BARCELONA, (ACI).- La Basílica de Santa María del Pi, un templo gótico situado en el centro histórico de Barcelona, refugió a unas 800 personas que huían del atentado terrorista cometido en la tarde del jueves 17 de agosto, cuando una furgoneta atropelló a una multitud y asesinó a 13 personas e hirió a otras 100.
El Archivero de la Basílica, Jordi Sacasas, explicó a ACI Prensa que la Basílica se encuentra junto a una de las calles de salida de Las Ramblas, el lugar donde se produjo el ataque reivindicado por el Estado Islámico (ISIS).
“Estaba con el sacristán de la iglesia y otras personas en el archivo de la Basílica, que tiene un balcón muy grande frente al lugar donde terminó la furgoneta. Desde el archivo pudimos ver la estampida de la gente. Viendo esto bajamos a la puerta de la iglesia e hicimos entrar en el interior a los que huían. La consigna de la policía era que la gente se refugiara, y como la Basílica tiene un gran portal pudimos ofrecer refugio a mucha gente”, señaló Jordi.
Una vez cerradas las puertas, la prioridad de los responsables de la Basílica fue tranquilizar a las personas refugiadas y garantizar su seguridad. “Íbamos dando información por la megafonía de la iglesia en francés, inglés e italiano, ya que la mayoría de las personas eran turistas y teníamos a una persona que hablaba idiomas”, indicó.
El archivero destacó la solidaridad de los vecinos del barrio, gracias a la cual dieron de comer y de beber a la gente que estuvo refugiada desde las 5:00 p.m. hasta las 8:00 p.m., cuando la policía permitió abandonar la zona.
Diversos comercios cercanos ofrecieron comida y bebida: “una panadería casi vació la tienda al traernos pan, bocadillos. Un bar nos trajo agua. Lo que impresionó y emocionó fue la solidaridad de las personas en estos momentos tan dramáticos”, destacó.
Entre las personas refugiadas en la Basílica, un templo con gran tradición de acogida y que anteriormente ya había ofrecido sus instalaciones para inmigrantes, se encontraron algunos heridos como consecuencia de las caídas durante la estampida.
“Atendimos a los heridos que se hicieron daño en la huida, sobre todo gente mayor, porque los servicios de emergencia estaban colapsados con los heridos más graves, y cuando nos permitieron evacuar la iglesia acompañamos a algunos a los servicios de emergencia para que se curaran. Los heridos no eran afectados directos del atentado, sino personas que sufrieron caídas en la estampida”, aclaró Jordi.
Finalmente, Jordi Sacasas insistió en la calma y la solidaridad que hubo durante todo el tiempo en que debieron estar en el interior del templo. “Íbamos dando la información que nos transmitían los responsables de la Generalitat y de la policía, para que hubiera información clara, y no abandonamos la iglesia hasta que la policía nos dijo que podíamos salir”, afirmó.
Miguel Pérez Pichel
Imagen: Basílica Santa María del Pi /
(Foto: Andriy Sadivskyy – Wikipedia)