El Observador permanente de la Santa Sede ante la FAO propone reforzar los programas de paz
(ZENIT).- El Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, Monseñor Fernando Chica Arellano, señaló que el hambre en el mundo vuelve a aumentar debido en gran medida a la proliferación de conflictos violentos y a las consecuencias del cambio climático y ha explicado esta situación a la periodista Griselda Mutual de Radio Vaticano.
“Tras haber disminuido de forma constante durante más de tres décadas, en 2016 el hambre repuntó en el mundo en 38 millones de personas”, explica el Observador de la Santa Sede. Y preciso que el viernes 15 de setiembre fueron publicadas las nuevas estadísticas sobre malnutrición y seguridad alimentaria en el planeta, firmadas por cinco grandes organismos de Naciones Unidas, a saber, la Organización Mundial de la Salud, UNICEF, la FAO, el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, y el Programa Mundial de Alimentos.
“Nos son algoritmos, ni simplemente partes de una estadística, sino personas que llega la noche y no tienen nada que comer”, subrayó.
El prelado explica los dos motivos a los que se debe este incremento: por una parte,”el aumento de conflictos y guerras en el mundo que afectan a 20 países”, y por el otro, “los graves fenómenos de cambios climáticos, como El Niño que produce sequías, o La Niña que produce inundaciones, que impiden que se produzcan las cosechas que alimentan a las personas”.
Un informe que “llama a la comunidad internacional a potenciar la agricultura, a reforzar las ayudas humanitarias, y pone de manifiesto la necesidad de trabajar por la paz”. Esto último porque mientras en los países haya conflictos, “habrá crisis humanitarias, habrá hambruna, habrá miseria”. Por lo tanto es necesario “invertir más en la paz, apostar por el diálogo, y acabar con las guerras que tanto mal están haciendo”.
Monseñor Chica señala asimismo que debido a los conflictos “no se pueda potenciar la agricultura”, causando en consecuencia, “enormes flujos migratorios”, que provocan a su vez “que las tierras queden sin cultivar”, lo que llama a otra cosa: es necesario “invertir en solidaridad y evitar el desperdicio de alimentos”, porque “un tercio de lo que se produce en el mundo o se pierde o se desperdicia”.
Antes se hablaba de inseguridad alimentaria, –explica el Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO– y de las causas que mermaban la ingesta de alimentos. En cambio hay que asegurar la alimentación tanto en cantidad como en calidad, porque, tal como evidencia el informe, mientras hay personas que no tienen nada que llevarse a la boca, es decir que les faltan nutrientes, aumentan en otros países las personas que tienen una salud deficitaria debido al sobrepeso y la obesidad.
Imagen: Monseñor Chica en la FAO
(Alessia Pierdomenico)