IV Conferencia Internacional “Nuestro Océano”
(ZENIT).- El Papa ha llamado a “cuidar los océanos como parte de una visión integrada del desarrollo humano”.
Lo ha dicho el Papa Francisco en un mensaje enviado a través del Card. Pietro Parolin, Secretario de Estado, dirigido a los participantes de la IV Conferencia Internacional sobre “Nuestro Océano, un Océano para la Vida”, que se celebró en Malta del 5 al 6 de octubre, organizada por la Unión Europea.
Este año, además de continuar con el compromiso en los sectores de las zonas marítimas protegidas, de la pesca sostenible, de la contaminación marina y de la lucha contra la repercusión del cambio climático en los océanos, se han añadido los temas de la economía azul y de la seguridad marina, centrados en el Mar Mediterráneo y los Océanos Atlántico e Índio.
El Papa ha querido marcar dos pautas principales: Reconocer nuestro deber de “cuidar los océanos como parte de una visión integrada del desarrollo humano” y atender la necesidad de una gobernanza multilateral “encaminada a la búsqueda del bien común” inspirada en el “principio de subsidiariedad y el respeto de la dignidad de cada persona humana” (Laudato Si ‘, 174).
Carta del papa Francisco
Damas y caballeros,
Queridos amigos,
Me complace transmitir los cordiales saludos de Su Santidad el Papa Francisco a todos los reunidos para esta Cuarta Conferencia Internacional sobre “Nuestro Océano, un Océano para la Vida.”
Vuestra Conferencia se ocupa de cuestiones complejas e interrelacionadas, como la salud de los océanos, así como la coordinación y la gestión de diversas actividades por encima o por debajo de los mares . Su Santidad aprovecha esta ocasión para alentar un esfuerzo concertado para abordar una serie de cuestiones urgentes que afectan directamente el bienestar de innumerables hombres y mujeres: la trata de personas, mano de obra esclava y condiciones de trabajo inhumanas asociadas con la industria pesquera y la navegación comercial, el nivel de vida y las oportunidades de desarrollo en las comunidades costeras y de las familias de los que pescan, y la situación de las islas amenazadas por la subida del nivel del mar.
Reflexionar sobre estos temas conduce inevitablemente a dos conclusiones. La primera es un reconocimiento de nuestro deber de cuidar los océanos como parte de una visión integrada del desarrollo humano. La segunda se refiere a la necesidad de una gobernanza multilateral encaminada a la búsqueda del bien común y equipada para operar a nivel global y regional, guiada por el derecho internacional e inspirada en el principio de subsidiariedad y el respeto de la dignidad de cada persona humana. Laudato Si ‘, 174).
Los océanos son el patrimonio común de la familia humana. Sólo con un profundo sentido de humildad, asombro y gratitud podemos hablar con razón del océano como “nuestro”. Cuidar esta herencia común implica necesariamente el rechazo de formas cínicas o indiferentes de actuar. No podemos pretender ignorar los problemas de la contaminación de los océanos como resultado, por ejemplo, de los plásticos y micro-plásticos que entran en la cadena alimentaria y tienen graves consecuencias para la salud de la vida marina y humana. Tampoco podemos permanecer indiferentes ante la pérdida de los arrecifes de coral, lugares esenciales para la supervivencia de la biodiversidad marina y la salud de los océanos, al ser testigos de un maravilloso mundo marino transformado en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color (cf. Si ‘, 41).
Los océanos nos unen y nos convocan a trabajar juntos. Como señaló Su Santidad en Laudato Si ‘, “todo está interconectado”. Nuestro mundo de hoy necesita ver que los océanos son un recurso crucial en la lucha contra la pobreza y el cambio climático, ambos intrínsecamente vinculados (véase Mensaje del Papa Francisco a la COP22 a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, 10 de noviembre de 2016) . Hay necesidad de nuevas tecnologías para prever diversos problemas que atañen al buen gobierno de los océanos, pero también para un cambio en nuestra forma de vivir y ofrecer nuevos modelos de producción y consumo, para promover un desarrollo humano auténtico e integral que valora la buena gobernanza y la adopta de manera responsable.
Durante demasiado tiempo se ha pensado que la inmensa vastedad de los océanos permitiría la negligencia, la eliminación de desechos tóxicos y la ausencia de supervisión por parte de las autoridades. Durante demasiado tiempo, no se ha considerado la gravedad de los efectos sobre los ecosistemas marinos y costeros de la explotación a menudo no reglamentada de determinados recursos oceánicos. Pienso, por ejemplo, en los medios complejos e invasivos de extracción de recursos minerales del fondo del mar, que gracias a los avances tecnológicos son cada vez más viables y competitivos. Durante demasiado tiempo, la atención se ha centrado en las situaciones de delincuencia y tragedia humana en el mar, sin enfrentar valiente y adecuadamente sus causas, que a menudo se encuentran en tierra. Es hora de trabajar con mayor responsabilidad para salvaguardar nuestros océanos, nuestro hogar común, y nuestros hermanos y hermanas, hoy y en el futuro.
El libro del Génesis enseña que en el principio “el Espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas” (1: 2). Este versículo nos recuerda que los océanos tienen una importancia particular para muchas religiones. La espiritualidad puede proporcionar incentivos poderosos para la protección de los océanos y, más generalmente, para el cuidado de toda la creación (cf. Laudato Si ‘, 216). ” a ciencia y la religión, que aportan diferentes aproximaciones a la realidad, pueden entrar en un diálogo intenso y productivo para ambas. ” (Laudato Si ‘, 62).
Los océanos nos recuerdan la necesidad de educar para el pacto entre la humanidad y el medio ambiente (cf. Laudato Si ‘, 209-215). En este sentido, hay que esforzarse para educar a los jóvenes para que cuiden los océanos, pero también, siempre que sea posible, para ayudarles a crecer en el conocimiento, el aprecio y la contemplación de su vastedad y grandeza. Pues la contemplación de la creación puede enseñarnos lecciones valiosas y ser una fuente de inspiración interminable (cf. Laudato Si ‘, 85).
Con la seguridad de mi profundo interés en las deliberaciones de la Conferencia, tengo el honor de reiterar los buenos deseos del Papa Francisco y transmitir su bendición.
Sinceramente suyo
Cardenal Pietro Parolin
Secretario de Estado
Rosa Die Alcolea
Imagen: Oceano
(Wikimedia Commons, Jon Sullivan)