Cuando temblaron Ciudad de México, Morelos y Puebla, Cáritas todavía luchaba por hacer frente al terremoto de Oaxaca y Chiapas. «Es una alegría tener una comunidad solidaria, y que la gente confíe en la Iglesia», afirma el párroco del colegio Enrique Rébsamen
«Era un niño muy querido y conocido, porque su madre es catequista de la parroquia y él participaba como acólito. Su muerte ha lastimado mucho a la comunidad». El padre Genaro Miguel Chávez habla, sin querer dar su nombre, de uno de los 19 alumnos del colegio Enrique Rébsamen fallecidos cuando el edificio de Primaria se derrumbó poco después del terremoto del 19 de septiembre en Ciudad de México, Morelos y Puebla. Junto a los pequeños fallecieron siete adultos. El total de víctimas mortales del seísmo ya supera las 300, y se teme que seguirá subiendo.
La escuela está dentro del territorio de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San José, la del padre Genaro. Niños y padres eran sus feligreses, y el sacerdote se dirigió hacia ella en cuanto tuvo noticia de lo ocurrido. «Los servicios de emergencia tardaron en llegar –cuenta–. Los vecinos, los padres dominicos que están cerca y yo mismo estuvimos allí moviendo escombros, ayudando a identificar a los niños y atendiendo a las mamás. Fue impactante, vimos escenas muy fuertes. No hay palabras para esos padres. Intentamos transmitirles nuestra cercanía, nuestra presencia y consuelo. Ahora estamos teniendo oraciones y Misas por los niños fallecidos. Las familias participan, y les da mucho consuelo».
«Prefieren dormir en la calle»
El sacerdote compatibiliza esta labor con la ayuda material, en un barrio donde muchos edificios han sufrido daños. La parroquia ha estado recogiendo y repartiendo alimentos, «coordinándonos con otras a través de las redes sociales y por el chat de la vicaría. También hemos puesto en marcha un refugio, aunque viene a dormir poca gente. Les da miedo que les saqueen las casas, y pasan la noche en la calle».
Estos días, el padre Genaro cuenta con la ayuda de algunos seminaristas. Todos los candidatos del seminario diocesano se han repartido por los barrios afectados para colaborar con el reparto de ayuda y confortar a las familias. Las escenas de ayuda y movilización social se han multiplicado en las zonas afectadas, y por todo el país. «Es una alegría tener una comunidad solidaria, y también que la gente ponga su confianza en la Iglesia para canalizar esas ayudas», afirma.
Ayuda secuestrada
Sin embargo, el seísmo también ha puesto en evidencia algunas de las sombras de México. El viernes comenzó a circular un vídeo en el que monseñor Ramón Castro, obispo de Cuernavaca –diócesis que abarca el estado de Morelos– denunciaba que «las autoridades no permitieron llegar a tres camiones de provisiones que venían a Cáritas». La ayuda, procedente de otras diócesis, fue desviada a almacenes del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), institución pública de asistencia social. Se trata de algo «totalmente injusto», por lo que el obispo suplicó «a quienes tienen forma de detener que esto lo hagan. Aunque ahora se salgan con la suya, le tendrán que dar cuentas a Dios, crean en Él o no».
Una religiosa reparte ayuda humanitaria a damnificados
por el terremoto del 7 de septiembre en Oaxaca
(Foto: Cáritas Mexicana)
Muchos ciudadanos protestaron ante la sede local del DIF, acusando de la incautación al gobernador de Morelos, Graco Ramírez. Según los manifestantes, Ramírez quería sacar rédito político a costa de la Iglesia. En 2018, México tiene elecciones presidenciales, parlamentarias y estatales.
En otros casos, sin caer en escándalos tan flagrantes, las autoridades no han coordinado bien la ayuda. También «en Morelos –cuenta Alberto Arsiniega, portavoz de Cáritas Mexicana– hicieron muchos albergues que se quedaron casi vacíos porque la gente se iba a casas de familiares. Fue una falta de planificación del Gobierno». El temblor, además, sacó a la luz problemas anteriores: «En Ciudad de México, entre los 45 edificios que se vinieron abajo, había bloques de apartamentos de menos de un año. Los ingenieros han comprobado que no cumplían las normas de seguridad. Aquí se deja ver la corrupción».
Dos frentes abiertos
Arsiniega volvió el sábado a Ciudad de México. El terremoto le había sorprendido en Oaxaca, donde Cáritas está ayudando después del seísmo del 7 de septiembre. «Allá hay todavía unas 200.000 personas sin techo o cuyas casas o fuentes de ingresos se han visto afectadas. Pero lo de Ciudad de México se robó toda la atención». La entidad está haciendo todo lo posible para salir al paso de dos emergencias, que afectan a cinco estados. Resulta ilustrativo el ejemplo de Cuernavaca, donde para ayudar a los afectados por el segundo terremoto Cáritas tuvo que echar mano de los bienes que había recogido para enviar a Oaxaca y Chiapas. En estas últimas zonas, «estos días tendríamos que estar ya entregando los papeles para pasar a la fase de rehabilitación. Pero no sé si podremos, porque no tenemos tanto personal» como para trabajar en dos frentes de esta magnitud.
Afortunadamente, a la aportación material y económica de las diócesis intactas se suma la de las Cáritas de todo el mundo y también la del mismo Papa Francisco, que va a enviar 150.000 dólares a través del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral. «El área de Emergencias de Cáritas Mexicana está coordinando todo, con la ayuda del responsable de Medio Ambiente, Gestión de Riesgo y Emergencia de Cáritas Latinoamericana y del Caribe. Para repartir los recursos, se habla con los párrocos, que son quienes mejor conocen las necesidades. Por ejemplo, Ciudad de México ya no necesita víveres y se están enviando a otras zonas. Estamos empezando a pedir ayuda económica, en vez de en especie, para la reconstrucción. Y en todos los lugares hace falta también ayuda psicológica».
María Martínez López
Imagen: Rescatistas y voluntarios trabajan
en los restos del colegio Enrique Rébsamen
(Foto: EFE/STR
Monseñor Víctor Sánchez Espinoza, arzobispo de Puebla: «He pasado estos días visitando todas las zonas golpeadas»
«He pasado estos días visitando todas las zonas golpeadas»
(Foto: peretenamemorial.cpl.es)
¿Cómo ha vivido como pastor estos días?
Visitando todas las zonas golpeadas: el casco histórico de Puebla, la zona de San Pedro Cholula al oeste, y sobre todo la sierra Mixteca en el sur. Entre Puebla y Cuernavaca (Morelos) hay unas 200.000 personas afectadas, muchas fuera de sus casas, y sigue habiendo temblores. Conmigo estaban también religiosas y seminaristas apoyando a la gente. Estamos bien físicamente, pero sufrimos por nuestra gente. Lo más triste para ellos es que además de sus viviendas el terremoto ha dañado unos 200 templos, que son lo más sagrado que tienen. Son momentos difíciles, pero con la ayuda de Dios y nuestra queridísima Santa María de Guadalupe saldremos adelante.
Dos terremotos tan seguidos, los huracanes y lluvias… ¿La gente le pregunta por qué?
Sí, los huracanes en el golfo también nos afectan. Y hay gente que se cuestiona: «Señor, ¿qué está pasando? ¿Nos hemos portado mal?». Pero nosotros les respondemos que son fenómenos naturales y que nos tenemos que poner en manos de Dios. Esta vida nuestra tan frágil nos hace pensar en otro principio más fuerte de vida, que es Dios nuestro Señor.
¿Qué prioridades tiene la Iglesia ahora?
En este momento es el reparto víveres y tiendas de campaña, que es lo que está llegando a Cáritas y el Banco de Alimentos. Dentro de ocho o diez días Cáritas entrará ya a la parte de reconstrucción. Estamos pidiendo ya materiales.
¿Cómo ayudar?
Cáritas Española atiende a los donantes que quieran hacer llegar su ayuda a México a través del teléfono 900 33 99 99
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