«Yo era una mujer sin futuro, sin vida, pensaba que había llegado al final de mi vida. Me encontraba en la calle, sin casa, sin papeles, sin hablar español, embarazada de siete meses y con un niño de 1 año y medio, pero Dios me mandó unos ángeles, las hermanas de Villa Teresita. Ellas me cogieron desde el suelo y me ayudaron a ponerme en pie. Ellas cuidaron de mí y de mis hijas como si fuéramos familia. Ahora estoy muy contenta porque tengo una familia aquí en España, una familia que me quiere mucho»: es el testimonio de Joy, una mujer acogida hace años por las religiosas auxiliares del Buen Pastor-Villa Teresita, que han celebrado este domingo su 75 aniversario.
Dedicadas a los más pobres y excluidos, y especialmente a la acogida de mujeres víctimas de la explotación sexual y de la trata, las religiosas están presentes en Madrid desde 1961. En la capital dirigen varios proyectos de acompañamiento a estas mujeres que han pasado parte de su vida haciendo la calle o en pisos, polígonos y clubes, e incluso han pisado la cárcel, y a todas les han ofrecido alternativas a su situación y las han acompañado en itinerarios personalizados.
Con motivo de este aniversario, el arzobispo de Madrid presidió el pasado domingo una Misa en la parroquia San José de Las Matas, y se dirigió a las religiosas subrayando que «habéis entregado lo mejor de vuestra vida para mejorar la de quienes son víctimas de trata, víctimas de la explotación y de la esclavitud organizada. Vuestra vida y vuestros programas son de redención y liberación. Toda mujer es portadora de amor, maestra de misericordia, constructora de paz, comunicadora de calor y de humanidad en este mundo que con frecuencia juzga el valor de la persona con criterios fríos de explotación y de provechos. Gracias».
Este valor de la mujer que resalta el arzobispo es el que ha descubierto Joy a lo largo de estos últimos años: «Ahora tengo una nueva vida y estoy muy contenta y muy orgullosa. Ellas me han abierto el camino y ayudado a dar pasos para empezar esta nueva vida. Estoy con mis hijas, mis dos preciosas hijas, que son lo más importante en mi vida, y también tengo una familia muy grande, que no podré olvidar nunca. Doy gracias a Dios por el día que me encontré con ellas. Rezo para que Dios les dé más fuerza para que sigan ayudando a más personas como yo. Doy gracias por su cariño, su amor y su bondad».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
(Foto: Villa Teresita)