Galicia (España), se marchó a Zaragoza, donde corrió muchos peligros. Una noche, Santiago estuvo rezando intensamente con algunos discípulos junto al río Ebro, cerca de los muros de la ciudad, pidiendo luz para saber si debía quedarse en Zaragoza o huir. Él pensaba en María Santísima y le pedía que rogara con él para pedir consejo y ayuda a su divino Hijo Jesús, que nada podía entonces negarle. De pronto, se vio venir un resplandor del cielo sobre el apóstol y aparecieron sobre él los ángeles que entonaban un canto muy armonioso mientras traían una columna de luz, cuyo pie, en medio de un rayo luminoso, señalaba un lugar, a pocos pasos del apóstol, como indicando un sitio determinado sobre la columna, se le apareció la Virgen María. Santiago se levantó del lugar donde estaba rezando de rodillas, y recibió internamente el aviso de María de que debía erigir de inmediato una iglesia allí; que la intercesión de María debía crecer como una raíz y expandirse. María le prometió: “permaneceré en este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”. María le indicó que, una vez terminada la iglesia, debía volver a Jerusalén. Santiago se levantó, llamó a los discípulos que lo acompañaban, que habían oído la música y visto el resplandor; les narró lo demás, y presenciaron luego todos cómo se iba desvaneciendo el resplandor de la aparición. En el lugar de la aparición, se levantó la primera iglesia dedicada a la Virgen María, lo que hoy es la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, un lugar de peregrinación famoso en el mundo entero que no fue destruido en la guerra civil española (1936-1939), puesto que las bombas que se lanzaron sobre el templo no explotaron, pudiéndose hoy en día verse expuestas en el interior de la Basílica.
En segundo lugar, en la oración colecta se pide por intercesión de la Virgen “fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor”, y en la oración de las ofrendas, se muestra el deseo de “permanecer firmes en la fe”. La columna sobre la que se mantiene, firme y erguida, la frágil imagen de la Virgen, está cargada de simbolismo. Evoca la columna de fuego que, de noche, guiaba a los israelitas por el desierto.”Faro esplendente”, la llama el himno a la Virgen, es decir, la que, en las noches oscuras de los cristianos, mantiene viva la luz de la fe. La columna evoca también la solidez del edificio de la Iglesia, siempre perseguida, pero siempre en pie, manteniendo la esperanza del que, como dice también el himno, “se abraza a tu Pilar”, Virgen María. El himno nos dice también que ese pilar ha sido un “rico presente de caridad” del amor de Dios, que nunca desampara a su pueblo en los momentos difíciles. La devoción al Pilar tiene una gran repercusión en Hispanoamérica, cuyas naciones celebran la fiesta del descubrimiento de su continente el día doce de octubre. Como prueba de su devoción a la Virgen, los numerosos mantos que cubren la sagrada imagen y las banderas que hacen guardia de honor a la Señora ante su santa capilla, testimonian la vinculación fraterna que Hispanoamérica tiene por el Pilar, con la patria española. El día 12 de octubre de 1492, precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colon avistaban las desconocidas tierras de América, al otro lado del Atlántico, los monjes jerónimos cantaban alabanzas a la Madre de Dios en su santuario de Zaragoza, por lo cual, el 12 de Octubre día de la Virgen del Pilar, es también el día de la Raza.
Finalmente, innumerables han sido los que han recibido, de María del Pilar, fortaleza en la fe. A imitación de la virgen Engracia y sus 18 compañeros mártires, fuertes en la fe en la persecución de Diocleciano, en el año 304, sufriendo con entereza los más atroces suplicios para mantener intacta la fe de su bautismo. Innumerables han sido los que han recibido, de María del Pilar, la seguridad en la esperanza. Como aquel desterrado de la revolución francesa, el beato Guillermo José Chaminade, que pasa tres años a los pies del Pilar de 1797 a 1800, seguro en la esperanza de un renacimiento cristiano en su patria. Para asegurarla, la Virgen del Pilar le inspira sus fundaciones marianistas para renovar la fe de la juventud de su patria y del mundo. Y sus hijos e hijas, agradecidos, han llevado a todo el mundo su nombre, su imagen y su devoción. Innumerables han sido los que han recibido, de María del Pilar, la constancia en el amor. Como aquella joven mujer de 23 años, María Rafols, que llega a Zaragoza en 1804, dispuesta a atender con un grupo de compañeras a los pobres y enfermos: las Hijas de la caridad de Santa Ana. Durante los dos sitios de Zaragoza, en plena guerra de la Independencia, merecerá que la ciudad de Zaragoza la declare “heroína de la caridad”. Fe, esperanza y amor reparte la Virgen desde su Pilar, desde su atalaya zaragozana. Con razón, el Papa Juan Pablo terminaba su oración a la Virgen: “Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad… Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios. Protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres. Y asiste maternalmente, oh María, a cuantos te invocan como patrona de la Hispanidad”. Por todo esto, muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición basados en una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, que representa, en un bajorrelieve, el descenso de la Virgen aparececiéndose al Apóstol Santiago. Asimismo, hacia el año 835, Almoino, monje de San Germáin de París, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, “donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente”, cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza, en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza, en 714, había allí un templo dedicado a la Virgen. El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos hispanos, se celebraba la venida de la Madre de Dios en carne mortal. Ahí nace la vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea de Santiago de Compostela. Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de España.
Para reflexionar: ¿Rezo todos los días a la Virgen que sea el Pilar y Columna de mi fe, esperanza y caridad? ¿Por qué a veces me derrumban las dificultades y terremotos de la vida, si María está ahí como Pilar seguro y resistente? ¿Qué quiero pedir hoy a la Virgen del Pilar: fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor?
Para rezar: Con san Juan Pablo II, recemos:
“Doy fervientes gracias a Dios por la presencia singular de María en esta tierra española donde tantos frutos ha producido. Y quiero encomendarte, Virgen santísima del Pilar, España entera, todos y cada uno de sus hijos y pueblos, la Iglesia en España, así como también los hijos de todas las naciones hispánicas. ¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de la Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra! A tus cuidados confío esta tarde las necesidades de todas las familias de España, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de los ancianos. Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio, la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el reino de Cristo en estas tierras. En tus manos pongo la fatiga y el sudor de quienes trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su conciencia y servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad. En tu corazón dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres económicos procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el servicio del orden ciudadano prestan su colaboración honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia. Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios. Protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres. Y asiste maternalmente, oh María, a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad. Así sea” (10 de octubre 1984).
Textos: 1 Crónicas 15, Heb 1, 12, Lc 11, 27
P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México)
y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos
Imagen: Virgen del Pilar sin manto
(@ GNU Free Documentation License, David Abián)