El Papa lo explica al recibir las credenciales de los embajadores de seis países
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La complejidad del escenario internacional; una economía que olvida la finalidad de servir al ser humano; el fundamentalismo, el abuso de la religión para justificar la sed de poder, la explotación del santo nombre de Dios son factores que elevan la tensión.
A ello se responde mediante la construcción de una economía y finanzas responsables frente a las suertes del ser humano y aislando a todo aquel que intenta transformar una pertenencia y una identidad religiosa en razón para odiar a todos los demás.
Lo indicó el papa Francisco en la mañana de este jueves al recibir en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a los embajadores de Mauritania, Nepal, Trinidad y Tobago, Sudán, Kazajstán y Niger con ocasión de la presentación de las cartas credenciales.
“Entre los factores que agudizan los problemas se encuentran una economía y unas finanzas que, en lugar de servir al ser humano concreto, se organizan principalmente para servirse a sí mismas y escapar del control de las autoridades públicas, que siguen siendo responsables del bien común, pero carecen de las herramientas necesarias para moderar los apetitos exagerados de unos pocos”, dijo.
Indicó además “la tendencia creciente a considerar el recurso a la fuerza no como ultima ratio sino casi como un medio entre otros, disponible para ser utilizado sin una evaluación exhaustiva de las consecuencias”.
El Pontífice señaló como factor que agrava los conflictos “el fundamentalismo, el abuso de la religión para justificar la sed de poder, la explotación del santo nombre de Dios para que progrese por cualquier medio, el propio proyecto hegemónico”.
“A estas degradaciones y a los riesgos que representan para la paz en el mundo –explicó el Santo Padre– se responde mediante la construcción de una economía y una finanza responsables frente a las suertes del ser humano y de las comunidades donde vive”.
“También se debe hacer frente a las divergencias –indicó el sucesor de Pedro– con la paciencia valiente del diálogo y de la diplomacia, con iniciativas de encuentro y de paz y no con la exhibición de la fuerza y su uso precipitado y desconsiderado. Es indispensable, además, aislar a todo aquel que intenta transformar una pertenencia y una identidad religiosa en razón para odiar a todos los demás”.
Y en concreto invitó: “A quien desfigura así la imagen de Dios hay que oponer un esfuerzo concertado para demostrar que su Nombre se honra salvando vidas , no matándolas, llevando reconciliación y paz, no división y guerra, con la misericordia y la compasión y no con la indiferencia y la brutalidad”.
“Si avanzamos con decisión por este camino, la causa de la paz y de la justicia –condiciones de un desarrollo equilibrado para todos– dará pasos concretos hacia adelante”, dijo.
Imagen: El Papa recibe a los embajadores
(Osservatore © Romano)