Con motivo del viaje del papa Francisco en el centenario de las apariciones marianas
(ZENIT – Fátima).- Este jueves por la tarde, 11 de mayo), Fátima azotada por el viento y la lluvia, y a continuación iluminada por el sol, daba la bienvenida a los miles de peregrinos que están llegando ‘con la respiración suspendida’. Se escribe un nueva página de la historia con la llegada de Francisco, el viernes 12 y el sábado 13 con motivo del centenario de la primera aparición de María en 1917 a Jacinta Marto, Francisco y Lúcia Santos.
En apretadas filas, pero en constante movimiento la gente se acerca a orar en la pequeña capilla de las apariciones con paredes de vidrio, donde la imagen de la Virgen María, cuya estatua se conoce en todo el mundo, ha recibido en un siglo el homenaje de cuatro papas: Pío XII, Pablo VI, Juan Paul II y Benedicto XVI, y de millones de peregrinos.
Llegan a pie, vistiendo chalecos refractarios, en grupos o aislados, mientras se ven los vehículos de apoyo a los peregrinos que van por los caminos, en caso de dificultad.
Por 6,50 euros es posible recuperar las fuerzas con una comida caliente: el bacalao tradicional con crema, patata gratinada y cebolla, ensalada fresca, una copa de vino país, natillas y café fuerte. Pero muchos traen todo en sus mochilas. Vienen desde todas partes de Portugal, o incluso de más lejos: Lituania y China, Canadá o Francia. Cantan himnos, susurran el Ave Maria.
Alrededor de la ciudad, algunos ya han instalado sus carpas de campaña bajo los árboles, al abrigo de la lluvia o bajo un plástico azul. Otros están mejor protegidos en sus caravanas de nueva generación coronadas con parábolas. No es posible encontrar una habitación libre en kilómetros a la redonda.
Un joven chino con los bolsillos llenos de medallas milagrosas que recibió en el santuario parisino de la Rue du Bac, no deja de ofrecer las a todos, incluyendo a una familia caboverdiana compuesta por tres generaciones, incluyendo a Iris, de 4 años y medio, que como su Presidente hizo la peregrinación para acompañar al Papa.
En la ciudad, las tiendas ofrecen paraguas y ponchos de agua a los peregrinos poco precavidos. Al escuchar los acentos, al ver las caras, entendemos que los pequeños pastores han cumplido su misión así: el mensaje ha cruzado océanos y atrae a la gente en Fátima con más seguridad que las conquistas de Vasco da Gama.
Una señora recomienda a los peregrinos que vienen por primera vez al santuario, que lleven una bufanda blanca la cual se agita tradicionalmente cuando, después de una celebración o procesión, la imagen de la Virgen María sale de su “Capelhina”: así se da el adiós a la Virgen. Laurinda evoca el momento y canta con todo su corazón las palabras dulces del himno a la Virgen delante de un pequeño público. Esta vez, la emoción la embarga y ella tiene que parar … También cumple con su misión de comunicar su experiencia de corazón a corazón hacia la Virgen María.
En Fátima, el misterio se ve en las acciones de peregrinos que avanzan de rodillas –con o sin la protección en las rodillas, a veces apoyándose en el brazo de otro, jóvenes y viejos, mujeres más que los hombres– en esta larga avenida de piedra blanca que conduce al umbral de María, entre el nuevo y el viejo santuario donde los retratos de Francisco y Jacinta están en torno a ellos.
Un teólogo dijo recientemente que si tuviéramos la misma “responsabilidad” que de los pastorcitos de Fátima, habría un cambio en la civilización.
Anita Bourdin
Imagen: Peregrinos en el Santuario de Fatima esperando al Papa
(Foto ZENIT – A.Bourdin cc)