Las autoridades de Yemen comenzaron el pasado fin de semana a retirar desperdicios de la calle y el agua estancada. También a los vendedores ambulantes. El objetivo es combatir la epidemia de cólera que azota al país y que desde finales de abril ha acabado con la vida de 1.800 personas. Según Naciones Unidas es el «peor brote en el mundo de la enfermedad», con otros 350.000 posibles casos en 21 de las 23 provincias del país
El brote de cólera que registra Yemen desde finales de abril ha dejado más de 344.700 casos sospechosos y 1.784 muertes asociadas, de acuerdo con el último balance ofrecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), se trata del «peor brote en el mundo» de la enfermedad, con una media de 5.000 casos diarios a finales de junio y una muerte casi cada hora.
Aunque el cólera es endémico en Yemen, la ONU sostiene que el brote actual es resultado directo del conflicto que afecta al país desde hace más de dos años y que ha diezmado el sistema sanitario, además de dañar infraestructuras clave y dejar a 15 millones de personas sin acceso adecuado a agua potable y saneamiento.
Además, según resalta la OCHA en su último informe, en los últimos diez meses 30.000 trabajadores sanitarios no han cobrado sus salarios, al país han llegado solo un tercio de los suministros médicos fundamentales y la basura se ha amontonado en las ciudades. El pasado fin de semana, las autoridades han comenzado a retirar desperdicios de la calle y el agua estancada. También a los vendedores ambulantes.
La oficina de la ONU advierte que «las cifras actuales de casos de cólera probablemente son inferiores a la magnitud real de la epidemia, ya que solo el 45 % de las instalaciones sanitarias funciona y los sistemas de vigilancia son débiles».
Pero el cólera no es el único mal que aqueja a los yemeníes. «Siete millones de personas, entre ellas más de dos millones de niños malnutridos, de los que medio millón, menores de 5 años, están gravemente desnutridos, están a punto de morir de hambre. Son, además, vulnerables a las enfermedades y corren el riesgo de una muerte lenta y dolorosa», señala Stephen O’Brien, el subsecretario general y jefe de las operaciones humanitarias de la ONU.
La otra cara de la moneda para los niños en Yemen es su reclutamiento como soldados. La ONU estima que, actualmente, hay más de 1.500 niños en esta situación.
El padre Tom sigue vivo
La pasada semana se cumplieron 500 días del secuestro del padre Tom, sacerdote indio misionero en Yemen, por el Estado Islámico. El viceprimer ministro yemení, Abdulmalik Abduljalil Al-Mekhlafi, durante una visita a India confirmó al ministro de Asuntos Exteriores del país, Sushma Swaraj, que el religioso sigue vivo y que «el Gobierno yemení está trabajando para conseguir su liberación», tal y como declaró el pasado martes un portavoz del Ministerio de Exteriores indio.
El sacerdote salesiano Tom Uzhuannallil fue secuestrado en marzo de 2016 cuando terroristas afiliados al Estado Islámico atacaron la residencia de las Misioneras de la Caridad en Aden. Los yihadistas mataron a doce personas, incluyendo a cuatro monjas.
Desde entonces, el padre Tom ha aparecido en numerosos vídeos pidiendo al Papa, al Gobierno y a autoridades de la Iglesia en la India y el Oriente Medio que intercedieran para lograr su liberación.
Alfa y Omega
(Foto: AFP Photo/Stringer)