La atención continúa tras el cumplimiento de la condena, a través de casas de acogida y distintos programas de ayuda
La Iglesia atendió en 2016 a unos 60.000 presos en España. Son datos de un informe elaborado por el Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal con datos de 74 de las 83 prisiones existentes, dado a conocer con motivo de la festividad de la Virgen de la Merced, patrona de los reclusos.
Para asistir a esas 56.569 registradas, junto a los capellanes católicos, colaboró un ejército de unos 2.000 voluntarios, de perfil mayoritariamente femenino (1.148 mujeres frente a 770 varones).
La ayuda a los presos se extiende en momentos de permiso o al complimiento de la condena. En las 67 casas de acogida de la Iglesia documentadas en el informe, fueron atendidas 2.711 personas, entre ellas unas 500 de religión musulmana. También este trabajo fue posible gracias al trabajo de los voluntarios, 421 en total.
Hubo en 2016 también programas de ayuda económica o bien de ropa, de los que se beneficiaron respectivamente 6.208 y 6.516 personas. En conjunto, la pastoral penitenciaria de las diócesis puso en marcha 951 programas, la mayoría dentro de prisión (829). Aproximadamente la mitad, 416, se dedicaron a satisfacer el derecho a la atención religiosa de los reclusos. A estos programas se suman otros 349 en el área social, no dirigidos específicamente a católicos, y 64 en el área jurídica.
Florencio Roselló, director Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española, resalta en la presentación del informe «el gran compromiso que la iglesia española tiene con nuestro hermanos privados de libertad» y pone «en valor el esfuerzo de capellanes y delegados diocesanos que han hecho posible estos resultados».
«Hacemos mucho y bien –añade–, pero si no logramos reflejarlos en datos, son muchas veces gestiones y acciones invisibles, y esa es mi lucha y mi trabajo con algunos capellanes y delegados diocesanos, mostrar el rostro del evangelio en la cárcel a través de datos, no es vanagloria, es realidad y lectura, en los nuevos tiempos, del evangelio penitenciario».
Imagen: Carlos Osoro, entonces arzobispo de Valencia,
visita en 2009 una prisión